Se malvaron los suebles. Pero aún se trasca la magedia. Así se resume verbalmente el desbarajuste futbolístico de este Barça. Tras 15 meses de Q-Manismo el equipo está entre cero y nada trabajado tácticamente. Y así, mientras Busquets y Gavi brillan con la Selección, cuando visten de azulgrana parecen solo una vieja gloria y un chaval a medio hacer. El famoso ecosistema. Nuevamente un partido donde todo dependía de que «saliese» una jugada de la nada. O de algún destello aislado que resuelva el partido. Lo que sin Messi equivale a encontrar un trébol de cuatro hojas. Pases sin sentido, sin buscar nada en concreto, sin una idea de juego. Y para acabar casi siempre en centros a la olla. Si alguno llegó tarde por lo inhabitual de la hora, tan solo se perdió la demostración de variedad de remates de cabeza de De Tronk. Variedad sí, pero con un mismo fin: todas fuera. Se rumorea que la llegada de Luk es un castigo del Dios del fútbol a los culés por celebrar la marcha del Hombre Gris. ¿Con qué nos sorprenderá esa deidad cuando se vayan Chutinho y Dembelé?
Con este planteamiento no fue extraño que solo hubiese que esperar la friolera de 200 minutos (más los descuentos) para que el Barça tirará entre los tres palos en Champions. Probablemente un récord difícil de superar más en el haber de Q-Man. Y al Barça le salvaba que a su rival solo le queda el nombre de quien le ridiculizó a finales de los 90. De Shevchenko y Rebrov a De Pena y Supriaga… No hace falta que dises nada más. Acaso el partido más placido de Ter Stegen en mucho tiempo. El alemán observaba desde su área la oda al centrismo de su equipo. Y en uno de tantos, Piquesident cazó el balón y adelantó a su equipo. Algunos culés dudaron entre celebrarlo o lamentarse: ¿se avecina una nueva renovación?
La segunda parte fue la continuación de una pesadilla futbolística que ni siquiera Ansu Fati pudo mejorar. Daba pena pensar en los pobres desgraciados que pagaron una entrada por ver este espectáculo… aún peor si encima tuvieron la osadía de comprar un Frankfurt con salsa “especial de la casa”. De haberlo sabido, se debería haber regalado entradas a los asistentes del reciente Festival de Sitges: solo con auténticos fans del horror es posible llenar el campo.
La salida del Kun Paragüero (sin lesionarse) y los bailes a lo Chiquito de la Calzada de Chutinho cada vez que recibía el balón aportaron algo de jolgorio en el público. Pero, a nivel futbolístico, solo habrán servido para asustar a los señores de Newcastle que se estén planteando su fichaje. La nulidad ucraniana ni siquiera hizo pasar apuros a los locales para mantener la ínfima victoria que permite seguir vivos en la Champions. La buena noticia es que ganando los dos partidos que quedan, el Barça estará en octavos. La mala es que si sigue jugando como hoy será muy difícil.