Algunas opiniones sobre los guiones de Aaron Sorkin:
La gente no habla así en la realidad, no es creíble, se nota que son diálogos muy pensados y preparados, que no surgen espontáneamente. No puedo seguir los diálogos, van muy rápido. ¿Cómo pueden ser todos los personajes tan inteligentes y tan profundos…?
Mi opinión sobre las opiniones:
Para escuchar vulgarismos, patadas al diccionario, errores en los verbos, redundancias, personas que no encuentran las palabras y tiran de latiguillos insoportables, para eso no es para lo que espero cada nueva entrega de Sorkin. Me basta con salir a la calle, poner casi cualquier tertulia de televisión o radio convencionales, seguir un debate político o entrar en redes sociales.
De él se espera la excelencia, porque es a lo que nos tiene acostumbrados. El universo creado por este genio de las palabras nos envuelve y nos extrae temporalmente de la realidad y de su vulgaridad, de la estupidez generalizada, de la rutina. El precio que pagamos por sus creaciones es el mismo que se paga por productos de marketing de moda, repetitivos y con guiones plagados de onomatopeyas, donde la tecnología audiovisual de efectos especiales es el reclamo principal.
Sus primeros trabajos como guionista, en algunas películas de gran éxito, no son muy conocidos por el gran público. Detrás del magnifico guion de Algunos hombres buenos despuntaba su genio en ciernes. Quién no recuerda la mítica escena del general (Jack Nicholson) forzado por la retórica del abogado (Tom Cruise) a reconocer que ordenó el famoso “Código Rojo”. Pocas veces han estado ambos mejor en otras películas.
El guion es lo más parecido a un coche de Fórmula 1. Te da igual tener a Marlon Brando o a Jack Lemmon: si lo que dicen es intrascendente y vacío la película naufraga. Al revés, con unos diálogos brillantes, hasta actores limitados pueden realizar trabajos meritorios y el resultado final siempre será, al menos, aceptable.
Si ensamblas a los mejores pilotos con el mejor coche, entonces te encuentras con The West Wing (El ala oeste de la Casa Blanca). La maravillosa serie basada en las andanzas de un ficticio Presidente de los EEUU y su equipo.
Una gozada absoluta en las cuatro temporadas que Sorkin se encargó de escribir y que le auparon al reconocimiento generalizado, además de obtener todos los premios posibles. En una época en la que era más habitual aunar calidad y galardón en los certámenes de cine o televisión.
Con anterioridad, se habían emitido dos temporadas de la serie Sports Night, que no se estrenó en España pero que ya tiene su sello inconfundible y que recomiendo fervientemente.
The West Wing nos regaló cientos de momentos memorables, pero tengo una escena favorita. Y en el top 3 de todas las series que he visto.
Temporada 2, Episodio 22, Dos catedrales: Brothers in arms de Dire Straits sonando de fondo y acompañando al Presidente Bartlet rumbo a la rueda de prensa donde anunciará si se presenta a la reelección. Lluvia torrencial, truenos y relámpagos, Knopfler haciendo llorar a su guitarra como el cielo. Y el colofón de la mano de Leo con una frase que ha pasado a la historia de la televisión: «Watch this…».
Aunque no alcanzó el nivel de éxito de su predecesora, The Newsroom, la siguiente aventura de nuestro amigo, me gustó especialmente. Sobre todo su primera temporada.
Esta vez, su bisturí verbal disecciona los entresijos de un programa de noticias de televisión por cable. En mi opinión, se notan algunas concesiones patrióticas derivadas del momento en que se realizó y se pone demasiado el foco en relaciones personales; pero sigue siendo puro Sorkin y en muchos momentos deja sin habla. El arranque del piloto por ejemplo, donde la respuesta de Will McAvoy a una pizpireta estudiante en la Universidad seguro que atragantó a Trump la cena. Jeff Daniels realiza el mejor trabajo de su carrera, como Martin Sheen en El Ala Oeste de la Casa Blanca, y en ambas el resto del elenco está sembrado.
Los guiones de Sorkin son vertiginosos, brillantes e inteligentes; demandan un esfuerzo por nuestra parte muy superior a la media de la oferta. Material sin cortar, no adecuado para todo el mundo, pero que proporciona un nivel de satisfacción enorme si lo consumimos en las dosis adecuadas. No apto para telemaratones si queremos sacarle todo el partido.
Alternando sus trabajos para la televisión, es el responsable de los guiones de magníficas producciones para la gran pantalla: Moneyball, La Red Social, La guerra de Charlie Wilson o Steve Jobs le han elevado a la cúspide entre los escritores de Hollywood oscarizando su casa y su cuenta corriente.
Pero es que ahora también le ha dado por dirigir sus creaciones. Molly’s Game y El Juicio de los Siete de Chicago nos han confirmado que tras la cámara su genio se adapta y sigue manteniendo el nivel de excelencia.
Se pueden revisitar sus series y siempre encontramos detalles nuevos que sorprenden. Es lo que tienen los genios, que nos regalan talento actual, pero también imperecedero y que el tiempo se encarga de transformar en clásico.
Esperemos que todavía falten muchas entregas por disfrutar.