Una manera de entender lo que fue Franco y el franquismo es observar la reacción a su muerte. El repaso que aquí se inicia no pretende ser crítico, solo testimonial. Sería ventajista señalar a personas y a medios de comunicación. Es seguro que hubo sentidos elogios al dictador y otros que fueron impostados. Hoy se hace difícil calcular la preocupación y el miedo ante el incierto periodo que se abría. La represión ejercida durante 36 años dejó secuelas de larga duración; costó asumir que Franco no levantaría la cabeza al tercer día o al tercer año. Así que no se trata de juzgar, sino de sobrevolar el 20 de noviembre de 1975 a través de los periódicos del día, tal como éramos.

Dentro del concurso de hipérboles que santificaban al Caudillo, las alabanzas más forzadas se escribieron en la portada del Marca. En el intento (bastante delirante) de relacionar al Generalísimo —achaparrado y barrigón— con el deporte, el editorial llevó por título “Un deportista ejemplar”. Junto a una foto de Franco a lomos de un caballo blanco se puede leer: “Un estilo, un auténtico estilo deportivo informó toda su existencia. Con deportivo temple, supo acaudillar a España en años difíciles, supo ser el Jefe del Estado de la paz larga y venturosa. Deportivamente, Francisco Franco ha hecho posible la realidad de esta España abierta a las mejores esperanzas de futuro. Ese estilo, ese espíritu, ese talante de Francisco Franco ha sido consecuencia de toda una actitud ante la vida en la que el deporte ha estado vivo y presente. La estampa de Franco, Jefe del Estado Español, como deportista activo y practicante es familiar a todos los españoles. Buen jinete, hizo de la equitación prolongación de su vida militar; el golf pulió su pulso y su destreza, y la pesca adiestró y fomentó la paciente espera, la firmeza, la exactitud en el acierto del momento, la saludable armonía de cuantas virtudes brindan estos menesteres que piden por marco la grandeza de naturales escenarios, tierra adentro o en la mar. Francisco Franco era, en su corazón y en su quehacer, un deportista íntegro, y el Deporte, que templaba su cuerpo, se proyectaba en su conducta como hombre y como estadista”.

En el AS no fueron tan imaginativos… o tal vez sí. El caso es que se concentraron en su vertiente política. “De la España del 18 de julio de 1936 a la España de 1975 media la distancia entre un país sumido en la anarquía y en la descomposición y un país próspero y sólidamente ordenado, que ya ocupa un puesto entre las naciones desarrolladas de Europa. Este ha sido el resultado de 35 años de paz presididos por una inteligencia política superior. Pero esta vez ha llegado el fin de tan extraordinaria existencia. Y al decir adiós, con honda emoción, a Franco, sabemos que su obra queda y que su figura histórica se engrandecerá aún con el tiempo. Y este adiós entraña también una gran esperanza, SAR el Príncipe de España va a ceñir la corona de sus mayores y llevará a su patria, con el unánime consenso del pueblo, hacia las metas ambiciosas cuyo camino abrió con dolor, pero con gran ventura, la figura señera del Caudillo”.

El Mundo Deportivo de Barcelona insistió en la idea y en esa retórica que casi resulta cómica de tan ampulosa. “Franco recogió una Patria deshecha en banderías, sometida a la indisciplina, a la rebeldía, al derrotismo, a la indolencia y a la disgregación; una Patria en la que lanzar un ¡Viva España! llegó a considerarse grito subversivo y los ¡Mueras a España! eran coreados y aplaudidos. La muerte del conductor de hombres que siente como se extingue su vida con serena conformidad porque sabe que si bien a él le correspondió la pesada tarea de rehacer y salvar el cuerpo de España, célula a célula y soplo a soplo, ganando las tierras y sus hombres palmo a palmo y gota a gota, sabe también muy bien que tras su desaparición física todo quedará atado y bien atado para que no pueda perderse en el futuro la herencia que deja al pueblo español”.

“Por primera vez en su azarosa vida —prosigue El Mundo Deportivo—, Francisco Franco ha capitulado. El gran volcán de su corazón ha cesado de latir. Pero su capitulación ha sido esa derrota inevitable que ningún ser humano es capaz de evitar y que incluso reviste aires de tragedia cuando llega una vez colmada la misión que la Providencia ha encomendado a cada ser humano”.

Entre las exageraciones más sobresalientes hay que destacar a la revista Lecturas, que tituló: “Adiós a España”. Y entre las mejores ocurrencias es obligado nombrar a la revista del Sindicato de la Construcción: “Adiós al primer constructor”. En esos márgenes se movió la prensa española sin que nadie, al menos en voz alta, hiciera crítica alguna.

