Corría la temporada 2002-2003. Era diciembre y un Barcelona entrenado por un holandés encadenaba una victoria tras otra en la fase de grupos de una Champions League que le había deparado un muy amable sorteo. Mientras, en la Liga, se sucedían los esperpentos al punto de que una derrota ante un equipo andaluz dejaba al equipo a dos puntos del descenso. En medio de esa temporada llegó la dimisión del presidente, después el entrenador fue cesado y el equipo acabó clasificándose en la última jornada… para la Europa League. Hablamos de la época álgida del Gaspartismo que se cerró con la llegada de Laporta. Demasiados paralelismos con aquella época para no saber que al fútbol le gustan las historias circulares.
Ya no es cuestión de señalar al entrenador por sacar a éste o a aquel. Por poner un delantero centro y que no juegue nadie por fuera dando lugar a un más que imaginable embotellamiento por el medio. Por no saber contrarrestar el previsible planteamiento de un Cádiz que, ya se sabía, iba a ceder toda la iniciativa. Más aún si el canterano Mingueza, que había cumplido en sus primeros partidos, decidía ponerse el disfraz de Spasic con un remate de cabeza en propia puerta. El problema no es el error del Chigrinsky de Santa Perpetua: tiene 21 años y está jugando sus primeros partidos en primera. El problema es que la planificación ha hecho que tenga que jugar sí o sí. Y que el equipo transmita la sensación de que ya no va a poder remontar. Con casi 80 minutos por delante. Contra un recién ascendido sin la ayuda de su público. Los precedentes de los últimos siete partidos de La Liga en los que el Barça estuvo en algún momento por detrás en el marcador no invitaban al optimismo. Y así fue.
Un equipo plagado de mediapuntas, sin nadie por los extremos, con Busquets abusando una y otra vez en la búsqueda de Messi. Pero del Messi que fue seis veces Balón de Oro. Del Messi que desatascaba partidos así, domingo sí y miércoles también. De un Messi que no está. Que se ha ido y que nadie sabe ya si volverá. El que seguro que no volverá es el Busquets de 2010. Menos aún si a su lado sigue De Jong sembrando desconfianza. Porque ese rubio que eliminó al Madrid él solo, ¿era muy bueno o simplemente estuvo inspirado ese día y este es su verdadero nivel? Porque de aquel jugador no se ve ni rastro.
Mientras, en la saturada mediapunta, el Hombre Gris volvía a su versión más gris y a recordarnos todas las enseñanzas del profeta: Desde “Un palomo no hace verano” hasta “El que dude de jugar aquí, ya no nos sirve». Nunca sabremos qué habría dicho Johan de Chutinho… la tibieza absoluta dentro de un terreno de juego. Perea, que parecía imbuido del espíritu de Mágico Gonzalez, debutaba este año en Primera División: demostró más que el nadapunta brasileño en sus casi tres temporadas de azulgrana. El brasileño no puede, ni debe, jugar un minuto más. No en este equipo. Ni en esta liga. En este deporte. La broma ya ha durado bastante. Su cambio en el descanso ya solo dejaba en el aire una pregunta: ¿Es el peor fichaje de la historia del futbol? Yo digo SI.
Las salidas de Dembelé y Pedri confirmaban más presentimientos. Que Pedri en cinco minutos iba a hacer más que el nadapunta brasileño. Que Dembelé debe salir en el mercado de invierno aunque marque un golazo a la Juventus por toda la escuadra el próximo miércoles. Y que el Cádiz se iba a defender aún más (se llegó a una posesión visitante cercana al 85%). Porque el único argumento en ataque seguía siendo el Messisistema. Y tras 16 años de D10S en la élite, cualquier entrenador que tenga Google sabe cómo contrarrestarlo.
El no-gol de Alba homenajeando a Ficticius (solo le faltó reivindicarlo como él) con media hora por delante parecía que aún podía cambiar la tendencia. Un espejismo. Lo peor aún estaba por llegar. La secuencia de despropósitos Alba-Lenglet-Ter Stegen culminaba con un gol de Negredo que hacía el hat-trick de la noche en aspirantes al premio Puskas. Tristeza daba observar a Q-Man en el banquillo sentado y con la mirada fija en el suelo.
Que el intento de solución fuera la entrada de Pjanic y Trincao explica, en parte, la posición del Barça en la tabla. El Zenden de Viana do Castelo engañó a muchos con sus highlights de Youtube pero la realidad es que nadie está seguro de si sería titular en este Cádiz. Veinte años después ya ha quedado claro que la traición de Judas dejó una especie de maldición en el club: Simao, Quaresma, André Gomes, Trincao…. Todo el cariño a Portugal pero no más portugueses en el Barça. ¿Deco? Brasileño con pasaporte luso.
La impotencia de ver más cerca el 3-1 gaditano que el empate culé, con unos últimos minutos aún peores que el día del Alavés, invitaban a pensar que no es descartable que la Juve aún alcance el primer puesto del grupo en la Champions. Bienvenidos al Gaspartismo Reloaded, pero ahora sin un duro en las arcas del club. A esperar que Messi se ponga el traje de Rivaldo en la última jornada en Ipurúa.
Algún día lograrás hacer una «crónica» sin tener que depositar tu bilis en el Madrid. Pero será demasiado tarde porque habremos muerto ya todos de aburrimiento.