Recuerdo que hace algún tiempo leí con el máximo interés los artículos escritos por dos admirados colegas, Hughes y Jesús Sánchez, en ABC y Marca. Ambos reflexionaban sobre el antimadridismo. Debo admitir que me sentí aludido. Y no porque sea yo antimadridista, sino porque siendo simpatizante del Real Madrid desde niño —socio entre 1982 y 1985, hasta que me concentré en el estudio de las mocitas madrileñas— incurro en algunos de los vicios que se atribuyen a los antis. Es decir. Yo critico al Madrid cuando no juega bien, aunque gane. Y no es por restarle méritos, sino porque me he educado en la exigencia al equipo. Tenía entendido que eso formaba parte de la esencia del madridismo y así lo debían entender también quienes despidieron a Antic siendo líder o quienes prescindieron de Heynckes nada más proclamarse campeones de Europa o de Del Bosque tras gana una Liga. En ninguna de esas decisiones, según creo recordar, influyó el antimadridismo, sino el deseo del club de ir más allá de las victorias.
Tengo otras taras. A mí me molesta mucho que los árbitros favorezcan al Real Madrid, y lo declaro públicamente, porque prefiero que nada emborrone las victorias y porque me consta que ha habido momentos en los que el club ha sido beneficiado, como lo son todos los equipos dominadores de una competición o una época. Es el pensamiento contrario a aquellos que prefieren que el equipo gane en el último minuto con un penalti injusto para mayor dolor de los antimadridistas. Mi posición en este punto es tan firme que yo hubiera sacrificado dos o tres puntos por aligerar el número de penaltis pitados al Madrid en los partidos postconfinamiento. Asumo cuanto tiene de trauma o de quijotismo trasnochado. Ante la posibilidad de que las jugadas dudosas se resuelvan a favor del Madrid, yo reclamaría ante la autoridad competente que se resolvieran en su contra. Cuánto descanso nos daría eso.
Es obvio que mi Madrid es otro. Bajo mi punto de vista, lo que distinguía al Bernabéu de cualquier estadio del mundo era que los aplausos se cotizaban muy caros. Ahora hay un fondo subvencionado que anima cuando procede y cuando no, bien atento a mitigar cualquier disidencia. Es un buen ejemplo de cómo se ha querido imponer una única forma de ser madridista, la que aplaude siempre.
Juraría que fue Mourinho el primero en hablar de los buenos y los malos madridistas. A quienes se tragaron que había un topo en la plantilla no les costó mucho creer que existía una quinta columna dentro del madridismo con la secreta intención de socavar no sé qué. El caso es que a los malos madridistas sólo nos quedó fichar por el Oporto o ser desterrados al perverso bando de los antimadridistas.
Sería importante distinguir al crítico del odiador porque de otro modo corremos el riesgo de no distinguir nada. Y establecida esa diferencia no vendría mal fomentar la diversidad de opiniones. Quizá sea más madridista quien come pipas mientras observa el juego que quien toca el tambor de espaldas al campo. Pero me niego a graduar el sentimiento. Cada uno es madridista a su manera: los que comulgan y los agnósticos, los que defienden a Mourinho (incluso esos) y los que lamentan el trato a Casillas y Del Bosque, los que elogian a Florentino y los que ponen en cuestión los requisitos para ser presidente. Todos juegan en el mismo equipo o deberían.
Dicho esto, cómo serán de buenos los artículos que han escrito Hughes y Jesús Sánchez que es posible aplaudirlos sin estar de acuerdo con lo que dicen.
Interesante artículo aunque me va a permitir que discrepe en algunos aspectos. Yo también soy madridista y, por lo tanto, me siento autorizado para dar mi visón del antimadridismo. Si algo caracteriza al Madrid es el nivel de exigencia. A nadie se le exige más que a este equipo y eso es bueno porque obliga a un mayor rendimiento. La pcuestión es qué se le exige. Yo prefiero «jugar bien», no soy idiota (aunque tal vez habría que aclarar primero qué es jugar bien) pero mi mayor exigencia es la de ganar títulos. No me da ningún problema levantar la 14 con 11 futbolistas colgados del larguero si es necesario. Que otros se preocupen del estilo. Mi estilo es llenar la salde trofeos y me da igual que sea al toque, a la contra o al catenaccio (Italia tiene 4 munduales). La evaluación se hace en función de los títulos. Jamás apludiré ser segundo si he jugado bien. Y en cuanto al arbitraje, estoy harto de poner la otra mejilla. Al Madrid le han señalado 3 penaltis en 13 meses, casi nunca juega contra 10 y muchas veces sí con 10, el calendario es siempre curiosamente muy desfavorable comparativamente y casos como el de HernándezHernández claman al cielo. Los antimadridistas han conseguido eso: que algún madridista como usted se sienta culpable por serlo. Yo no. Nunca nos van a reconocer nada, nunca. Ganemos oir el árbitro (como todos los equipos de vez en cuando y como el Barça casi siempre) o a pesar del árbitro, la victoria de mi equipo siempre tiene un pero. Y dado que me van a odiar igual y me van a difamar igual porque esa es su estrategia, prefiero aguantar que se quejen de un penalti a favor del Madrid a tener que quejarme yo porque no se lo pitaron. Jamás he visto nada igual a, por ejemplo, las dos ligas de Tenerife. Si eso lo hace el Madrid se seguiría hablando de ello cada fin de semana pero como lo hizo el Barça que mea colonia… Mourinho lo que hizo fue decirle al madridismo que poner la otra mejilla no es señorío porque te la van a abofetear otra vez y a reirse de ti y encima vas a seguir siendo el equipo de Franco. Así que yo no, yo no la pongo. Que lloren ellos, yo no. Me van a odiar igual porque viven de se odio al no tener argumentos que les puedan hacer compararse a nosotros. «Ladran, Sancho, luego cabalgamos». Y, por cierto, yo no hubiera echado a Antic, ni a Del Bosque, ni a Heykens, ni mucho menos a Capello en 2007 por mucho que a De La Morena no le gustase su estilo de centurión romano. Lo que quiero es ganar, punto. Y el que gana, sigue, así de simple. Y en cuanto a lo de Iker, él sabrá lo que hizo. Desde luego, como capitán del Madrid, dejó mucho que desear. El episodio con el mayor antimadridista del mundo que es Xavi fue infumable. Xavi insultó al Madrid y él lo llamó para disculparse. Eso no es señorio, es sumision, porque el Madrid no tenía nada de qué disculparse, salvo lo del dedo del ojo a Vilanova. Y ya no hablemos de lo rastrero que fue pedir la cabezade Diego López paraseguir en el equipo. Así que no, Casillas no obró como yo espero que obre un capitán de mi equipo. Y desde luego yo jamás lo hubiera vuelto a buscar para el Madrid. Que se vaya de segundo entrenador con Xavi.
Das demasiadas vueltas para demostrarnos a todos que eres simplemente un anti madridista, por cierto la quinta columna si existió y la lideraba el amante del Cruyffismo Jorge Valdano, demostrado esta que apenas se fue comenzaron a caer las champion de a 3.