Mientras la mayoría de los españoles planeaban la cena de Fin de Año de 1967, Pepe Domingo Castaño (Padrón, 1942) terminaba su maleta para cambiar de año y de vida. Aquel 30 de diciembre, cuando se subió al tren camino de Madrid, llovía a cántaros. Dudó si bajarse y volver. Menos mal que no lo hizo. Hubiera sido una pérdida irreparable para la radio española.
—¿Cuántas veces se acuerda de Galicia al día?
—Todos los días me acuerdo varias veces. Porque mi mujer es gallega, porque me relaciono mucho con gente de Galicia, porque me llaman casi todos los días de algún lugar de Galicia y porque en mi pueblo tengo once hermanos. Unas cuatro o cinco veces mínimo me acuerdo de mi tierra.
—¿Qué recuerdos le trae aquella Nochevieja en la que usted decide dejar Galicia y venirse a Madrid?
—No fue una decisión de un día. Lo tenía pensado desde hacía tiempo. Yo quería que fuese algo muy especial en mi vida. Y no hay nada más especial que un cambio de un año a otro. Año nuevo, vida nueva. Y aproveché el 30 de diciembre para prepararlo todo, para preparar a mis amigos. A algunos, porque a otros no se lo dije. En la radio sí avisé, pero les engañé: les conté que venía a Madrid a hacer un máster en radio y televisión. Era mentira. Lo calculé todo para marcharme el 30 de diciembre y llegar a Madrid el 31 por la mañana. Por la noche me fui a la Puerta del Sol, cosa que nunca había hecho. Y el 1 de enero que sea lo que Dios quiera…
No fue fácil. De pensarlo a hacerlo va un trecho muy largo. Cuando lo pensaba, estaba muy ilusionado y feliz. Recuerdo que el tren salía a las nueve de la noche y que en Santiago llovía a cántaros. Me metí en el vagón y en cuanto dejé atrás Santiago vi que la cosa iba en serio. En ese momento me entró una especie de pánico. Y a punto estuve de bajarme en Orense. Coincidí con un amigo en el tren. Era el hijo del alcalde de Padrón. Me preguntó: «¿Dónde vas?». Le respondí que a Madrid. «¿Te lo has pensado bien?», me replicó. Y le dije que sí. Luego, cuando empecé a pensarlo de verdad, me propuso una alternativa: «Si no estás muy seguro, bájate en Orense y luego te llevo yo a Padrón». Al final no me bajé, afortunadamente. Y amanecí en Madrid.
—¿Había visto cumplidas sus expectativas en Galicia?
—Sí, eso lo notas. Estaba muy bien allí, demasiado acomodado. Todo el mundo me conocía. Hacía de todo: teatro, deportes, un programa que se llamaba Hablando y Cantando que tenía mucho éxito al mediodía. Yo era la comidilla de Santiago. Iba por la noche y todo el mundo me decía «adiós, Pepe». Tenía medio novia allí. Bebía mucho porque había muchas juergas. Estaba muy metido con la tuna. Me rodeaba toda la anarquía de un tío famoso en su pueblo. Y pensé que si seguía allí me iba a morir borracho perdido y hecho un asco. Quería triunfar y vi que lo mejor era dejarlo. Y lo dejé.
—¿Decide venir a Madrid para ser más disciplinado?
—No, vine porque quería triunfar. Y lo que hacía en Galicia no era triunfar. A mí me conocían en Galicia, pero no me conocían en más sitios. Quería hacer televisión, radio… Otras cosas. Y allí no las iba a poder hacer. Sabía que me iba a costar trabajo dar el salto, pero si no lo daba no iba a conseguirlo. Entonces lo comenté con algunos amigos y me dijeron que sí, que lo hiciese. Porque allí ya lo había ganado todo. Ya no sabía qué hacer porque hacía de todo. Ya no tenía ilusión.
—¿Quién se va a retirar antes usted o Julio Iglesias?
