Delicioso. Esta es la palabra que se me viene a la cabeza para hablar de Hoy caviar, mañana sardinas, porque no creo que pueda haber otra definición más certera. Y no lo digo porque el libro esté lleno de recetas, que también, sino por las sensaciones que causa, por todo lo que cada bocado te evoca, por lo que transmite esta reedición de la infancia y la juventud de los cuatro hermanos Posadas, aglutinados en torno a ese personaje absolutamente fascinante que era Bimba Sañé de Posadas, su madre.
Este libro es el recorrido de aquellas infancias, de aquellas vidas que deambulaban por Europa en pos de Luis Posadas, el padre, el embajador de Uruguay. La historia se plantea desde diferentes puntos de vista, porque este libro está escrito, o casi diría yo cocinado al alimón, por Carmen Posadas (Montevideo, 1953) y su hermano Gervasio (Montevideo, 1962), con la ayuda de sus recuerdos y los de sus hermanos y amigos, y con la inestimable ayuda también de Los cuadernos de Bimba. Ella los iba guiando en sus vidas, sazonándolos y dándoles sabor, para que quedasen lo mejor posible, como guiada por un invisible libro de cocina del que a veces extraía las recetas, escritas o inventadas.
Este es un libro —¿o debería llamarlo guiso?— donde se mezclan el hedonismo de las clases altas europeas con el más puro sentido práctico, ese del que hacía gala Bimba cuando a falta de recursos o de tiempo tenía que tirar de ingenio, lo que hacía que todos cayesen rendidos. El humor, y hay mucho, va de la mano de la ternura. En sus páginas, y como si de ingredientes se tratara, se mezclan Nixon, Carmen Polo, la Reina Isabel II, Miguel Bosé o Vallejo-Nágera. Porque la vida para Bimba Sañé era eso, un enorme libro de cocina; si sabías elegir la receta adecuada siempre te iba a salir algo delicioso. Nada había que parase a los Posadas, ni siquiera los golpes de estado, porque todos los golpes, incluso esos, los paraba Bimba para que nada trastocase sus vidas.
Hoy caviar, mañana sardinas es un plato que Carmen y Gervasio han cocinado con mucho amor, porque los Posadas, además de buenos cocineros, siempre han sido muy buenos anfitriones. Es un libro para devorar, humeante y oloroso, y que te va a dejar un excelente sabor de boca y con ganas de más. Palabra.