Vivimos una etapa de una abundancia de talento poco habitual en el deporte en general y en el ciclismo en particular. En los últimos tiempos han aparecido algunos ciclistas con aspecto de grabar su nombre en lugares destacados de la historia. Dos de ellos reúnen los ingredientes necesarios para crear una rivalidad legendaria. Ignoro si su duelo es amistoso (tipo Nadal-Federer) o un poco más frío (Nadal-Djokovic), pero seguro que entre el belga Wout van Aert y el holandés Mathieu van der Poel hay el máximo respeto. Ambos son corredores de élite absoluta, nivel parejo y cualidades comparables, con el añadido de la clásica rivalidad belga-holandesa, más notable en el ciclismo que en cualquier otro deporte.
Para colmo, no fallan. Si participan en una carrera es para ganar y difícil es que no destaquen. Su afán competidor es tal que es posible encontrarles allí por donde quepan un par de bicicletas. O ni eso. Van der Poel fue campeón del mundo de ciclocross en las playas belgas de Ostende, por delante de su rival e ídolo local, que tuvo que contentarse con la plata. Van der Poel se impuso también en el sprint de la pasada edición del Tour de Flandes por delante del belga, pero no siempre es así. En el último Mundial de carretera, Van Aert fue medalla de plata en un día en el que van der Poel no pudo estar a la altura, por una vez.
En Flandes 2021 el espectáculo volvió a ser espléndido. El pelotón perdía unidades en cada muro de pavés. Si no fallaban las fuerzas, se pinchaba alguna rueda o se salía algún cadena. El primer ataque serio lo hizo Julien Alaphilippe, el campeón del mundo. Tras varias escaramuzas, la selección quedó en cuatro ciclistas: Van der Poel, Van Aert, Alaphilippe y su compañero de equipo, el danés Kasper Asgreen. Un cuarteto de lujo.
Sobre el papel, la ventaja para Alaphilippe, que contaba con la ayuda de un tipo fiable, ganador días antes de la clásica E3 de Harelbeke, también en Flandes. Pero pronto el francés dejó el cuarteto en un trío y con libertad desde el coche de equipo Asgreen lanzó su ataque. Tras reagruparse el terceto, fue van der Poel quien de nuevo quiso atacar y deshacerse de sus rivales, desconfiando de su más que notable sprint o quizá porque van Aert es igual de capaz. El danés consiguió enlazar al cabo de unos metros, pero los cinco segundos que cedió van Aert se convirtieron en 15 y pese a su esfuerzo no pudo competir contra dos grandes rodadores.
Van Aert fue alcanzado por el siguiente grupo, pero la persecución de los de atrás fue estéril: sólo podrían pelear por el tercer puesto.
Van der Poel no pudo obligar a Asgreen a tomar la delantera antes del sprint final. Marcándose con la mirada como si estuvieran en un velódromo, se quedaron casi parados a 250 metros de la meta. Asgreen aceleró y Van der Poel, inicialmente sorprendido, pareció darle alcance hasta que desistió moviendo la cabeza de un lado a otro en signo de negación. El resultado final de la prueba fue relativamente sorprendente, pero su desarrollo fue espectacular.
Quizá algún día el aficionado medio español sepa disfrutar de las clásicas del ciclismo y nadie mejor que van der Poel y van Aert para presentarlas, sin olvidar a Alaphilippe.
En tres semanas se disputará la más antigua de las clásicas, en la región de Valonia, de habla francesa. Allí, en las carreteras de ida y vuelta entre Lieja y Bastoña, a buen seguro los duelistas van Aert y van der Poel nos ofrecerán un nuevo espectáculo.
Estamos en una época pletórica. Si te pierdes una clásica, probablemente te has perdido algo grande. Y quiero ver esa París-Roubaix en octubre, ya con todo lo importante disputado y todos (todos) con la mente puesta solo en ese día. Vaya meses nos esperan!