Madrid es esa ciudad que se explica desde un bocadillo de calamares en la Plaza Mayor a probarte un traje de Versace en la calle Serrano. Un mosaico de contrastes donde cabemos todos. Y por eso defiendo que es la más bonita del mundo. La belleza también está en el interior y aquí la regalamos a todo el que viene. Nadie es extranjero en Madrid. 

Se lo podría contar, querido lector, con cientos de frases que siempre girarían sobre nuestra mayor cualidad, que no es otra que poder definir el concepto de lo madrileño como algo que se ha convertido en la suma de la fusión de multitud de culturas. Pero casi prefiero cantarlo. O, al menos, recitarlo en una mezcla de letras de canciones de gente que lo ha hecho mucho mejor de lo que yo me atrevería siquiera a intentar. Y son tan buenos por separado, que juntos son un primor. 

Así que gracias a Sabina, Agustín Lara, Ismael Serrano, Fito, Víctor Manuel, Mecano y Alberto Cortez. Con pegamento particular, podríamos decir que…

A Madrid

Allá donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir,

existe una ciudad donde todo es ahora, donde nada es eterno, con su rap y su chotis, con su movida y su skin. 

Bares donde la  calma y la cerveza, salvan nuestra cabeza, y donde yo te busco debajo de tu ropa. Madrid, Kilómetro cero de los sueños.

Y aunque he llorado en Venecia, me he perdido en Manhattan y he crecido en La Habana, sólo he llorado de verdad en Madrid. Y mucho.

Por eso, cada día os espero en Malasaña para un agasajo postinero, con toda la crema de la intelectualidad, y aprenderéis a decir un piropo pertrechero, más bonito que la Puerta de Alcalá. Mírala. 

Qué ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo, y a nosotros dándonos el piro, a caminar por el Retiro. Vamos que hoy en Madrid hay rico frío, vamos que estoy ansioso por hablar y jugar contigo.

Vamos por Castellana, que nos abrigue el cielo de la mañana. Porque hay un Madrid que resiste y, ojo, un Madrid que no existe, pero donde todo lo que pasa es verdad. Incluso a ti cuando vengas. 

Un Madrid de gigantes, sí, un Madrid con enanos, también, pero donde todos somos hermanos aunque no nos hayamos visto jamás. 

Porque siempre hay un niño que envejece en Madrid, un coche que derrapa en Madrid, un tren que desemboca en Madrid… y, cómo no, un sueño que se despierta en Madrid. 

Déjame que te cuente la historia de cuando el rock and roll no era engaño, cuando todo era verdad, y terminabas casi frenético, bebiendo en el Hermético y diciendo lo que mola ver a Burning en el Rockola.

Porque todos somos hijos de ese Madrid, y te lo cuenta uno que vivió los ochenta. ¿Te imaginas la vida sin que hubiese existido La Movida?

Ah y, aparte de esto, tenemos El Prado, la Almudena, el Templo de Devod, el Madrid de los Austrias, y hasta el Bernabéu y el Wanda.

Te espero.. 

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