Quien no vio jugar a Maradona tiene que luchar contra sus ojos, porque lo que le alcanzó a la vista fueron los restos vivientes de Diego, agujereados por su propia cabeza. Quien lo vio jugar asegura que es el mejor de siempre. Yo no sé si fue el mejor jugador, pero sí el más grande, porque nadie ha dado tanto al imaginario colectivo, dentro y fuera del fútbol.
Maradona es un símbolo de su tiempo, de un mundo imperfecto y humano, de cuando no se aspiraba a la excelencia en todo momento, anterior a la dictadura de lo políticamente correcto. El contexto siempre jugó a su favor: nadie jamás, por muchos mundiales que levante vestido de albiceleste, podrá ganarle a los ingleses tras perder una guerra humillante; nadie jamás, por mucha personalidad arrolladora que tenga, tendrá cámaras siguiéndole, allá donde vaya, grabando su vida de manera natural, coincidiendo con el lanzamiento de las televisiones privadas y el consumo masivo; nadie jamás, por muchas ligas que gane con el Nápoles o cualquier equipo del sur, podrá ser el primero en derrotar al presuntuoso norte; nadie jamás, por muy buen jugador que sea, podrá superar a Maradona para quienes vieron al Diego siendo niños, en esa edad en la que nada vuelve a ser tan bueno.
Maradona fue un relato, el mejor de todos, porque no lo dio todo, dejó un margen para que trabaje la imaginación del espectador, el que lo vio y el que no, para que elucubre cuánto más bueno pudo haber sido. Hoy todos quieren ser perfectos, y algunos elegidos quizás lo consigan, pero ninguno será Maradona. Nadie provocará que los vivos sientan lástima por los muertos, nadie provocará tanta pasión ni tanto odio. No habrá otro personaje que mueva tanto a la gente, no habrá otro espejo posible: las comparaciones siempre serán con Maradona.
Yo no vi a Maradona, o no lo vi siendo consciente, al menos, quizás sí que me crucé con algún partido en el que él estaba en el campo. Todo lo que sé de su etapa de jugador lo he visto en piezas audiovisuales adictivas, como todo él. Y ahí brilla como el que más, porque Maradona es un personaje de película, no de novela, las palabras se quedarían cortas para él. Hay que verlo, hay que escucharlo, hay que sentirlo. Maradona era de todos, pero pertenecía a un mundo más libre: en última instancia, él podía decidir estropearse a sí mismo. Lo hizo todo.