El calendario de la Liga Santander ha consumido un trimestre y está llegando al ecuador de la competición. La clasificación ha sufrido altibajos y el rendimiento de los grandes —Real Madrid, Atlético y Barcelona— ha sido a todas luces sorprendente. El Madrid ha tardado en encontrar una idea de juego y un once reconocible; el Atlético parece hasta ahora el más fiable y el Barcelona el más irregular, a la espera de que Leo Messi ordene su cabeza y saque al equipo del atolladero.
El calendario es cada vez más exigente y obliga a que los equipos se equivoquen lo menos posible para llegar a los meses de abril y mayo, cuando se deciden los títulos, con una performance impecable. Para conseguirlo, la planificacion física no puede dejar nada al azar. La alta intensidad ha llegado para quedarse. Y si los equipos no son capaces de gestionar esta realidad corren el peligro de que los jugadores entren muy pronto en forma y no lleguen finos a los momentos decisivos. La Fisiología del ejercicio nos avisa de que cuando un jugador está en forma sólo disfruta de esta ventaja seis semanas. Despues de este tiempo, se acabó. Y a esperar a la próxima temporada.
La planificación física en el fútbol es muy complicada. Por las características del juego, los esfuerzos son acíclicos, lo que significa que no se repiten movimientos. Es de los pocos deportes colectivos que se disputan semanalmente y actualmente un par de veces a la semana. Es muy difícil armonizar los periodos de forma. Al tratarse de un deporte muy intenso a nivel articular y muscular, un desequilibrio en las cargas de entrenamiento o en los estímulos puede producir efectos negativos en la adaptación y hacer que las lesiones aparezcan antes de lo previsto.
El fútbol es un fenómeno social en el que se manejan ingentes cantidades de dinero, lo que trae consigo que biomecánicos, médicos deportivos, cirujanos ortopédicos, fisiólogos, especialistas en preparación física y fisioterapeutas, —la Ciencia y la Fisiología del ejercicio— se hayan puesto a investigar minuciosamente para poner a disposición de los staffs técnicos las herramientas necesarias para conseguir el nivel físico óptimo en el momento adecuado.
Para ello, se realizan analíticas que nos muestran a través del cortisol (hormona catalizadora) y la testosterona (hormona anabolizante) si existe un desequilibrio entre ambas que pueda influir en el rendimiento físico. Analíticas que a través de la CPK (enzima que se encuentra en el corazón y en el músculo esquelético) nos dicen que cuando el jugador sobrepasa los 3.000 minutos en competición tiene un 30% de riesgo de lesión muscular, o nos avisan si la frecuencia cardiaca durante los partidos alcanza una media de 172-175 pulsaciones por minuto (en el umbral anaeróbico), información que debemos utilizar en los entrenamientos para intentar organizar tareas físicas adecuadas.
Estos estudios demuestran que la función muscular excéntrica (en contra de la gravedad) es fundamental desarrollarla cuando el jugador entrena la Fuerza porque tiene una incidencia primordial en las frenadas que se acumulan en cada partido por encima de las 150 acciones con balón y sin balón. El entrenamiento físico sin balón y las repeticiones de carrera entre 1.000-1.500 metros al 85% de la frecuencia cardiaca máxima y las pausas de recuperación incompletas han demostrado ser el procedimiento más efectivo para la mejora del VO max pico (cantidad máxima de oxígeno que se puede absorber, transportar y consumir en un tiempo determinado) mediante adaptaciones clave a nivel central como el gasto cardiaco y a nivel periférico como la mayor utilización del oxigeno en las células musculares.
No olvidemos que el fútbol es un deporte aeróbico (facilita y suministra oxígeno) y que la velocidad tan perseguida por muchos jugadores y alcanzada por tan pocos por su componente genético tiene un margen de mejora escaso. Es a través del entrenamiento de la fuerza (la fuerza genera velocidad) como podemos alcanzar ese balón una décima de segundo antes que el contrario.
Toda esta amalgama de datos objetivos engloban las tres capacidades condicionales fundamentales: resistencia, fuerza y velocidad forman la pirámide del rendimiento físico óptimo en el fútbol. Sólo el equipo que sea capaz de aplicar todos estos conocimientos con la sabiduría necesaria conseguirá llegar al momento oportuno en las condiciones físicas idóneas para conseguir el efecto deseado: levantar un trofeo. De cumplirse este objetivo, el entrenador gozará de prestigio y de la estimación de su plantilla, de su presidente y de sus aficionados. Vujadin Voskov lo definió mejor que nadie y con ahorro de palabras: «Entrenador vale lo que clasificación de equipo». Literal.
Así que Zidane tiene que ir pensando en cómo arreglárselas sin 3 titulares:Modric,claro,Benzema y Kroos. A Casemiro no lo incluimos porque ya ha demostrado que se mantiene en una meseta, no en un pico de forma, durante mucho tiempo.
Y debe hacerlo rápido, porque cuando se abusa de ese pico de forma aumenta el riesgo de lesión. Esto suponiendo que Dupont pueda cumplir con su parte. No se duda de él como al principio (la sombra de Pintus es alargada)pero es más fácil cuando tu jefe va a favor de obra y rota que cuando se basa todo en 13-14 jugadores.
Incluir a otros jugadores implica cambios en el juego, en la táctica. Con un Marcelo que vuelva por sus fueros en un mes tras un tratamiento de choque, que creo que es lo que se está haciendo (veremos en qué acaba),o con Hazard, se mejoran aspectos que ahora fallan. Abrir la lata, por ejemplo.
Pero el melón por abrir es el centro del campo. Y sustituir a Benzema. Ahí es nada