Don José María Carrascal nació en 1930 y salió de su casa a los 17. Dudó si ser filósofo ¿Qué mayor duda puede haber? Al final decidió ser marino. En 1957, cuando hacía solamente 12 años desde que los aliados habían acabado con Hitler, él ya vivía en Berlín. Al año siguiente comenzó su carrera como corresponsal de prensa. En 1966, cuando el hombre aún no había pisado la luna, él ya había pisado Nueva York como corresponsal para Pueblo y ABC. Ahora, con 90 cumplidos, tiene las ganas y la curiosidad intactas. Sigue madrugando y trabajando como si su futuro dependiese de ello. Siente una contumaz responsabilidad con esta sociedad que le ha tocado. Es un lector voraz, un ameno escritor y un consumado conversador.

Don José María, ¿cómo se ve la vida a los 90 años?

—Desde otra perspectiva. Este mundo ya no es aquel en el que nací, crecí y trabajé. Ni mejor ni peor. Distinto. Va a ser también mi última etapa. Habrá que aprovecharla.

—Me da la impresión de que tiene usted mucho de qué hablar y poco de qué callar.

—He tenido la suerte de poder decir lo que creo, y lo he dicho. En cuanto a callar, sólo he callado aquello que podía dañar personalmente a alguien por un error. Del resto he contado todo lo que he considerado importante.

—¿Qué está leyendo ahora?

—Más que leer, que ha sido desde niño mi gran pasión, releo. Hay una docena de libros… Las cartas de Fadrique Mendes, de Eça de Queiroz, Personas, obras, cosas, de Ortega y Gasset, cualquier novela, sobre todo las del Oeste, pero también las negras, de Elmore Leonard, los ensayos históricos de Sebastián Haffner y los sonetos de Quevedo, Lope y un contemporáneo que no voy a citar pues los poetas son muy celosos, pero no me cansaré de leerlo. A ellos acudo cuando ando falto de inspiración. Y nunca fallan  

—En uno de sus últimos artículos en ABC hace una analogía entre Laporta y los líderes independentistas… ¿Han sido ellos los que han echado a Messi?

—Creo, y lo he escrito, que han ido de pillo a pillo y al final ambos han salido burlados.

—Se habla poco de que Messi tenía una cláusula anti-independentismo…

—Me extrañaría. Messi es un personaje al que sólo le interesa el fútbol, que practica como muy pocos.

—¿Cree que el independentismo se ha aplacado con la liberación de los presos del procés?

—El independentismo no se aplaca ni con la independencia que el gobierno español no puede darle. Y cuantas más concesiones se les haga, más pedirán. Desde luego el indulto de los condenados no ha hecho más que enfurecerles.

—¿Por qué España es un país que se quiere tan poco? Del cantonalismo de la primera República al independentismo actual no hemos tenido descanso.

—Viene incluso de antes. España es un país-continente, en el que hay desde regiones húmedas hasta desiertos. Con gentes de muchas procedencias. Las actuales Comunidades Autónomas corresponden a los medievales reinos de Taifas. El imperio nos unió, pero desde que lo perdimos no hemos hecho otra cosa que pelearnos.

—Usted iba para filósofo, pero terminó como marino y conoció mundo a bordo del vapor Vizcaya ¿Sigue recordando el olor de los puertos, esos días de tormenta y esas noches de soledad en el puente?

—Sigo recordándolo… Mi primera novela, El capitán que nunca mandó un barco, refleja muchas vivencias de ese periodo. Pero afortunadamente me di cuenta a tiempo de que esa no era mi vocación. La mar es muy distinta en un barco que desde tierra. Aparte de que no tengo ningún dote de mando. Y de haber seguido, hubiera sido un auténtico fracaso.

