Bridget Jones tenía a dos hombres locos por ella, un apartamento en el centro de Londres y un trabajo fijo (indefinido, lo llaman ahora), que además le gustaba, y a pesar de eso, nuestra pobre Bridget se sentía terriblemente triste, infeliz y desubicada ¿Se la imaginan intentando sobrevivir ahora en esta era milennial? Es decir, sin novio fijo y con un trabajo precario que no le alcanza para poder pagar un alquiler decente (desconozco cómo se llama eso según la nueva Reforma Laboral). Tras acabar la carrera en Londres, los planes de Eden, nuestra prota, no están saliendo como ella había soñado. De hecho, todo va saliendo al revés. Y por eso, de un día para otro, ha tenido que renunciar a su vida de estudiante, feliz y dicharachera y regresar al pequeño pueblo donde había nacido. Allí, desde que pone un pie, se da cuenta de que su vida es un desastre, lo que hace que nos sintamos identificados con ella. Ya saben, ese combate sueños vs realidad, en el que la segunda termina siempre ganando por KO. Todos nos sentimos Eden en sus intentos de bracear para no ahogarse. Mucho más cuando cree que ya ha tocado fondo. Entonces se vuelve a sorprender al darse cuenta de que siempre se puede caer todavía más bajo. Digamos en resumen que comprende que hacerse adulto es, por llamarlo de alguna manera, complicado.
No es sencillo el regreso a casa de los padres y pasar las horas vacías mirando el techo de la habitación infantil. Esa cama diminuta de la que huiste y esa habitación que juraste no volver a pisar, a Dios pongo por testigo. En este caso, para sobrevivir, lo único que se le ocurre es mantener una relación a distancia con un hombre. Él tarda siempre una enormidad en contestar sus mensajes, aunque dispone de todo el tiempo del mundo para acercarse cual león a gacela a su nueva y atractiva compañera de trabajo. Así que a Eden le toca resignarse y aceptar el trabajo que le ha encontrado su madre en la cafetería del pueblo tras años de esfuerzo en la universidad. Aunque lo peor es aguantar que su padre le arrebate su sueño y se convierta en influencer de la noche a la mañana con un vídeo en el que habla de plantas. En esta novela —que es como la vida misma, divertida y accidentada a partes iguales— la protagonista tendrá que sobrevivir a las pequeñas catástrofes cotidianas y a las relaciones modernas en un mundo que no se lo pone nada fácil y que no termina de entender. La vida adulta y otros dramas es una divertida novela de alguien que adora a Jane Austen en el siglo XXI ¡Quién nos iba a decir que encontrar al señor Darcy sería más sencillo que conseguir likes!
Harriet Bradley se crio en la isla de Wight y estudió Filología inglesa en la Universidad de Southampton. Escribió su primera novela, La vida adulta y otros dramas, mientras estudiaba en la Universidad de Bath Spa un máster de Escritura creativa, del que se graduó con honores.