—Estuve con Julio hace poco y me ha dicho que él no se retira y que yo no debería tampoco retirarme. Me dijo que no hay cosa peor que un cantante que deja de cantar. Y me imagino que no hay cosa peor que un locutor que deja de hablar. Así que me aconsejó que no lo dejara nunca salvo por enfermedad o porque no tuviera más remedio. Me dijo que siguiera trabajando, aunque trabaje cada vez menos. Agradezco ese consejo porque me lo han dado varios ya.
—Supongo que no sólo Julio Iglesias le alentará a continuar…
—Mucha gente. Mi familia no, porque ellos me dicen que haga lo que quiera. Mis amigos me dicen que siga. Si tuviera un hobbie que me gustase mucho, como pintar, correr… El único hobbie que tengo es el golf, y me gusta, pero tampoco me vuelve loco. Juego un día o dos a la semana y me canso en el hoyo número doce. No tengo ningún hobbie. Y cuando me imagino mi vida sin radio, sin el contacto con la gente de la redacción, sin mis juergas de los jueves, sin mis días de cumpleaños que celebramos de coña, de juerga… Cuando me imagino la vida sin eso me parece una locura. Mientras pueda, yo seguiré. Cuando digo que no voy a seguir es por miedo a no poder hacerlo, por miedo a que mis condiciones físicas no me dejen continuar. Pero mientras tenga físicamente capacidad para seguir, seguiré; mientras siga teniendo ilusión, seguiré. Se lo dije el otro día a un amigo que me entrevistó: lo dejaré cuando haga el mejor programa de mi vida. Y todavía no lo he hecho…
—Usted fue más famoso en México que Julio Iglesias…
—No, no, tampoco es eso. Tuve una oportunidad con una canción (Motivos) con la que ni yo mismo pensé que pudiese ser número uno. Fui número uno contra mí mismo. La grabé en España. Era una canción a la que yo le había hecho la letra y Aniano Alcalde, la música. La lanzaron aquí, pero no triunfó. En España sólo triunfó Neniña (Viste pantalón vaquero…), que fue número uno. Y me ofrecieron Motivos, que pasó sin pena ni gloria. Lo que pasa que un día vino un mexicano a España que era propietario de una compañía de discos recién nacida; la oyó, le gustó, contactó conmigo y me firmó un contrato por mucho dinero. Una cantidad que no me esperaba. Se llevó la canción y me aseguró que en un año tendría que ir a México porque iba a ser número uno. Le respondí que perfecto. Cobré el dinero y pasaron ocho o nueve meses, hasta que me empezaron a comentar que había una canción sonando muchísimo en México, que iba camino del número uno… y era Motivos, la mía. Tuve que ir a México y empezó la vorágine. Pero yo no lo busqué realmente. Julio Iglesias me dijo que era tonto por rechazar un contrato muy gordo que me ofrecieron para cantar en directo. Me dijo que aprovechara. Que no sabía lo que era ser número uno en México sin que me conociera nadie. Que no podía dejarlo. Me contó que él había luchado mucho por ser número uno en ese país y ese año le había superado (1979). Yo era número uno, Julio era el número dos, Perales el cinco, Miguel Bosé el siete… No es que fuese más popular que Julio, simplemente tuve la suerte de ser número uno.
—Pasar de estrella de la canción a estrella de la radio, ¿es subir o bajar un peldaño?
—Es hacer lo que te pide el cuerpo. Cuando me plantearon cantar en directo respondí que no porque yo sólo tenía un éxito, Motivos. ¿Qué cantaba luego? Necesitaba un show de hora y media al menos. No tenía qué cantar después porque no conocían ninguna de mis otras canciones. Me puse en esa tesitura y pensé que no podía hacer galas. Y eran 100 al año. Con muchísimo dinero por medio. Pero dije que no porque pensé que no era capaz de hacerlo. Y creo que fui consecuente conmigo mismo. Donde yo me encontraba a gusto era en la radio y en la tele, y decidí continuar allí. Iba a ganar menos dinero, pero iba a ser más feliz. A mí el dinero nunca me ha importado. Creo que acerté con aquella decisión.