—Imagino que en sus viajes habrá pasado unas cuantas veces por Gibraltar… ¿Gibraltar no es un fracaso histórico de la política exterior española?
—Gibraltar no sólo es el fracaso de la política exterior española, sino de España como Estado moderno. La causa es que estamos más engolfados en nuestras disputas internas que en el hecho de que tengamos en nuestro suelo una colonia, algo que se abolió con la Resolución 1514-XV de la Asamblea General de la ONU. Y así seguimos hoy. Y lo más triste es que así seguiremos, sin aprovechar la oportunidad que nos ofrece el Brexit.

—Debo decirle que su libro La batalla de Gibraltar me encantó…

—Muchas gracias. Es el acta casi notarial de los debates sobre la descolonización de Gibraltar en la ONU, que seguí como corresponsal en Nueva York en los años sesenta del pasado siglo.

—¿Cree usted que Gibraltar, como se repite constantemente, es beneficiosa para la comarca y en especial para La Línea de la Concepción?
—Gibraltar es una colonia inglesa en España, y el Campo (o comarca) de Gibraltar es una colonia de Gibraltar en Andalucía, que sólo aprovecha a los que se lucran de los negocios nada limpios que se practican en el Peñón, desde el contrabando de tabaco y otros productos al lavado de dinero.

—Verá, yo soy de La Línea y trato de estar informado. Cuando abrieron la verja en 1982, el presupuesto anual de Gibraltar era de 50 millones, casi todos procedentes del Ministerio de Defensa Británico, pues carecía de medios de vida propios. Hoy, según su propio boletín oficial, es de 650 millones de euros. La Línea, en 1982 tenía un 30% de paro y su renta era un 20% inferior a la media nacional y hoy… es exactamente igual ¿Cómo se sostiene que alguien todavía mantenga y defienda que Gibraltar genera riqueza?

—La economía de Gibraltar es, según se mire, un chiste o un milagro. ¿Cómo es posible que un Peñón, pues eso es, en el que no hay agricultura, ni industria, ni minería, ni pesca ni ninguna de las fuentes naturales de riqueza tenga tantas compañías como habitantes? Algo más de 30.000, aunque la mayoría de esas empresas sean un simple apartado en una estafeta de Correos… ¿Y cómo se explica que los gibraltareños tengan el tercer PIB, ingresos por habitante del mundo? Algo no encaja en esas cuentas. O mucho. Y lo sabe todo el mundo, lo que ocurre es que no se quiere decir, al tratarse de dinero poco honorable, como la riqueza que Gibraltar genera.

—Tras haberles concedido todo en cada negociación, ¿qué ha obtenido España a cambio?
—He estudiado y expuesto en mi libro todas las negociaciones hispano-británicas sobre Gibraltar y en todas nos han engañado, de la primera a la última, que surgió con el Brexit y que, como dije antes, no la aprovechamos. Porque si el Reino Unido salía de la Unión Europea, salía también Gibraltar que entró como “territorio europeo cuyos asuntos externos lleva un Estado miembro /de la UE)». Pero les estamos facilitando que la colonia inglesa continúe dentro del espacio Schengen, que es el de la Unión Europea.

—Picardo viene a Madrid al Club Siglo XXI a despreciar a España, y hace lo mismo en los Cursos de Verano de la Universidad de San Roque y allá donde quiera que vaya ¿Usted cree que a algún político español se le permitiría hacer algo parecido en Gibraltar?

—Lo que ocurre es que el dinero que Gibraltar genera tanto que da para comprar a muchísima gente, buena parte de ella en España y sospecho que de todos los partidos, pues de otra forma no se explica lo que está ocurriendo. Las facilidades que Picardo goza en España no las tendría ningún político español en Gibraltar a no ser que fuera, como ya han ido, a apoyar sus demandas de vivir en lo mejor de dos mundos, si no hubiera algo muy turbio detrás.

—Parece que los británicos no son muy de fiar en cuestión de tratados…

—Los ingleses inventaron el fair play para los demás, pero no para ellos, que se creen autorizados a engañar y romper cualquier tratado si no les interesa. “Tú me das el reloj y yo te doy la hora”, esa es su forma de negociar. Con nosotros lo han hecho siempre. El único que les plantó cara fue Castiella y, de seguir cerrada la Verja, Gibraltar no sería lo que es hoy.

