El día (la noche) que Ancelotti apostó por los jóvenes, Luis García hizo exactamente lo mismo. Ahora es fácil decir que se equivocó, que era día (noche) para reclutar a treintañeros con bigote y muertos en el armario, pero quedan pocos valientes en el fútbol como para criticar a los que ejercen. Además, plantear el partido como un téorico intercambio de golpes (goles) fue un regalo para los aficionados, especialmente para los madridistas.
Vaya por delante que el Mallorca hizo mucho por jugar y nada por defender, lo que es una interpretación hippy (happy) del “salgan y diviértanse”. Ante un rival así dispuesto el Madrid se relamió como el gato Silvestre. Los chavales tenían espacios para correr y los veteranos tiempo para pensar. Nadie les presionaba, mordía o rascaba. Nadie les llevaba la contraria. Para colmo, el Mallorca regaló el primer gol (pase a Benzema) y colaboró decisivamente en el segundo con una absoluta ausencia de tensión defensiva. Cómo sería la cosa que Asensio pareció un tigre en ese jardín.
Ni qué decir tiene que los jugadores del Madrid se lo pasaron en grande. Cada globo que repartía el Mallorca lo retorcían para convertirlo en una espada para Benzema, un cañón para Asensio o un perro salchicha para Vinicius. En ese primer tramo, Camavinga brilló como mariscal de campo. También eso lo hace bien. No sólo corre como Valverde; además tiene visión periférica y pase preciso, un punto de pausa en su aceleración natural. Entiende el juego, que es lo más complicado a los 18 años.
Kang-in Lee fue el único jugador del Mallorca a la altura del partido. Quedó claro que es un futbolista más inteligente que Kubo, más cuajado, más completo en líneas generales. Su gol fue de muchísimo mérito por lo que tuvo de rebelión ante el naufragio.
También fue espléndido el segundo tanto de Asensio, pase a la carrera de Benzema. Su control de espuela sólo había que canjearlo en la portería por un gol. Y eso hizo.
El festival prosiguió con los mismos protagonistas y con el Mallorca haciendo los coros. Asensio consiguió el hat-trick con un zurdazo marca de la casa (la suya) y Benzema repitió después de bajar el balón con la espalda. Si tenemos en cuenta que en Mestalla marcó con el hombro, estamos en condiciones de afirmar que sólo le falta marcar o controlar el balón con la zona perineo inguinal.
Hasta Isco marcó en la mejor acción de un atropellado Vinicius. Incluso Jovic estuvo cerca de marcar. Si Ancelotti también culmina esta resurrección habrá que pensar en ponerle velas, San Carletto de Chamartín.