Yo estaba allí la noche de autos, en el Estadio Vicente Calderón. Los cincuenta mil testigos de la proeza, sin embargo, eramos contingentes. El único necesario en esta historia era un esloveno, que fue enviado por el Dios del fútbol a la ribera del Manzanares cuando Joaquín Sabina escribió que allí infartaban los corazones. Jan Desfibrilador Oblak, el indio del arco.
Oblak en esloveno significa nube. Y allí nos tiene el bueno de Jan desde que encontró su lugar en el mundo y se unió a nuestra historia. A las nubes nos trasladó aquella fría noche de febrero en la que se consagró para el mundo del fútbol.
Y yo estuve en el sitio adecuado (primer anfiteatro del Fondo Sur), en el momento justo, tuve esa suerte. Justo detrás de la portería inabordable para el equipo de la aspirina, cuyos seguidores acabaron esa noche con las existencias del patrocinador. Vivir tan cerca un acontecimiento legendario en la historia del club, siendo el que sube y baja de las oblaks en un santiamén, no es fácil. Hay mucho donde elegir.
El estadio enmudeció cuando Giménez falló el despeje y dejó a Brandt mano a mano con el meta. El rubio delantero se preparó para fusilar las ilusiones rojiblancas, pero se topó con el gigante verde, sin lata, sin espárragos, todo brazos y piernas.
Primer proyectil neutralizado, pero vienen más en este Matrix futbolero. Ahora es Voland el iluso que pretende mover la red. En el primer envite todavía se le adivina convicción por lograr su objetivo, pero el eclipse esloveno se encarga de arrasar esa confianza con una atajada milagrosa en tiempo y forma. Vuelve a intentarlo, pero su lenguaje corporal refleja la certidumbre de lo que va a ocurrir, bajando los hombros impotente. Lo que pasa, claro, es una nueva salvada, esta vez incorporándose como un gato callejero en apuros, algo sólo al alcance de cancerberos con los abdominales más duros que el tobillo de una cabra.
Tres paradas de época en la misma jugada, lo nunca visto. Como en la primera intervención, el guardameta se hizo grande y de la literalidad pasó a la metáfora en un suspiro.
El desenlace de este momento de locura animal también tiene su explicación. Don Luis Aragonés desvió desde el palco 8 del tercer anfiteatro el tiro de Chicharito, que hubiera cercenado la leyenda con un gol injusto a todas luces en esa jugada. Cualquier otro futbolista que no hubiera pasado por nuestro vecino, y por tanto que no portara su ADN, hubiera tirado el balón fuera de banda para empezar a aplaudir. Como no fue el caso, el eterno Míster condujo el balón por el camino correcto.
Desde el primer instante, todos los presentes supimos que habíamos sido testigos de algo muy grande. El tiempo ha ido aumentando la mística del momento, pero no creándola como en otras proezas deportivas.
Los jugadores del Bayer se miraban incrédulos y buscaban una explicación sin encontrarla. Los del Atlético compartían el asombro y respiraban aliviados, sobre todo Josema.
En los penaltis que decidieron la eliminatoria sólo se sorteó el primer lanzador. El lado fue el contrario al de la gesta, para compensar mínimamente a los espectadores más alejados.
Estos días la UEFA ha hecho públicas seis grandes intervenciones de porteros en la historia de la Champions. con el objetivo de que una votación elija la mejor. La incertidumbre únicamente radica en saber quién se llevará el segundo puesto.
El milagro de Oblak es la parada de todos los tiempos, la salvada interminable, la magia y el muro, de Merlín y de Berlín. La proeza de Jan es la melodía encadenada, encarna la rebeldía de un gremio de locos que juegan al fútbol con las manos y que no son valorados como se merecen.
Cuando pasen los años, se seguirán recordando los vuelos sin motor del hombre tranquilo, pero será difícil desbancar este momento de primer puesto en el imaginario rojiblanco.
El listón está en las nubes.
¡Buenos días! A todos nos pasa que mezclamos recuerdos futbolísticos, y me temo que al articulista le ha sucedido lo mismo. En este caso, está mezclando el partido de la triple parada (que fue un 0-0 sin demasiada historia tras una victoria holgada en la ida en Alemania) con la eliminatoria de unos años después, que sí llegó a penaltis. ¿Estoy en lo cierto?¿Otros atléticos que lo confirmen?¡¡Gracias!!
P.D. Animo a A La Contra a publicar las crónicas de los partidos del Atleti, siguiendo la estela saga de Ennio y Gabi, que en su día hicieron un gran trabajo. ¡Se echan de menos!