—¿Qué canta en la ducha?
—No canto en la ducha. En la ducha pienso. Aprovecho cualquier momento para pensar en la publicidad que tengo pendiente, a ver si se me ocurre alguna música para algún anuncio… Tengo la mente siempre trabajando.
—¿Quién es el mejor cantante de España?
—Como cantante el que más me gusta es Julio, pero los más completos son Serrat y Sabina. Ambos conjugan unas letras maravillosas, unas músicas increíbles y unas voces muy, muy personales.
—Cuando llegó a Madrid empezó haciendo programas musicales. ¿Por qué decidió pasarse al periodismo deportivo?
—Cuando estaba en Padrón, me gustaban tres programas. Uno era Cabalgata Fin de Semana, que lo hacía Bobby Deglané, el inventor de la radio moderna. A él le debemos todos lo que es la radio hoy porque la cambió totalmente. Le dio un vuelco. Otro programa era El Gran Musical, de Tomás Martín Blanco y Rafael Revert. Y el tercero era el Carrusel Deportivo, de Vicente Marco y Joaquín Prat. Me propuse que si algún día iba a Madrid, haría esos programas. Toda mi vida he soñado con eso. Cabalgata Fin de Semana no pude hacerlo porque desapareció, pero El Gran Musical fue lo primero que hice en la Ser cuando me fichó. Primer sueño cumplido. El segundo lo cumplí cuando Joaquín Prat se vino a Cope y entré en Carrusel Deportivo. Mejor imposible.
Dejé los programas musicales porque ya no me divertía. Presentaba El Gran Musical y me encantaba, pero un día me di cuenta de que la música que venía ya no me gustaba. Pensaba que no iba a disfrutar ante el micrófono, se lo dije a mi director y estuvo de acuerdo. Busqué un sustituto, que fue Pepe Cañaveras, y me fui a hacer otro tipo de cosas. He cumplido todos los sueños que tenía cuando salí de Padrón.
—¿Cuál es el mejor periodista no deportivo de España?
—Soy muy de Raúl del Pozo. Le conocí cuando él trabajaba, recién llegado a Madrid, en Pueblo y yo estaba en Radio Centro, que se encontraba en el mismo edificio. Congenié con él, que era una de las firmas importantes de Pueblo, junto a Emilio Romero. Me animó mucho y me tomó mucho cariño y yo también se lo tengo. Para mí es el genio del periodismo.
—Paco González y usted forman pareja laboral desde hace 27 años, hay matrimonios que duran menos…
—Llevo con Paco 27 años y nunca hemos discutido. Eso es raro. Es raro porque cuando no discutes con alguien es porque dejas de ejercer tu derecho de réplica en algún momento. Porque entiendes que no debes contradecirle. Entonces he pensado si habré pecado de tonto en algún momento al no rebatirle determinadas cosas o si habrá pecado él. Y lo he analizado y veo que no. Cada uno tiene sus ideas. Tuve un problema con él el día del accidente de los trenes, el 11-M. Yo empezaba siempre Carrusel Deportivo y me dijo que no empezase, que quería empezar él. Yo no estaba de acuerdo.
—¿Es la única discusión que han tenido?
—Sí, la única. Él empezó el programa contra mi voluntad. No estaba de acuerdo, pero si él lo consideraba oportuno tenía que ser así, porque era el director de programa. Cuando acabó de hablar, le repetí que no estaba de acuerdo con lo que había dicho en antena. No discutimos, fue un pequeño roce que no tuvo excesiva importancia.
—Por edad, Paco podría ser su hijo. ¿Cómo se supera esa barrera generacional?