—Todo el mundo se excusa en los 30.000 transfronterizos y en La Línea, pero muchos sabemos que es mentira, que un 75% no son españoles…

—A nuestro gobierno lo único que le interesa es seguir gobernando. Y hay tantos intereses bastardos en Gibraltar que no es fácil enfrentarse con ellos. Aparte de que hubo bastante políticos españoles que se sintieron capaces de resolver el contencioso, creyeron las promesas inglesas y cedieron bazas importantes, para encontrarse con que a la hora de la verdad los ingleses les salían con que “tenemos la obligación de consultar a los gibraltareños y dicen que no”, con lo que les dejaron plantados.

—La Fiscal Antidroga de Algeciras Macarena Arroyo dijo la semana pasada en una entrevista que Gibraltar es el medio más común para lavar el dinero de los narcos ¿Cree usted que nuestro gobierno no lee la prensa, ni siquiera los informes internos de la fiscalía?

—Lo que dijo la Fiscal Antidroga de Algeciras lo sabe todo el mundo en la zona. El cuanto al gobierno no es que no lea la prensa, es que esparce noticias que no son ciertas no sólo sobre Gibraltar sino también sobre la pandemia, Cataluña y los principales problemas españoles.

—¿Qué le diría a todos esos jóvenes que se inician ahora en el periodismo?

—Que es una profesión fantástica, aunque llena de riesgos. Por lo pronto te pagan doblemente: lo que puedan darte de sueldo, que será poco al empezar, y el plus que significa ver tu nombre y tu obra al día siguiente, privilegio que tienen pocos profesionales. Pero cuidado con tomar atajos o fiarte de lo que te dicen, que puede estar contaminado. Chequea cuanto escribes y vete haciendo un archivo particular con los temas candentes para acudir a él si tienes que abordarlo

—¿Había un mejor periodismo en los 60 que ahora?

—No lo creo. El nivel sigue siendo el mismo. Había buenos periodistas, como los hay hoy, y los había malos. Pero la calidad del periodismo llega del término medio de la claridad de la exposición, la novedad de la información y el acierto en lo que se predice. Que no era entonces fácil, ni ahora.

—Como periodista, posee un Mariano de Cavia, el mejor premio periodístico de este país.

—Sí, y acaban de darme el Luca de Tena (en la imagen, junto a los Reyes), para gran sorpresa mía, pero más por la totalidad de mi labor periodística. Prensa Española, la casa que creo tales premios y hoy edita con Vocento ABC y Blanco y Negro siempre dio mucha importancia al cuidado literario de sus noticias. Me parece una buena idea pues lo cortés no priva de lo valiente, siempre que una cosa no tape la otra.

—A veces parece que España está en el mismo punto cainita que antes de la Guerra Civil… La política se empeña en polarizar entre buenos y malos. Usted vivió ese ambiente de niño…

—El mundo y la vida es una eterna lucha entre el bien y el mal. Yo la viví de niño, pero no me di cuenta de la tremenda tragedia que era como sucede en esa edad. Fue luego cuando lo comprendí. Ahora hay momentos y señales que coinciden. Pero ni España ni el mundo es el de 1936. Quiero decir que aunque haya españoles que quisieran volver a aquella coyuntura, las circunstancias no lo permitirían. Aunque el reflexionar sobre ello me pregunto si no estaré expresando más mi deseo que la realidad. Entonces me digo aquello de que la primera vez es una tragedia y la segunda, una comedia, como lo fue el 23-F.

—La Ley de Memoria Histórica nos vuelve a desunir…¿O ya estamos desunidos?

—La Ley de la Memoria Histórica es una farsa empezando por el nombre, pues la memoria es algo individual y la historia es colectiva. Habría que hacer una historia para cada español, algo imposible. Más le temo a ese otro pufo de la Memoria Democrática que ahora quieren meternos. He comprobado que siempre que se adjetiviza la democracia se intenta falsificarla, como ocurrió con las Democracias Populares del Este de Europa o la misma Democracia Orgánica de Franco.

