Con mezclar el buen juego del final de partido contra el Nápoles y la contundencia en el remate que exhibió frente al Atlético le bastó al Barcelona para casi sentenciar el partido en la trepidante primera parte. Una buena jugada colectiva que falló Aubameyang por poco fue el primer aviso de lo que estaba por venir. Porque poco después, un gran pase de Jordi Alba para el gabonés permitió a Ahívalabala rememorar sus cabalgadas por los campos de la Premier. El remate a la escuadra del portero valencianista de apellido impronunciable confirmó que tuvo y que parece que aún retuvo.
Acusó el Valencia el golpe y en apenas seis minutos llegaron dos buenas combinaciones de todo el equipo visitante. La primera de ellas tras buen control de Busquets, pase en profundidad de Jordi Alba y asistencia de Dembelol que culminó con el gol de Frenkie DecepJong llegando desde la segunda línea. Todos los repudiados aportando al equipo. Larga vida al mago de Tarrasa.
Todo le salía tan de cara a los de Xavi que hasta el VAR, recientemente esquivo, también jugó a su favor. Ya había intervenido para dejar en nada el garrafal error de Ter Statuen con el 0-1. Después, unos escasos milímetros validaban el segundo gol de Ahiva —tras otra buena triangulación ofensiva— y varios centímetros en contra anulaban el del Valencia. Imposible no pensar que en tiempos pretéritos se hubiese pasado del 0-3 al 1-2 en cuestión de segundos. Pero este era el día en que todo entraba y las habituales patochadas defensivas se anulaban por cuestión de centímetros. Por si alguien se ha creído alguna vez la mentira esa de que el tamaño no importa.
No ganaba el Barcelona por 0-3 al descanso desde que el Celta le remontó en Balaídos. Y el espíritu de Aspas sobrevoló Mestalla cuando, a los pocos minutos de la segunda parte, Carlos Soler fusilaba de cabeza ante la pasividad de Mingueza y Araujo. El empuje físico y agresivo local, encabezado por Ilaix, arrugó ligeramente a los visitantes. Parecía que al ex canterano azulgrana le debía dinero su antiguo equipo. Al menos por la forma en la que repartió su tarjeta de visita durante todo el partido. Extraña mutación la sufrida en Alemania. O acaso el efecto Bordalás: si Mourinho fue capaz de convertir a un gran pelotero como Xabi Alonso en un auténtico tronkolari durante tres temporadas, su discípulo aventajado promete no ser menos.
Antes de que la reacción valencianista tuviese visos de remontada, la salida de Pedri dio aire fresco a su equipo. Y aún más gol. El canario parece decidido a aplicar las instrucciones de Xavi de buscar con más ahínco la portería contraria. Ya se le había visto más incisivo en sus últimas actuaciones. Esta vez se sacó un derechazo desde fuera del área que terminó por cerrar el partido pese a la media hora que quedaba por delante. Sacó el Valencia la bandera blanca, acaso pensando en el calendario próximo, y el cansino paso del tiempo permitió a los culés volver a los puestos Champions.
¿Que con Mourinho Alonso se convirtió en un tronkolari? total no llevan porquería pegada las lentes de tus gafas, colega.