—Adaptándote a ellos. En lugar de ellos a mí, me adapto yo a ellos. Trato de aprender de ellos a vivir. Si yo me dejara arrastrar por mi calendario, sería un hombre que vestiría como un mayor, que pensaría como un mayor, que se portaría como un mayor, que saldría en antena diciendo cosas de mayor… Y el contacto con Paco y con la gente joven de Tiempo de Juego me sirve para adaptarme al tiempo en que vivo y saber que no todo lo que yo pienso es verdad y que, a veces, lo que piensan ellos es lo que realmente importa. Me pongo en su piel y pienso lo que ellos piensan. Y luego el tomar copas juntos, compartir intimidades… hace crecer la amistad y el respeto mutuo. Les debo más a ellos que ellos a mí. Porque ellos me han dado una forma de encarar la vida que sin ellos no hubiera tenido.
—¿La Cope de ahora es como la SER de antes?
—Sí. Tenía reticencias para venir a Cope y ellos lo saben. Creía que era una emisora que estaba muerta. Tras el paso de Federico Jiménez Losantos, que la encumbró, sufrió una cuesta abajo brutal. No sabían lo que querían. Estaba hundida, era la cuarta o la quinta en audiencia. Y luego el tufillo que tenía Cope, si era cierto lo que decían, no me gustaba nada. Pero fue la única que nos ofreció cobijo a cincuenta personas de la SER y no tuvimos más remedio que venir. No había otra emisora que aceptase a tanta gente. Llegamos aquí sabiendo que tendríamos en deportes una libertad absoluta para hacer lo que quisiéramos. Porque no íbamos a meternos en los entresijos ideológicos de la cadena. Cuando llegamos, les dijimos que estábamos de acuerdo en todo, pero que no queríamos que se metieran en nada de deportes. Y nos aseguraron que teníamos libertad absoluta. Desde aquel día hasta hoy, que van a cumplirse diez años, no me han dicho ninguna palabra sobre lo que tengo que decir. Ni una orden. Y en la SER sí tuve varias.
—¿Echa de menos algo de la SER?
—Los amigos. Echo de menos también que fue el lugar donde empecé; echo de menos aquel Gran Musical, la gente con la que trabajaba… Lo que pasa es que la mitad de la gente con la que trabajaba se vino conmigo. El tránsito de SER a Cope fue más fácil porque cuando dije «¡hola, hola!», el 27 de agosto (2010) tenía a mi alrededor a los mismos que estaban en la mesa de Carrusel Deportivo en los tiempos de la SER. Realmente, no tengo nostalgia de nada.
—Usted se formó en un colegio religioso, ¿ha cambiado su percepción de los curas desde que está en la Cope?
—No. Tengo mucho respeto a los frailes. Estudié en Los Dominicos, en Corias (Asturias), y en La Virgen del Camino en León, donde hice el bachillerato. Luego en el noviciado me di cuenta de que no valía para fraile y lo dejé. Así como hay mucha gente que se mete con la enseñanza de los colegios religiosos, yo no. Todo lo contrario. Creo que gracias a lo que viví, a lo que me enseñaron los frailes en mi etapa de bachillerato, soy la persona que soy. Muy respetuosa con los demás, muy propicia al diálogo, con mucho respeto a todas las creencias que pueda haber, un poco cansado de la fe… Estar en Cope no supone que haya fortalecido mi religión y mi fe, pero lo voy llevando. Dudo de muchas cosas. Veo tantas injusticias que me da miedo pensar que Dios permita todo esto. Y a veces tengo crisis de creencias como todo el mundo.
—¿Participaría en El Chiringuito?
—No. A mí me lo ofreció Pedrerol cuando estaba montando Punto Pelota en Intereconomía. Me dijo que le interesaría que fuese. Le dije que hacía publicidad y que estaba defendiendo el producto de un cliente. Si me metía en discusiones futbolísticas entre Madrid, Barcelona, Atlético o Valencia… iba a crear confusión entre los clientes. Iba a perder credibilidad de cara a las marcas y creo que no me convenía. Y lo entendió. Respeto lo que hace. Creo que es un género que está teniendo mucho éxito, pero no trabajaría allí porque creo que no debo hacerlo. Tengo amigos que están y que lo pasan en grande. Cuando voy con Iñaki Cano por mi pueblo, cuando lo invito a las fiestas, le para todo el mundo por la calle. Lo veo en la gente. Es un programa de éxito. Pero no es un programa al que deba ir.