—Recuerdo sus noticieros a principios de los 90. Sus diatribas contra Felipe González eran antológicas. Si yo le diera a elegir ahora entre González y Sánchez ¿Con cual se quedaba?

—Indiscutiblemente con González. La gran diferencia entre ellos es que Felipe quiso introducir la socialdemocracia en España, pero nunca dudó de España como nación y como estado, como han hecho  Zapatero y Sánchez. A Felipe, pese a sus errores  no le veo aliándose con los independentistas y la extrema izquierda para alcanzar el poder.

—¿Le parecen Casado o Abascal una oposición real y válida? La losa de la corrupción en el PP creo que aún pesa y Abascal da un poco de pavor...

—El problema de la derecha española es que no se dan cuenta de que pertenecen al mismo partido, el conservador, donde Casado representa el centro y Abascal la extrema derecha. Pero sus ideas tanto políticas como económicas son las mismas. Conviene que se den cuenta de ello porque de seguir considerándose enemigos corren el riesgo de seguir en la oposición.

—¿No le parece extraño que alguien en la cima del poder como Pablo Iglesias abandonara repentinamente la política?

—No, porque se dio cuenta de que Sánchez le estaba utilizando. Era el abrazo del oso. Quiso recobrar su libertad, pero le ha servido de poco. Aunque no ha abandonado la política. Al revés, sigue más en ella que nunca desde la sombra.

—¿Con el bipartidismo funcionaba mejor España?

—Si fuera auténtico bipartidismo, con una derecha y una izquierda con tres alas, como en Estados Unidos o Reino Unido, sí. Si siguen divididos internamente, sería la mismo.

—Y este jaleo de quitar nombres de calles y signos. La verdad es que hay quien se lo merece y quien no. En Guadix quieren quitar el yugo y las flechas de una bandera y se critica el uso de la Cruz de Borgoña, por ser símbolos franquistas. ¿No deberían mejor intentar recuperarse?

—Uno de los grandes defectos españoles es confundir lo secundario con lo primario y viceversa. Es lo que ocurre con calles y símbolos. Da la impresión de que nos encantan las trifulcas domésticas.

—Y hablando de recuperar, este gobierno quiere recuperar algo parecido a la mili.

—La mili, que por cierto la instauró la Revolución Francesa como forma de crear un ejército nacional, cumplió objetivos más amplios que adiestrar a los jóvenes españoles en el manejo de las armas: les enseñó la variedad de España, algo que en sus aldeas y pequeñas ciudades nunca alcanzarían. Es decir coexionó el país, cosa importante. Hoy seria imposible porque las armas modernas son muy difíciles de manejar, se necesitan profesionales, y porque los jóvenes se opondrían.

—Donald Trump era un bocazas… ¿también lo fue cuando acusó a China de infectar el mundo?

—Un bocazas y un ignorante. Ahora que no pondría la mano en el fuego por los chinos en lo del Covid y otras muchas cosas. Son bastante más de temer que los rusos, aunque no cometen el error de estos de querer exportar su sistema. Se contentan con ser la primera potencia mundial en todo.

—Un virus que se ceba con los mayores da para muchas teorías de la conspiración, ¿tiene alguna?

—No. Tal vez la experiencia me haga dudar de las teorías conspiratorias. Y hoy más que nunca, cuando termina sabiéndose todo.

—¿Qué le han parecido los famosos audios de Florentino?

—Que el error del presidente del Madrid fue dejar que le cazaran.

—En ellos se escucha que el presidente del Real Madrid llega a influir para suprimir un programa de Televisión Española?

—Eso debe de estar ocurriendo o intentándose todos los días.

—¿Es cierto eso de que un presidente del Real Madrid manda más que un ministro?

—Posiblemente. Pero es que hoy un ministro manda sólo lo que le manda el Presidente del gobierno. Todos y todas están hablando por él que, muy cuco, prefiere que las bofetadas se las lleven ellos o ellas.

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