En los periódicos del día también se recogió la consternación del mundo del deporte. Y en este caso lo que más llama la atención es la desapasionada condolencia de Santiago Bernabéu en comparación con los pésames desgarrados de otros personajes deportivos. Mientras Agustín Montal, presidente del Barcelona, destacó que el Barcelona se sumaba “al dolor nacional por la pérdida irreparable del Jefe del Estado”, el presidente del Real Madrid se limitó a decir: “Bajo su mandato ha habido paz en España y hoy por hoy la paz es lo que más interesa en el mundo”. Solo eso.

Bernabéu no hizo más que ser consecuente con su forma de pensar (monárquica) y con los desencuentros que había tenido con diferentes franquistas, de Millán Astray, fundador de la Legión, a Rafael Cavestany, ministro de Agricultura. Se dice que en aquellos años en España solo se podía llamar a dictador a Don Santiago, y aunque la acusación le irritaba, nada le molestaba tanto como que le dijeran que el Real Madrid era el equipo del Régimen: “Cuando acabó la guerra nos metieron en la cárcel a medio equipo y los directivos del Atleti eran todos coroneles”.

El otro gran presidente de la época, Vicente Calderón, fue ligeramente más locuaz: “Su entrega al servicio de España y de la configuración del futuro del país permanecerán como un ejemplo inolvidable”. Elogios muy modestos en comparación los de Juan Antonio Samaranch, cinco años después presidente del Comité Olímpico Internacional: “Con Franco se cierra el capítulo más importante de nuestra historia. Recordemos o informémonos de lo que era España hace cuarenta años para valorar su magistral obra de gobierno. Nos deja un país unido, socialmente equilibrado, económicamente próspero y dueño absoluto de sus destinos. En esta hora debemos, con más firmeza que nunca, alinearnos con el que dentro de poco será rey de todos los españoles”.

Entre los deportistas, pocos los sintieron tanto como Mariano Haro, once veces campeón de España de cross: “La primera vez que le vi se me paró el corazón. Mi admiración hacia él no tiene límites. Desbordaba con su sencillez y amabilidad”. Bahamontes añadió una nueva faceta a sus muchas virtudes, la erudición deportiva. “Me recibió un 18 de julio, después del Tour y me dijo: ‘Hombres así, con su casta, tendríamos que tener muchos porque dejarían bien alta la bandera del país’. Luego se enfrascó conmigo en una conversación deportiva que yo no podía seguir. Parecía saber de todo”. Algo similar le dijo el Caudillo del Deporte a Paquito Fernández Ochoa: “España necesita más hombres como usted”.

Los chascarrillos del Dictador eran una anécdota recurrente. El mítico Ricardo Zamora —encarcelado por los republicanos y por los nacionales— se manifestó así el 20 de noviembre: “Es una pérdida terrible para España. Desaparece un hombre sabio, hábil y bueno que ha conducido al país por un larguísimo periodo de tranquilidad y paz. Recuerdo que el 16 de noviembre, cuando me recibió en El Pardo, bromeó conmigo diciéndome: “Hola, Zamora, ¿ya no paramos, eh?”. Para Gento acomodó el chiste: “A mí un día me dijo: ‘¿Qué hace usted para correr tanto?”.

Las palabras de Manolo Santana son especialmente significativas, por cuanto elude cualquier comentario político: “En el aspecto deportivo, Franco ha significado todo. La audiencia que me concedió después de mi triunfo en Wimbledon constituye uno de los recuerdos más gratos y emocionantes de mi vida”. Supermanolo se refería al partido de exhibición que disputó en El Pardo en 1966, poco después de ganar Wimbledon. Terminada la pachanga con José Luis Arilla, ambos tenistas fueron invitados a merendar con Franco, que le hizo a Santana el siguiente comentario: “En las guerras a veces pagan justos por pecadores y ese ha podido ser el caso de su padre”. Por lo que se ve, el dictador no solo memorizaba los resultados deportivos, también las penas de cárcel. El padre de Santana había pasado seis años encerrado por republicano. No fue el único. Pero ningún periódico habló con ellos el 20-N.

3 COMENTARIOS

  1. Brillante e instructivo artículo, Juanma. Felicidades por tanto. Y que sigas mucho tiempo… a la contra. Saludos.

  2. Admiradísimo Trueba excepto cuando se le van los colores a límites que sonrojan. Sin duda don Santiago era el primer opositor al Régimen… vaya tela…
    Más creíble desde luego es que el Atlético Aviación fuese el primer equipo del régimen con una perspectiva de análisis de la historia más rigurosa y sin duda que le dio el relevo a su vecino justo cuando llegó don Santiago y entonces perdió el ya Atlético de Madrid sus parabienes que pasaron a ser dificultades continuas a la par con el Barcelona.
    En la década de los 70 sí que recibió algún favor el Atleti del dictador para suavizar el continuo acoso de Arias Navarro al equipo de Vicente Calderón

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