—¿Lo que hace Pedrerol es más show o más periodismo?
—No, es periodismo entendido como show. En el fondo, El Partidazo es un show, El Larguero es un show, El Transistor es un show. Es la información deportiva desde otro ángulo. Un poco más de seriedad, quizá. Pero gritan lo mismo, hay momentos en los que gritan todos. Y creo que el deporte cada uno lo entiende como debe entenderlo. Creo que el deporte puro y llanamente deporte no hay quien lo trague. Tienes que añadir unas gotitas de show, si no, no es digerible.
—Manolo Lama tiene 500.000 seguidores en Twitter, ¿cuántos tendría Pepe Domingo Castaño?
—Muchos menos. Diez mil o doce mil, no creo que tuviera muchos más. Yo estoy en Twitter, lo que pasa es que la gente no lo sabe. Estoy con un pseudónimo y no escribo, leo. Me gusta leer lo que publica la gente, pero no quiero opinar. No quiero opinar porque me duelen mucho las críticas malas y me sienta mal el peloteo, así que prefiero aislarme.
—¿Se cree el EGM?
—No, nunca me lo creo. Ni cuando somos número uno, ni cuando nos quitan al EGM siguiente 300.000 oyentes. ¿Cómo se puede entender que un EGM en abril (2019) te dé líder sábado y domingo y llegue junio y te quiten 300.000 oyentes? ¿Dónde están esos oyentes? ¿Se han evaporado, se han muerto, se han ido? Es imposible. Lo anuncié: en junio nos van a quitar 300.000 oyentes y así fue.
—¿No se puede medir la audiencia de una manera semejante a la que usan las televisiones?
—Tengo una manera, pero dicen que es muy cara. Hacer el EGM el sábado y el domingo. Más fácil imposible. Los programas se emiten de doce de la mañana en adelante y se tendría que hacer durante la transmisión de Carrusel Deportivo, Tiempo de Juego, Radio Estadio… Durante esas horas de transmisión se harían las entrevistas telefónicas. Solamente eso. Un estudio que paguen todas las emisoras. Cuentan que es muy caro, pero así lo hacen en Estados Unidos.
—De todos los personajes famosos que ha conocido, ¿quién le ha impresionado más?
—Plácido Domingo me impresionó mucho. En una grabación que hicimos para el programa 300 Millones había problemas técnicos y estaban interrumpiendo constantemente la grabación. Llegó un momento en el que me enfadé un poco con los técnicos porque tenía prisa, debía irme de viaje. Pues Plácido, que era el que más sufría porque era la estrella, me dijo que estuviera tranquilo, que me iba a salir peor si estaba así, que se me notaba en la cara. Y aquello me hizo pensar. Ya me había impresionado antes y desde entonces me impresionó todavía más.
—¿Cómo se arregla el problema de Cataluña?
—Lo de Cataluña está poniéndose cada vez más peligroso, porque desde las altas instancias del poder les estamos dando alas y están crecidos. Me gustaría saber realmente cuántos independentistas hay actualmente en Cataluña y no estaría mal hacer un referéndum no vinculante para conocer el número de personas que se quieren ir de España y sobre esos datos tomar una decisión final. Hablan mucho de diálogo, pero cuando una parte no quiere dialogar y no respeta al contrario, el diálogo es imposible. Estoy del tal Torra hasta los mismísimos. Es inaceptable tener a ese pelele al frente de Cataluña. Hay que empezar por ahí.
—¿Qué piensa del nacionalismo gallego?
