Es más que probable que el personaje más relevante en la historia de España haya sido Cristóbal Colón, en íntima colaboración con los Reyes Católicos. Su tenacidad, admitida y fomentada por los monarcas, propició el Descubrimiento y todo lo que trajo consigo. Si el Rey Juan II de Portugal hubiera tenido el mismo olfato que Isabel y Fernando, o tan buenos consejeros, los 600 millones de personas que hablan español en el mundo se expresarían en perfecto portugués. Casado con una acomodada joven de Madeira, Colón llegó a España tras ser rechazado por el monarca luso. De repetirse el fracaso, sus siguientes objetivos hubieran sido Francia e Inglaterra, mejor no profundizar en tan tenebrosas distopías.

Pero la idea en fecha tan señalada no es hablar de Colón (asunto que dejamos en manos de los historiadores y de Pérez Reverte), sino de su huella en el deporte, concretamente en el fútbol. Llama poderosamente la atención que ningún club español reciba el nombre del descubridor. En América son muchos los Colones que le rinden homenaje, de Argentina a Estados Unidos. En Italia destaca la Societá Ginnastica Ligure Cristoforo Colombo, fundada en 1877 en Génova y dedicada a la gimnasia, al remo, al esgrima, al ciclismo y, de modo esporádico, al fútbol. Allí, según parece, no tienen dudas sobre el origen del navegante, aunque hay datos que invitan a elucubrar. Si bien Génova es la opción más cierta, ninguna de las cartas que escribió a sus hijos —o al banco genovés con el que despachaba— fueron escritas en italiano.

No obstante, el debatido origen del navegante (hay teorías que defienden que era gallego, vasco o andaluz) no es la razón de su vaporosa presencia en el fútbol y en el deporte nacional. El asunto se relaciona más exactamente con la extraña forma que tenemos los españoles de digerir la historia, incluso la buena. Existen excepciones, naturalmente. El estadio Colombino (nuevo y viejo) del Recreativo de Huelva rinde justo homenaje a la vinculación de Colón con la provincia, tal y como lo hace el alicaído Torneo Colombino. En el Monasterio de La Rábida, Colón encontró el primer apoyo y del puerto de Palos partió el primer viaje a las Indias.

En América, sin embargo, el descubridor está más pegado a la carne. El Club Atlético Colón de Santa Fe, Argentina, fue fundado en 1905 y su nombre surgió, casi a parte iguales, por la casualidad y por la admiración. Lo explicó uno de sus fundadores, Geáda Montenegro, en 1939: “Mientras se deliberaba el nombre que le pondríamos al nuevo club, le pregunté a Aníbal Rebechi dónde se encontraba su primo Juan y él me contestó que estaba estudiando historia, el descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Al decir esto, el mismo Aníbal exclamó: «¡Ahí está! Pongámosle Colón Foot-Ball Club». Y así se quedó. Sobra decir que Colón jamás pisó Argentina, aunque juegue cada fin de semana en sus campos de hierba.

Nunca imaginó el navegante que el futuro le depararía una conquista que en Santa Fe se recuerda casi tanto como su famoso descubrimiento. En 1964, el Club Atlético Colón venció al Santos de Pelé y cortó su racha de 43 partidos invicto.

En la inmensa provincia de Buenos Aires (15 millones de habitantes) se localiza la pequeña ciudad de Colón (23.000), hogar del Sportivo Barracas (1920). Curiosamente (o no), su equipación es roja y amarilla.

En la vecina Uruguay juega el Colón FC (1907), ubicado en Montevideo y que tiene como mayor orgullo el equipo femenino, cuarto en la Libertadores de 2016. Los chicos, entretanto, viajan por las categorías más modestas del país tras un efímero paso por la primera división.

En Paraguay cuentan con un Club Cristóbal Colón, nativo de la ciudad de Ñemby y ahora en la Primera B. Fue fundado en 1925 y los colores del uniforme no dejan lugar al equívoco: bandas verticales rojas y amarillas. También en Paraguay se ubica el Cristóbal Colón Football Club (1913), en cuyo escudo aparece una carabela.

El jovencísimo Deportivo Colón de Portoviejo (1997), en Ecuador, tiene la historia concentrada en su escudo: allí aparece la cara del Che Guevara y el taijitu, el símbolo del ying y el yang. Ni rastro de Don Cristóbal.

En Guadalajara (México) existió un Club Deportivo Colón (1908) que desapareció con la profesionalización del campeonato de liga. Por el color de sus camisetas, sus jugadores eran conocidos como los Celestes del Agua Azul. Tampoco prosperó en Managua el Colón (1911), de vida efímera en los albores del fútbol nicaragüense.

En Estados Unidos, el origen del Columbus Crew es topográfico e histórico. El equipo recibe el nombre de la ciudad de Columbus (Ohio), así bautizada en 1812 en homenaje a Cristóbal Colón. Por cierto, el equipo viste de rojo con una franja diagonal amarilla.

Colón también es una ciudad panameña con amplia actividad futbolera. Allí jugaron el Colón River Club y el Sporting Colón y allí juega todavía el Club Deportivo Árabe Unido de Colón, al que llaman DAU para no quedarse sin saliva.

El caso del Colombo FC hay que mencionarlo para evitar confusiones. La capital de Sri Lanka no tiene conexión alguna con Colón aunque esas eran las Indias que buscaba el Almirante. Los navegantes portugueses llamaron al lugar Colombo en libérrima adaptación de la expresión nativa kola-amba-thota, que significa «puerto con frondosos árboles de mango», como todo el mundo sabe.

Desde España, tanto los homenajes del fútbol de América como las coincidencias se observan con cierta admiración, por no decir envidia. Es verdad que en la madrileña Plaza de Colón se celebran los éxitos de las selecciones, pero nadie presta la menor atención al tipo que en lo alto de un enorme pedestal no quita ojo a América.

En fin, que nos merecemos que Colón sea genovés.

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