La película Sin miedo a la vida (Fearless) se estrenó en 1993 y temo que pasó inadvertida. Quizá sea la menos recordada del director Peter Weir (El club de los poetas muertos, Master & Commander, nada menos) y de las menos citadas de ese gran actor que es Jeff Bridges. El argumento es fascinante en su planteamiento y no tanto en su desenlace. El protagonista se siente invulnerable después de sobrevivir a un accidente de aviación con numerosos muertos. El shock traumático se convierte en un despertar a la vida con música de los Gipsy Kings (Sin ella). En una escena memorable, Bridges cruza una autopista repleta de coches para poner a prueba su protección ante el infortunio. Sale bien librado. Esa misma imagen me vino a la cabeza en la enésima oportunidad del Athletic. Llegué entonces a la conclusión de que los jugadores del Real Madrid están en condiciones de cruzar la M-30 en fila india, Ancelotti a la cabeza y los ojos vendados. Cuesta dar con un partido en que el visitante dispusiera de tantas oportunidades claras —no menos de media docena— y no aprovechara ninguna. Las que no paró Courtois, bastantes, fueron falladas de modo sorprendente por los futbolistas del Athletic, o interrumpidas in extremis por un defensa, quién sabe si también por el ala de algún ángel.
Si semejante obcecación en el error resultaba asombrosa, no lo era menos la reacción del Madrid. O mejor dicho, su falta de reacción. El equipo no se inmutaba ante la sucesión de amenazas, como si sintiera la misma protección que Jeff Bridges en aquella película traspapelada. Y tal vez sea cierto que el Madrid juega protegido. En primer lugar por un portero del que se habla poco aunque explica mucho de todo lo bueno que le pasa al equipo (siete puntos de ventaja sobre el Atlético). Tampoco es desdeñable la protección que ofrece la autoconfianza que transmiten ciertos jugadores (Kroos, Benzema…), o el optimismo que irradia Vinicius, o la paz que proyecta el entrenador. La consecuencia es que el equipo no cree tener suerte, sino que ha llegado al convencimiento de que tiene razón y de que sigue el camino correcto.
No niego que el Madrid tuvo momentos de brillantez, pero juraría que fueron más en los que se vio desbordado, aunque tal cosa no le generara la más mínima angustia. En uno de los momentos más emotivos de la película, Jeff Bridges grita al cielo e interpela a Dios: “¡Quieres matarme pero no puedes!”. Hay que suponer que si Dios no le contestó es porque estaba viendo un partido del Madrid.