—No sé si está un poco en pañales todavía. Pero supongo que si Cataluña tiene éxito, que creo que algún día será así, que proclamarán la independencia, entonces Galicia y el País Vasco pedirán lo mismo. Y Andalucía y Castilla… Me pregunto hasta qué punto es importante la unidad de España.
—¿Echa de menos a Lendoiro?
—Sí. Él tuvo una época brillantísima, en la que llevó al Deportivo a unos niveles de éxito brutales, que no habíamos soñado. Y se lo agradezco mucho y lo defendí mucho, a costa de que me vetaran en algún periódico gallego como La Voz de Galicia, que no publica nada mío. Un día, en una concesión de premios, pusieron la lista de todos los premiados y me quitaron a mí de la lista. Hasta ese punto. Me dolió muchísimo. Le escribí una carta al director y nunca me contestó. Por gente que trabaja allí sé que estoy vetado y que fue por defender a Lendoiro. Sigo pensando que fue un gran presidente y que tuvo errores, no sé si graves o no graves. Él jugó con un presupuesto que no pudo cumplir. Ahora estamos pagando un poco lo que se gastó en aquellos tiempos, que nadie sabe muy bien de dónde vino. Pero a un tío que hace campeón de Liga al Deportivo, que gana dos Copas y tres Supercopas de España no puedo reprocharle nada. Viva Lendoiro.
—Dígame algo sobre la precariedad del periodismo. ¿Conoce cuánto cobran los chavales que colaboran con usted?
—Muy poco. Cuando empecé en Radio Galicia, dejé mi trabajo en la empresa Picusa, donde trabajaba en el departamento de contabilidad. Cobraba una miseria en mis inicios, pero sabía que en el futuro iba a cobrar más. A mí me dan mucha pena los chavales y siempre estoy preguntándole a Paco cuánto podemos subirle a la gente que nos rodea. Y ahora con la renovación de contratos creo que les van a subir un poco a todos. He llegado a ofrecer que me quiten a mí de mi sueldo lo que necesiten para subírselo a ellos. Pero me dicen que no porque esa no es la solución.
—Decía Camilo José Cela que el que resiste gana, ¿es verdad eso?
—Sí. Tuve momentos muy malos. Cuando El País compró la cadena SER y se convirtió en Prisa, los de El País venían con la idea de hacer radio El País. Una radio muy moderna, muy agresiva, muy distinta, progresista. Entonces yo les sobraba y lo dijeron. Me intentaron hacer la vida imposible. Pasé de ser el locutor estrella al sustituto de la gente en la tarde o en la mañana. No me importó. Fui sustituto de programas importantes. Y no me importó porque sabía que si estaba dentro de la radio lo iba a conseguir. Después de las sustituciones, con toda mi humildad, aguanté y tragué. Hice que un programa en Marbella que se llamaba Servicio de Verano y ahí que se dieron cuenta de lo que iban a perder. Cuando volví de Marbella me llamaron y me firmaron un nuevo contrato. Porque había resistido. Si me dejo llevar y me voy, en aquel momento no hubiera dado nadie un duro por mí y hoy no estaría haciendo radio.
—También trabajó en televisión, ¿por qué no ha mantenido el mismo idilio que ha tenido con la radio?
—Nunca hice la televisión que quería hacer. A mí siempre me ofrecían cosas, las ideas que yo presentaba nunca se hicieron. Cuando haces algo por encargo y que tú no has creado es muy difícil que te sientas identificado. El único programa en el que yo di la medida de lo que podía hacer es 300 Millones, en el que estuve cuatro años. Me llenó bastante porque me ayudó a conocer América, viajé mucho… Creo que era un programa extraordinario que tuvo muchas críticas brutales. Los otros programas en los que estuve no me gustaron nada. El resto de lo que hice no sirve para nada, salvo 300 Millones. Un día, viendo ese programa, le dije a mi mujer que estaba hecho para mí. Al mes, me llamó Gustavo Pérez Puig y me dijo que había hablado con el equipo del programa y que era la persona indicada para presentarlo porque iban a cambiarlo. Desde hace tres años he decidido que no voy a salir más en la tele porque no me apetece. Ya no me gusta. Quiero que me recuerden como el Pepe Domingo que hacía 300 Millones y la radio. Soy hombre de radio. ¿Para qué quiero la tele? ¿Para que vean mis miserias? Hace poco me llamaron de un programa de nostalgia para recordar mi vida. El pasado no existe, el pasado es el futuro.
