Desde que se marchó Messi, el Barça es un auténtico tsunami. Declaraciones esperpénticas de Laporta y Koeman, totalmente enfrentados, ruedas de prensa insólitas de un entrenador que repite siempre la misma cantinela: es lo que hay, este equipo no es el mismo que el de hace ocho años, etc…
Como era de esperar, en este clima de tensión, los resultados no están siendo los esperados a pesar de la última victoria ante el Levante. La derrota contra el Bayern y los empates frente al Granada y al Cadiz todavía escuecen. Pero los problemas del Barcelona no son nuevos, sino que se arrastran desde que Messi estaba en el equipo. Entonces, el argentino disimulaba con dos genialidades partidos que se complicaban a partir del rendimiento físico. Ahora ya no está Leo…
La actual plantilla, en una hipotética evaluación de aspectos técnico-tácticos, quizá alcance el notable. Pero si nos centramos en el aspecto físico, suspende. La prueba más palpable es el rendimiento que está ofreciendo el repescado Griezmann en el Atlético de Madrid en estos primeros compases de la Liga. No aguanta el ritmo físico del equipo porque ha llegado con un déficit importante en la preparación física. Todavía no ha asimilado las cargas tan exigentes de la pretemporada atlética y su adaptación tardará en llegar.
Da la impresión de que el Barcelona no trabaja un conjunto de procedimientos y actividades realizadas para aumentar las capacidades físicas, léase Resistencia, Fuerza y Velocidad. Los rondos, los juegos de posición, los partidillos, los estiramientos y algún que otro saltito, no solo no aumentan las cualidades de los jugadores, sino que con el tiempo disminuyen alarmantemente la condición física. En el futbol actual lo físico es determinante por encima incluso de lo técnico-téctico. Un ejemplo de esta obviedad es el Real Madrid, que ha empezado la temporada en Liga y en Champions exhibiendo una frescura física que no tuvo la temporada pasada gracias a una pretemporada muy bien planificada en cuanto al volumen y a la intensidad. Sesiones maratonianas de carrera, sesiones muy exigentes en el gimnasio de fuerza explosiva y el balón como protagonista en distancias cortas para afinar la velocidad.
Esta base física tan amplia garantiza que si se produce un bajón en el rendimiento físico durante la temporada se puede subsanar con un par de retoques. Que el entrenador del Barcelona se deje de excusas y de lamentos. La solución no está en las ruedas de prensa, sino en entrenar, entrenar y volver a entrenar…