J. C. Santiago (Segovia, 1972) no se llama así. Es un pseudónimo. Lo usa porque alguien en su ciudad se llama como él. O tal vez porque, habituado a la novela negra, pensaba que el otro Alberto podía terminar usurpando su vida, su casa, su obra… Con los thrillers nunca se sabe. A veces los personajes surgen de algún oscuro callejón decididos a acabar con todo. De modo que decidió protegerse… J.C. pasa su vida recorriendo los umbríos bosques de la Sierra de Guadarrama, esos que se parecen a los que rodeaban la mansión de Don Corleone. Pero él, pasea solo. Crimen tras la muerte es su primera novela.
—La protagonista se llama Clara Demente. Toda una declaración de intenciones…
—Clara Demente, de mente clara. Es imposible resolver un crimen si en algún momento no piensas como el criminal que los comete. Entonces tienes que tener la mente muy clara para poder pensar de esa manera. Me pareció un nombre que construía en ese juego de palabras el personaje perfecto que quería crear.
—Pero es que el malo se llama Demis Sollozos…
—La novela transcurre en aquellos brutales inicios de la pandemia, en esos momentos que estábamos perdidos y pendientes de lo que podría suceder, ¿a quién no se le ha escapado algún sollozo en aquellos días? También es un guiño personal a Mario Puzo y El Padrino, a Virgil Sollozzo
—¿De dónde nace esta novela?
—Del caos, de la impotencia, de la falta de motivaciones en el día a día, había que crear, había que reinventarse para salir mentalmente hacia adelante. Escribir, era una buena opción.
—Clara, la protagonista, es inusual. Su vida privada es un descenso a los infiernos.
—Creo que todo el mundo tiene dos vidas, una de puertas adentro y otra en el exterior, donde en demasiadas ocasiones tenemos que poner una sonrisa forzada y no ser lo que somos. Clara es un caos dentro del orden, su orden. Su vida privada no es un descenso a los infiernos, su vida privada, tal vez, fue un infierno.
—Ella tiene un despertador con Bohemian Rhapsody y usa camisetas de Queen.
—En ese ritmo de vida que lleva necesita unos momentos de orden, de cuadrícula, tiempo habrá de que salga la inspectora Demente de su interior. Esa canción de Queen era algo así, era un imposible, una mezcla de estilos que podrían dar como resultado algo demencial. Muy Clara, muy Mercury, muy Bohemian Rhapsody.
—Y le da un uso al cepillo de dientes un tanto peculiar…
—He visto a personas limpiar las juntas de los azulejos con un cepillo de dientes, o esos rincones de complicado acceso, donde es necesario extremar la delicadeza para un resultado exquisito, ¿Verdaderamente estamos usando bien la denominación cepillo de dientes? Clara es así, en lo sencillo encuentra el placer, no se complica, y un cepillo de dientes es sencillo, ¿por qué no habría de ser placentero?
—Hay una cosa que me llama la atención y es que no tiene compañeros. La soledad es una constante en toda la novela.
—Decía anteriormente que la novela transcurre en plena pandemia, posiblemente en los peores momentos que hemos vivido en mucho tiempo. Te asomabas a la ventana y hasta las parejas de la policía municipal se habían roto, uno en cada coche, es lo que había, soledad.
—¿Por qué esa soledad de la protagonista?
—Es una soledad un tanto fingida, siempre está acompañada de su perro Clyde. Es complicado encontrar un compañero fiel. Es mejor estar solo que sentir soledad cuando estás acompañado. Tal vez Clara se siente así, pero no se siente sola.
—¿Pasar la vida en un bosque le ha ayudado en esta novela?
—Es habitual que, llegado el fin de semana, el bosque cambie mi punto de vista. A diario encuentras silencios, trinos de aves, animales. El sábado, cuando empieza a despuntar el sol en el cielo, el bosque cambia. Se esconden los animales y llegan los humanos, cambia el paisaje, se viste de colores vistosos, de camisetas cada vez más llamativas, de melodías de móvil y de posados para inmortalizar el momento. Esos días echo de menos el bosque y pienso cuando volverá a recuperar la normalidad, cuando podré sentarme a la sombra de un árbol y tranquilamente mirar al cielo y pensar, soñar despierto, recopilar ideas, escribir.
—Tiene El padrino como libro de cabecera… ¿Qué tiene esa novela?
