Hace unos días el Barcelona prolongó hasta 2027 el contrato de una de las perlas de su cantera, Ansu Fati. Un chaval de 18 años al que el club fichó cuando tenía diez. Un magnífico jugador con una buena capacidad técnica, buen control, muy hábil en el 1×1, buen disparo y que domina los dos perfiles para salir del dribling (al ser diestro le cuesta más salir por el lado izquierdo). En cuanto al físico es ligerito (1,78 para 66 kilos) y diríamos que es más hábil que veloz, con una velocidad punta de 30 km/h, muy lejos de los purasangre en su puesto: Werner (Leipzig, 34 km/h), Haaland (Dormund, 35 km/h), Coman (Bayern, 34 km/h), Kurzawa (PSG, 34km/hora), Walker (City, 35km/h) y Mbappé (PSG, 37km/h).
Es ahora cuando Ansu debe mejorar esa carencia después de su lesión grave de rodilla, que le tuvo apartado 11 meses de los campos de fútbol. No solo debe alcanzar el 80 por ciento de la potencia de su pierna sana para que su rodilla no sufra cuando la musculatura que sujeta la rodilla esté fatigada (vasto interno vasto externo recto anterior y crural), sino que es el momento de que con un trabajo minucioso de Fuerza (hipertrofia) mejore su potencia (fuerza x velocidad), añadiendo cuatro o cinco kilos a su estructura muscular para mantenerse en pie cuando choque con los tanques que en Europa y en España abundan en las líneas defensivas.
Como le pasa a Eduardo Camavinga, jugador recién fichado por el Real Madrid y de la misma edad que Ansu, la perla culé necesita pasar más tiempo en el gimnasio que en el césped. Que se lo pregunten a Halaand. Con un año menos que Ansu y Camavinga aumentó su masa muscular en 12 kilos y ahí está el resultado: el noruego es capaz de recorrer 60 metros con balón a un ritmo de velocidad brutal. Encima es capaz de llegar con la frescura física intacta para hacer gol. La fórmula está clara y al alcance de todos los jugadores que quieran seguirla.