El 16 de enero de 1982, a las siete de la tarde, comenzó en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid el sorteo del Mundial 82, probablemente el más caótico que jamás se haya organizado. La ocurrencia de utilizar los bombos de la lotería para componer los grupos resultó un completo desastre y el sistema no ha vuelto a repetirse en sorteos posteriores para alivio de los niños de San Ildefonso y del público en general. Tal y como relatan las crónicas de la época, los bombos fueron probados el día anterior durante veinte minutos y según quedó luego demostrado el tiempo de experimentación fue a todas luces insuficiente. A la hora de la verdad, y ante una audiencia estimada de 500 millones de televidentes, se atascaron los bombos y se rompieron dos bolas, concretamente las de Honduras (grupo de España) y Austria (grupo de Alemania). Sucedieron otras calamidades, pero antes de detallarlas conviene ponerle un marco al evento.
Para España, el Mundial era un examen de modernidad. El torneo ponía a prueba la capacidad organizativa de un país que había recuperado la democracia cinco años atrás y que once meses antes había vivido un golpe de Estado con escenografía de opereta. Para medir la densidad del ambiente, basta señalar que la portada del ABC el día del sorteo estaba dedicada a los cuatro Jefes del Estado Mayor del Ejército, uno de ellos con bigote altamente inquietante. Que el sorteo era un acontecimiento relevante lo demuestra el hecho de que Radio España anunciara un programa especial con presencia de Mary Carmen y sus muñecos (Nicol, Daisy, Rodolfo y Doña Rogelia). En Televisión Española, el sorteo estuvo precedido por Aplauso, el programa musical presentado por José Luis Fradejas; una vez terminada la conexión con el Palacio de Congresos se dio paso a un partido entre el Sporting y el Barcelona (0-0 por si se lo están preguntando).
Entre los dos mil periodistas acreditados se encontraban Mari Carmen Izquierdo y Matías Prats, los narradores del sorteo para TVE. Nada estaba demasiado claro. El sorteo estaba dirigido, “pero no preparado”, como se encargaba de repetir Joao Havelange, presidente de la FIFA. Sin embargo, mantenía algunas intrigas, entre ellas la del sexto cabeza de serie. El privilegio debía corresponder por méritos deportivos a Bélgica o Polonia, pero la FIFA se lo concedió a Inglaterra esa misma mañana por ganar el Mundial 66 y haber inventado el fútbol, hechos prehistóricos aunque incuestionables.
La primera imagen televisiva nos mostró un escenario abigarrado donde unos imponentes ficus amenazaban con devorar la mesa presidencial. A un lado, se acomodaban los representantes de los 24 países clasificados. Al otro, los infaustos bombos. El día anterior se había hecho «una prueba con todo», pero sin atender a los cabezas de serie. El sorteo ficticio colocó a España junto a Italia, Alemania y Nueva Zelanda. Las cosas empezaban mal para nuestros intereses, tanto en el mundo real como en el imaginado.
El Príncipe de Asturias entró en el auditorio entre aplausos y en mitad de un bullicio de acompañantes. Todavía no asomaba su cabeza por encima del séquito, aunque le faltaba poco: catorce días después cumpliría catorce años. Junto a al Príncipe estaban Luis Ortiz, ministro de Obras Públicas, y Soledad Becerril, ministra de Cultura. Más allá, Enrique Tierno Galván, alcalde de Madrid (“el que no esté colocado, que se coloque”), y Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional. De fondo, un buen surtido de gorras de plato.
El periodista José María Casanovas ejerció de presentador oficial y Pablo Porta comenzó una serie de discursos somnolientos que llegaron al paroxismo cuando Joao Havelange alabó a España como “cuna de la civilización, patria de sabios poetas y estadistas y hermoso país de tradiciones milenarias”. Superado el trance, no sin cierta dificultad, Hermann Neuberger, presidente del Comité organizador de la FIFA (además de presidente de la Federación alemana), explicó las peculiaridades del sorteo, entre las que se contaban los criterios de “continentalidad regional”. Resumiendo: Perú y Chile no se podían enfrentar a Argentina y Brasil en la fase de grupos. El show estaba por comenzar.
Los niños de San Ildefonso se hicieron cuerpo y flequillo cuando fueron presentados los tres bombos que servirían para ordenar el cuadro final. A sus ropajes habituales, como de tuno infantil, añadían un brazalete con la bandera de España que los hacía parecer miembros de alguna asociación muy patriótica. Sobre las monturas de las gafas que estaban de moda en la época trataremos de pasar de puntillas. Blatter, todavía con pelo, explicó qué equipos entraban en cada bombo y repitió el condicionante sudamericano.
La primera bola en salir fue la de Bélgica, que fue encuadrada en el Grupo de Italia. La siguiente en aparecer fue Escocia, a la que se ubicó en el grupo de Argentina. Así lució durante varios minutos el flamante panel en el Palacio de Congresos. Hasta que Neuberger devolvió una bola al bombo ante la estupefacción de los muchachos de San Ildefonso, adiestrados en sacar y poco duchos en meter. A partir de aquí no existieron muchas diferencias con el sketch de la croqueta de Martes y Trece. Blatter hablaba en francés, inglés y castellano mientras el público trataba, sin éxito, de entender algo. Sin necesidad de pasar por el bombo de nuevo, el cartel de Bélgica cambió de grupo y se trasladó al de Argentina; Escocia pasó al de Brasil. El revuelo era considerable y la realización se afanaba en los primeros planos: manos, bolas, cabezas, calvas…
El acabose llegó cuando uno de los bombos se quedó atascado en su orificio de expulsión. Las bolas bellamente disfrazadas de balones Tango no resistían tanto ajetreo. Se rompieron las de Honduras y Austria. Entretanto, un avezado operario intentaba favorecer la deposición con un objeto metálico; otro le hacía un tacto rectal al bombo en busca de la pertinaz oclusión. Los niños se partían de risa y San Ildefonso también.
El evento finalizó sin heridos graves y con un testigo de cargo, el documento videográfico. De no existir la grabación de TVE hoy costaría mucho creer que lo relatado sucedió realmente y que, pese a todo, entramos en la modernidad. Quién sabe si por allí andamos todavía.
Estos son los tipos de artículos que de verdad molan. Curiosos y poco frecuentes. Que de actualidad ya va uno empachado. Enhorabuena Juanma.
Había un mito, en Gran Bretaña de todos modos, que Escocia fue sacada del grupo de Argentina debido a la Guerra de las Malvinas. El problema es que se habría necesitado la máquina del tiempo para saber que este conflicto comenzaría en abril de 1982, ya que el sorteo se realizó en enero de 1982. Las noticias falsas no son nuevas.