En esta España mojigata y cicatera, esta España blanda y ofendidita, donde cada vez más callan los que saben y donde cada vez más vociferan los ignorantes, de vez en cuando surgen voces discordantes que marchan a contracorriente, voces que no se asustan y que llaman a las cosas por su nombre. Una de esas voces es la de Don Inocencio Arias (Albox, 1940), de profesión diplomático. Don Inocencio, que callaba mientras ejercía, se ha soltado en la jubilación. En Esta España nuestra, su último libro, publicado por Plaza & Janés, no deja títere con cabeza. Hace un repaso exhaustivo repaso de política nacional e internacional, pero sin revanchismo ni odio; en todo caso desde el hartazgo más profundo de ver que no aprendemos nada.
Esta obra está escrita, sobre todo, desde la fundamentación. Es difícil haber leído un libro con una bibliografía tan profusa y tan rematadamente bien documentado. Se nota en cada una de sus páginas y en sus aseveraciones, siempre contrastadas con datos. Todo esto lo convierte en un trabajo absolutamente irrefutable, le pese a quien le pese, que me temo que va a ser a mucha gente. Porque Don Inocencio blande el mandoble a diestra y siniestra en la primera página y ya no lo suelta hasta la última.
La estructura que usa es muy llamativa. Toma el problema de España y lo sitúa en contexto. Narra hechos similares acaecidos en otros países o en otros momentos. De esta manera, no solo apoya su punto de vista sino que lo hace mucho menos discutible, además de ameno, porque los sitios y las épocas se suceden sin descanso.
En los 19 capítulos en los que divide su obra tiene tiempo de hablar de prácticamente todo. El subtítulo ya nos avanza un poco por dónde van los tiros: Mentiras, la nueva guerra fría y el tahúr de Moncloa. Cataluña, Marruecos, la Ley de Memoria Histórica, Trump, Biden, las jubilaciones o la pandemia son temas que toca con tino y con profusión. Sobrevolándolo todo aparece siempre el inefable presidente Pedro Sánchez, que no sale excesivamente bien parado. Convendremos en que el autor tiende a dar un poco más de cera a la izquierda que a la derecha, y habrá que achacarlo, además de a afinidades políticas, a que es la izquierda la que gobierna.
Hay que tener un profundo conocimiento de política internacional, una gran experiencia diplomática y una gran inteligencia para poder escribir este libro pero, si me lo permite Don Inocencio, también hay que tener una edad. Según se van cumpliendo años, uno va estando ya de vuelta de todo, sin filtro, sin tener que pensar en esa absurda tontería del qué dirán. Recuerdo ahora ese proverbio que decía que si le preguntas a un niño atente a las consecuencias. Cuando uno llega a una edad ya da lo mismo ocho que ochenta. Y Don Inocencio tiene 81.