El Blue Monday, el lunes triste, es una ocurrencia publicitaria que encontró en las redes sociales el caldo de cultivo ideal para prosperar, ya sabemos que quien tiene un hashtag tiene un tesoro. En 2005 una agencia de viajes pidió la colaboración de un imaginativo psicólogo, Cliff Arnall, para determinar el día más triste del año y aplacarlo, es obvio, haciendo reservas para las vacaciones. El doctor Arnall inventó una fórmula pretendidamente matemática para hacer ver que el tercer lunes de enero es una pena de día, cuestión que no le vamos a discutir este año. Entre las variables incluidas se encuentran el clima, los gastos navideños o la vuelta al trabajo, asuntos un tanto evanescentes que toman realce si los expresamos así: [C+(D-d)]TI / MNa

La mayor utilidad del Blue Monday, quizá la única, es que nos sirve en bandeja un tema de conversación. Hay quien se afana en darnos razones para ser felices y hay quien lo emplea para hacer memoria y preguntarse por el peor día de la historia de la humanidad. A eso nos vamos a dedicar aquí. A buscar la fecha más triste de siempre sin necesidad de fórmula matemática.

Para algunos fue el día que Hitler fue proclamado canciller (30 de enero de 1933, un lunes por cierto) y para otros la invasión de Polonia (1 de septiembre de 1939, un viernes negrísimo), desencadenante directo de la Segunda Guerra Mundial (entre 50 y 60 millones de muertos). No faltarán quienes señalen como el día más fatídico de la historia aquel en que Hitler fue rechazado por la Academia de Bellas Artes de Viena, alguna fecha entre 1907 y 1908, cuando el mundo perdió un mal pintor y ganó un gran genocida. Lástima que el destino no diera rienda suelta a la pulsión artística del Fuhrer, confesada en 1939 al embajador británico: “Yo soy un artista, no un político. Una vez se resuelva la cuestión polaca terminaré mi vida como artista”.

Siendo aceptable cualquier propuesta, tal vez tenga más sentido remontarse al asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria el 28 de junio de 1914 (un domingo) a manos de Gavrilo Princip. Ese día cayó la primera ficha de dominó de una hilera trágica que enlaza las dos guerras mundiales y por extensión la guerra fría y los conflictos siguientes. Aunque todo es cuestión de perspectiva. Princip, muerto en la cárcel tras ser sometido a un sinfín de torturas, es tenido por los serbios como un héroe nacional, con una estatua en el sector serbio de Sarajevo y una calle en Belgrado.

El 7 de noviembre de 1917 (miércoles), fecha de inicio de la Revolución Bolchevique, tampoco fue un día alentador en la historia contemporánea en términos de vidas sacrificadas. Se calcula que cien millones de personas murieron por los regímenes totalitarios que se instauraron a partir de la Revolución rusa, 65 millones en China.

Las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima (6 de agosto, otro lunes) y Nagasaki (9 de agosto jueves) también son acciones atroces, y no sólo por la fría ejecución de población civil (246.000 muertos), sino porque son responsabilidad de las presuntas “fuerzas del bien”.

Fue muy recordado durante el infausto 2020 que el año 536 tampoco resultó esplendoroso. Si supiéramos el día en que entró en erupción el volcán islandés que provocó 18 meses de oscuridad en Europa, Oriente Medio y China bien podríamos declararlo el peor que ha existido. La ausencia de luz solar mató a las cosechas primero y a los hombres después.

Dicho lo cual, no hay muerte más influyente en la historia de la humanidad que la de Jesucristo. El problema en este caso es teológico y podría engullirnos. La muerte y resurrección de Jesús son el fundamento de la fe cristiana, de modo que la crucifixión es un hecho que, de haber sido evitado, hubiera vaciado de contenido el cristianismo con consecuencias inimaginables, aunque sugerentes para todos aquellos que sitúan a las religiones en el origen de un conflicto milenario. Metidos en harina, tal vez fuera preferible pintar de azul el día en que Eva mordió la manzana.

Quienes no practican el antropocentrismo consideran que el peor día de la vida en la Tierra fue cuando un asteroide del tamaño de Manhattan chocó contra la península del Yucatán, hará 66 millones de años. La colisión nos dejó sin el 76% de las especies terrestres, incluidos los dinosaurios.

Diplodocus al margen, a falta de encontrar un día indiscutiblemente malo, estamos en condiciones de afirmar que el 30 de enero es una fecha poco recomendable, especialmente para Alemania. En tal día fue proclamado canciller Hitler, los alemanes se rindieron en Stalingrado (sábado) y fue hundido el trasatlántico Wilhem Gustloff por los torpedos de un submarino soviético (martes), en lo que sigue siendo la mayor tragedia naval de la historia (9.343 muertos). Un 30 de enero de 1948 (viernes) fue asesinado Mahatma Ghandi, razón por la que ha sido declarado como el Día Escolar de la No Violencia y la Paz.

En sentido contrario, el 11 de abril de 1954 ha sido declarado “el día más aburrido de la historia”. Así lo determinó el programa True Knowledge, que rastreó a través de 300 millones datos los hechos históricos más relevantes desde 1900, fecha por fecha. Pues bien, el domingo 11 de abril de 1954 no encontró nada. Ni guerras, ni golpes de estado, ni catástrofes naturales, ni muertes o nacimientos relevantes. Quizá el hecho más destacado es que el Real Madrid de Di Stéfano perdió aquella tarde en Balaídos (1-0).

Sólo el 18 de abril de 1930 puede competir con una fecha tan plácida. Aquella jornada, en el boletín de las 20:45, el locutor de la BBC sentenció: “Buenas noches, hoy es Viernes Santo. No hay noticias”. Para rellenar la programación, durante los quince minutos que debía durar el informativo se emitió un concierto de piano. Quién pudiera escucharlo algún día.

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