—De todos los premios que ha recibido, ¿cuál le ha hecho más ilusión?
—Me han hecho ilusión los Ondas. Tengo cuatro y eso es muy bonito. Las Antenas de Plata y las Antenas de Oro creo que son producto del escalafón. Miran la lista y ven quién no las tiene. Les doy importancia. Mejor que te las den a que no. Pero un premio como la Medalla Castelao que me dio el presidente Feijóo es un premio importante porque son cuatro personas cada año y porque te lo entrega tu tierra; es una medalla de categoría, no es un premio cualquiera. También me alegró el premio Joaquín Prat, porque la primera edición me la dieron a mí. Y luego un premio de un amigo con el que trabajaba en Radio Galicia, Diego Bernal. El primero se lo dieron a Manuel Martín Ferrand y el segundo me lo dieron a mí. Hay un montón de premios que tienes por ahí y muchos son productos de cosas comerciales. Los importantes sí que los agradezco de verdad.
[…] de Cataluña. Hay que empezar por ahí”, señala el veterano periodista.Castaño ha sido entrevistado en ‘A la contra’, donde repasa su trayectoria. Desde su viaje desde su Padrón natal, hasta sus tiempos como experto […]
Siempre has resultado mágico tanto en la Radio como en la Tele , como Cantando ..y te hiciste querer como admirar ..desde Tu Voz a tu Personalidad y asi siempre te recuerdo .
Gracias Jose Domingo Castaños , un abrazo desde el corazón de mi Guitarra y Enhorabuena por esta estupenda Entrevista .mariel
Muchas gracias por esta entrevista a Pepe domingo una gran persona y un grande para aser lo que se le ponga por delante gracias por todos estos años y por los que te faltan por aser siempre contigo Pepe el más grande un abrazo de corazón
Sin entrar en detalles, la democracia no es eso. Aunque no te guste, detras de ese señor hay muchosimos votantes y personas de la misma admiración de vida que nosotros.
Si ya tenemos que elegir al contrincante u oponente porque creas que no es apropiado……..malo.
Nunca me gusto tu jefe de los programas de fútbol pero supongo que a la gente les gusta porque sois lideres de audiencia. Lo mismo.
Gracias a Pepe Domingo por tantos años que nos ha dado de compañía en la radio. Recuerdo, desde hace 40 años, aproximadamente, escucharle al mediodía en Radio Madrid (Cita a las 3 con 3), hasta las risas y sonrisas que nos sigue produciendo desde hace muchos años con el gran Paco González y su grandísimo equipo los fines de semana y días de fútbol. Una gran persona, llena de humanidad, moderado, equilibrado, que se le nota cada vez que se pone ante el micrófono y en esta gran entrevista.Una trayectoria dilatada e impecable en la radio.El mejor publicista de la radio anterior y actual, sin duda. Mientras te apetezca sigue en la radio, porque nos hacéis la vida mucho más llevadera.Gracias
[…] de Jose “Pepe” Domingo Castaño, totalmente gagá y con la voz achacosa, capaz de decir “tuve un problema con él el día del accidente de los trenes, el 11-M” ¡Accidente! Su relato, contado a un medio de mierda (otro más) tiene mucho de novela constumbrista […]
[…] del que he aprendido mucho, Iñaki Gabilondo, con Manuel Antonio Rico, José Joaquín Iriarte, Pepe Domingo Castaño, Joaquín Prat… Pero mi maestro de verdad ha sido Vicente Marco, quien fue director y creador de […]