—Que pregunta más complicada de responder. ¿Qué tiene esa novela? Yo más bien diría que no tiene esa novela, porque lo tiene todo. Personajes sin escrúpulos, pero con alma, con valores, mima con respeto la familia, la gran familia que podemos crear, esa familia que no nace, que se hace a nuestro alrededor. Siempre me acompaña El Padrino, porque para mí es algo más que un libro, es una reflexión.
—¿Cuáles han sido sus referentes en novela negra?
—No tengo un referente en novela negra, creo que la mejor novela negra que existe es la vida en general, es complicado escribir algo mejor. Hay historias que serían imposibles de narrar si no se hubieran dado. La mente humana es demasiado perversa, y esa es la mejor novela que podemos leer si la llegamos a interpretar.
—¿Y en la literatura en general?
—El Perfume de Sūskind y El Padrino de Puzo son esos libros que siempre están en mi recuerdo, tal vez fuera por el momento en el que fueron leídos, o porque sencillamente son fantásticos. Son compañeros inseparables de mis estanterías.
—Su novela tiene todo el aspecto de tener continuación…
—Esperemos que así sea, el comienzo de algo que para el lector sea tan atractivo como para querer más. En mi cabeza están más momentos de la vida de esta inusual inspectora, pero no tiene porqué ser una continuación, no se desvela la edad de Clara, queda en la perspicacia y la imaginación del lector, y Demente, en esa soledad, estoy convencido de que antes y después tuvo y tendrá vida, y eso seguro que da para alguna novela más.
—Ah, y no hemos dicho que esta ha sido su primera novela.
—El monte, el bosque, siempre te deja flotar la imaginación y te invita a soñar. Nunca había pensado en escribir una novela, y menos aún creer que se podría publicar, pero ahí está, gracias a Click Ediciones y a Sonido de Ideas (creador del audiolibro que pronto estará en el mercado). La vida te sorprende, y en la soledad encuentras un punto de creación, ha sido mi primera novela, estoy seguro de que no será la última y ojalá los lectores y oyentes disfruten con ella tanto como he disfrutado yo al escribirla.
—En Crimen tras la muerte, usa frases muy cortas, muy contundentes…
—Era el momento de enviar mensajes rápidos concisos, la vida pasaba muy deprisa, no podíamos perder el tiempo con nada. Había miedo. Trato de reflejar ese momento, velocidad, voracidad, sin pausa, sin exceso de metraje, tan solo lo necesario, algo que enganchase lo suficiente y que no resultara tedioso. No había tiempo para más, había que escribir y había que interpretar el momento que estábamos viviendo.
—Todo transcurre en Segovia, pero sin las típicas referencias claras, como intentando enseñar otra ciudad.
—Es una novela corta, y Segovia, es imposible de resumir en pocas páginas, mucho se ha escrito y se seguirá escribiendo sobre ella. Es parte de nuestra historia, de la historia de España. Podría hacer referencias a la ciudad, pero siempre me quedaría escaso, mejor pasar de puntillas, pero sabiendo que la ciudad está ahí.
—La única referencia constante es la pandemia.
—Desgraciadamente en el momento en que fue escrita la novela, era la única referencia constante en el tiempo que vivíamos.
—¿Cómo ve el mundo de los escritores y de los editores?
—Cada vez hay más gente que escribe, pero cada vez es más complejo llegar a los lectores. Los editores se enfrentan al problema de decidir qué se puede publicar, qué llegará a la gente. En mi caso, y por las circunstancias que en ese momento se daban, solo existe la novela en formato digital, espero que pronto pueda tener un ejemplar en papel en mis manos, hojearlo, olerlo y pensar: aquí hay mucho más que letras. Como bien has dicho, la novela transcurre en Segovia, vivo en Segovia, una ciudad pequeña, con un ritmo de vida distinto. Las personas que me conocen me paran en la calle y me preguntan. ¿La tendremos en papel? Yo no les respondo, miro la ciudad que me rodea y pienso… en Segovia necesitamos el papel. Es otra urbe, otro ritmo.
—¿Qué está preparando ahora?
—Si te lo cuento, tendría que matarte…
—Ups…entonces, para acabar, dígalo…que lo sepa España entera…usted es el auténtico Alberto Herrero…
—Solo puedo decir que en Segovia hay un gran fotógrafo que firma sus fotografías con el nombre de Alberto Herrero. Se que él se llama igual que yo, pero…¿de verdad él se llama Alberto Herrero?