Lo que se esperaba como una etapa de transición, camino de la montaña, resultó ser una jornada de batalla continua, espléndida. La culpa (bendita) es del equipo Bora Hansgrohe y si cito el nombre y los apellidos es porque de tanto en cuanto conviene rendir homenaje a las marcas que invierten su dinero en el ciclismo. Durante muchos kilómetros, y con la intención de hacer la vida imposible al maillot verde (pobre Bennett), el equipo de Sagan picó espuelas y partió el pelotón en dos grupos, quizá en mil. Adelante, ellos; por detrás el líder de la regularidad y unos cuantos acólitos. El efecto es que Bennett llegó a meta con 20 minutos de retraso y fúnebres pensamientos. No tendrá un respiro hasta París. Sagan y sus muchachos no sólo quieren recortar puntos con él, ardua tarea; quieren que reviente.
Al margen de las consecuencias deportivas, hubo otro efecto secundario: dieron muchas ganas de comprarse un extractor Bora, de succión contraria (hacia abajo). Y por momentos no fueron menos los deseos de adquirir un grifo Hansgrohe o un teléfono de ducha de la misma marca, muy pija. Y si no sintieron esos impulsos, no teman porque los sentirán. La publicidad subliminal es aquella que emite mensajes por debajo del umbral de la percepción consciente y eso es lo que sucede mientras algunos dormitan con el Tour en la tele, o con la locución de fondo. Las palabras Bora y Hansgrohe, repetidas cientos de veces, se habrán grabado en su mente y serán decisivas cuando visiten el expositor de electrodomésticos de alta gama, los que ustedes se merecen.
Para los aficionados conscientes, la influencia de la publicidad es de por vida. Lo hemos comentado otras veces y lo seguiremos haciendo. Entre un papel aluminio Reynolds y otro cualquiera no hay discusión. Los Huesitos siguen siendo un placer confesable y si nuestra leche no es de una sola marca es por un error de marketing que ha pasado a la historia. Después de seis temporadas y un sinfín de éxitos, gran parte del público seguía sin asociar el acrónimo CLAS con la Central Lechera Asturiana.
Salvo esa excepción (y quizá la de Festina por razones obvias) hay docenas de casos de éxito. Cada vez que un medio publica una vieja foto de Merckx allí aparece Molteni; jamás imaginó esta fábrica de sofás que su patrocinio sería eterno. Lo mismo vale para Miko, Zor, Chateau d’Ax…
En la resolución de la etapa fue Sunweb quien nos subyugó con su oferta comercial sea cual sea. En principio ofrecen paquetes de vacaciones felices (malos tiempos para una cosa y la otra) pero tienen el nombre perfecto para vender gafas de sol online. Cuando decidan su modelo de negocio nos tendrán como fieles clientes. Los ataques sucesivos de sus ciclistas culminaron con la escapada de Kragh Andersen, un chico de nombre imponente y piernas incansables. Sagan sólo pudo ser cuarto en meta, pero Bora ya ha hecho negocio.
Por cierto, mañana regresa la montaña y sería bueno que se acercaran a un supermercado Jumbo (el de Amsterdam les pilla cerca) para hacer acopio de alimentos porque no habrá quien se levante del sofá (Molteni) entre la hora del aperitivo y la del café.
Por mí,que sigan pedaleando un par de semanas más.Como parte de eso de la nueva normalidad,porque el domingo que viene van a dejar en mi rutina un cráter que no creo que se llene hasta el Giro.
Me parece estar viendo una clásica cada tarde,a pesar de los equipos pero a veces gracias a ellos también.como hoy.No sabría decir qué cúmulo de factores han provocado este efecto maravilloso,pero creo que el diseño de las etapas es uno de ellos, sin duda.
Diseñador de etapas ciclistas:Una profesión para hacer felices a muchos.