El partido se define por una escena que se ha convertido en gif, o en meme, o en condena de la retórica pomposa. Les pongo en situación, aunque ya me ven venir. En busca del arca perdida, 1981. Indiana es desafiado por un tipo malvado que alardea de su manejo de la cimitarra. El profesor Jones, que hasta entonces se había defendido con su látigo, zanja la cuestión de forma expeditiva. Se cambia el látigo de mano, desenfunda su revólver y le pega un tiro al exhibicionista. Eso, exactamente, hizo el Real Madrid con el Inter.
La famosa escena fue improvisada durante el rodaje. Fue una solución de emergencia propuesta por Harrison Ford. El actor sufría disentería (la diarrea es el más comprometido de los síntomas) y no se veía capaz de afrontar un duelo que en el guion original ocupaba tres páginas y media. En principio, Indiana debía pelear con su látigo y desarmar al agresor después de una compleja coreografía de lucha entre los puestos del mercado. Spielberg accedió al cambio y el azar, en íntima colaboración con la colitis, confirmó que menos es más.
En el caso del Madrid, el equipo se tomó 17 largos minutos para observar el brillante despliegue táctico del Inter. Los italianos lucieron sistema dinámico y actitud ofensiva. Se desdoblaban con tanta diligencia que parecían superiores en número; se mostraban tan ambiciosos que también los creímos superiores en interés. Decir que pisaban el área de Courtois es quedarse corto: la pisoteaban.
Hasta que el profesor Kroos desenfundó el revólver y disparó. Su zurdazo fue tan mortífero como un balazo al corazón. Kroos no es ambidiestro, pero es alemán. Y los alemanes disparan con lo que sea menester y desde donde haga falta. De siempre.
Sobre la querencia del Madrid sobre lo germánico hay mucho escrito, pero yo mantengo que el Madrid se inclina más por los rubios que por los alemanes. Todo comenzó cuando una Saeta Rubia le cambió la vida. Desde entonces, el madridismo ha disfrutado de las melenas rubias de Velázquez, Sol, Zoco, Netzer, Jensen, Pérez García, Maceda, Schuster, Butragueño, Pardeza, Salgado, Beckham y ahora Kroos y Modric. Permítanme la excepción de Prosinecki, que era un rubio pajizo y ardió igual.
Pero me estoy yendo del tema. A partir del gol los italianos dejaron de creer en lo que estaban haciendo. Decía Josep Pla después de un viaje a Italia que no vio a un solo italiano tonto, y yo creo que el interismo entero se sintió tan estúpido como el espadachín de Indiana. El equipo se fue diluyendo mientras Kroos seguía en busca del arca perdida. Digamos que en este caso la descomposición la sufrió el agresor y fue culminada con la expulsión de Barella, roja por bobo.
Ya con todo el pescado vendido, el gol de Asensio salió del joyero de su pierna izquierda. Quién fuera zurdo para repartir perlas cada mes y poder dormir el resto del tiempo.