“Y aquí estoy. Como siempre. Bien tirado contra la raya. Abriendo la cancha. Y eso no me enseñó nadie. Son cosas que uno ya sabe solo. Y meter centros o ponerle al arco como venga. Para eso sos wines. No me vengan con eso de wing ‘ventilador’ o wing ‘mentiroso’ o las pelotas. Arriba y contra la raya”. 

Roberto Fontanarrosa, Memorias de un wing derecho.

Entendemos como extremos, denominados wines en Argentina, a los futbolistas que realizan una función ofensiva y defensiva a lo largo de la banda o partiendo desde la misma. Los extremos fueron los grandes protagonistas del juego ofensivo durante décadas, ya que eran los jugadores de un perfil más dinámico, capaces de desbordar continuamente. Solían ser futbolistas muy veloces y/o hábiles, grandes dribladores, buenos en el 1×1, desequilibrantes tanto hacia afuera como hacia adentro y, además, poseían una gran capacidad para el centro, sobre todo en velocidad. Con el tiempo y los cambios tácticos, se les pidió que fueran capaces de actuar en ambas bandas, lo cual les llevaba a las diagonales y al remate más que a la carrera en paralelo a la banda y el centro. Más tarde se les sumó la obligación de cargar el área en las jugadas que llegaban por la otra banda, ocupar una zona  interior del ataque, apoyando al delantero centro.

En los 90, y sobre todo en las últimas dos décadas, se les ha añadido la obligación de defender la banda junto a los laterales; es decir, se han globalizado sus funciones sobre el terreno de juego. Tal y como yo lo veo, aparte de desborde, lo que te da un extremo en el fútbol moderno es amplitud.

¿Y para qué vale la amplitud? El fútbol trata de espacios y superioridades. Hay espacios que el contrario regala con su posicionamiento: si juega muy adelantado los hay a su espalda y si juega cerrado los habrá en la zona media. Otros espacios te los tienes que crear tú. ¿Cómo hacerlo? Pues a través de movimientos con la pelota y de las fijaciones.

Junto al punta, los extremos son posicionalmente los grandes fijadores de la línea defensiva del contrario.

Lo curioso, es que no hace mucho tiempo (2018), Van Gaal, heredero directo de Johan Cruyff  y tercero en la línea sucesoria de Rinus Michels, pronunció estas palabras:  “Los extremos ya no sirven. No hay que ponerlos más”.

Garrincha: El extremo brasileño fue una de las víctimas del gran Pelé. Futbolista y personaje especial, a Garrincha no le acompañaba el físico: tenía los pies zambos y una pierna seis centímetros más corta que la otra. Tampoco su personalidad era la apropiada. El psicólogo de la selección brasileña dijo de él que era «un débil mental no apto para desenvolverse en un juego colectivo». Pese a todo, Garrincha fue uno de los grandes futbolistas de su época, un extremo imparable con un regate diabólico, capaz de formar en una de las delanteras más icónicas de la historia y ser figura relevante en ella.

Gento: El hombre de las seis Copas de Europa. Paco Gento formó en la que dicen fue la mejor delantera en la historia del Real Madrid y puede que del fútbol, con Di Stéfano, Puskas, Rial y Kopa. Alargó su carrera lo suficiente como para ganar la sexta junto a los yeyés de Velázquez, Pirri, Amancio y Zoco. Veloz y vertical, de él decían que más letal que su velocidad era cómo se paraba. Para lo que ha sido, no siempre se le ha reconocido su valor futbolístico.

Dragan Dzajic: Sin duda fue uno de los más finos y elegantes extremos de su generación; para muchos, el mejor jugador yugoslavo de todos los tiempos. Muy técnico, hábil, inteligente y de regate espectacular. También fue uno de los mejores lanzadores zurdos de faltas de la historia. 

Jimmy Johnstone: El pelirrojo fue uno de los mejores extremos del mundo durante los 60 y 70. Casi no sale vivo del enfrentamiento ante el Atleti de Ovejero, Benegas y Panadero Díaz… Es uno de los jugadores escoceses más legendarios. Johnstone era un extremo bajito, eléctrico, con gran habilidad para el regate.

George Best: Uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos. Apodado El Quinto Beatle.  Tenía un descomunal talento ofensivo y fue uno de los primeros grandes extremos goleadores. Dueño de una habilidad y velocidad casi actuales, a su desborde le sumó una novedosa y moderna capacidad para llegar al área y definir partiendo desde la banda. Está en mi Olimpo futbolístico.

Luis Cubilla: Su trayectora es la de uno de los grandes extremos sudamericanos, pero al no haber hecho carrera en Europa (tuvo un brevísimo paso por el Barça) es un gran desconocido.  Apodado El Negro, fue un win rápido y de gran regate.

Amancio: El Brujo ha sido uno de los más grandes talentos del fútbol español y, cuando digo grande, le comparo con los Butragueño, Raúl, Xavi o Iniesta. Balón de Bronce en 1964, Amancio era todo fantasía, regate y filigrana. “Yo era rápido y un poco insensato. Sobre todo insensato por entrar muy a menudo en el área. Es que antes las patadas eran…”. Amancio, como Best y algún otro, estaba inventando el puesto del extremo goleador, el que no tenía miedo a pisar el área y llegar al remate.

Jairzinho: El brasileño fue un extremo veinte años adelantado a su tiempo. Tengo que reconocer que inicialmente mi recuerdo de él era el de un jugador veloz y muy habilidoso. Componente de esa delantera del Brasil del 70, la de “los 5 dieces”, futbolistas todos de seda. Revisando vídeos suyos, he descubierto que Jairzinho era además un futbolista absolutamente actual, con una potencia y una verticalidad 2.0.

Robert Rensenbrink: Estamos ante uno de los mejores holandeses de la historia, lo cual ya le pone muy arriba. Extremo de una gran técnica, hábil, imaginativo  y con llegada al gol, jugó tanto como extremo como de segundo delantero. 

Oscar Pinino Más: Extremo rápido e incisivo, pero fundamentalmente rematador. El argentino tenía un cañón en su pierna izquierda. Ídolo en Argentina, en River, su paso por el Madrid fue un fracaso, nunca se acostumbró al ritmo de juego de la Liga. En un año estaba de nuevo en Argentina, donde volvió a ser un goleador consumado desde la banda izquierda.

Ayala: Apodado Ratón, fue el autor del gol que le dio al Atleti la Intercontinental de 1975. El argentino era un extremo rápido, de buen físico para la época, regateador pero no en exceso, hábil, inteligente y de gran visión de juego, lo que le permitió retirarse en México como mediocentro y con gol.

Eder: Extremo rápido, hábil y con un disparo a puerta demoledor. Eder formó parte de la delantera del Brasil del 82, algo que ya le sitúa en un equipo mítico. Al contrario que el resto de figuras de ese equipo, que volaron a Europa, Eder continuó en Brasil con una carrera importante, aunque menos mediática que la de Zico, Cerezo o Sócrates.

Bruno Conti: El italiano fue un extremo puramente calcio. Pequeño, hábil, rápido y muy agresivo. Bueno en el 1×1, de los primeros en jugar a pierna cambiada, lo que le hizo ser un experto en diagonales, algo no muy común en los 80.

Piet Keizer: De los mejores extremos europeos entre los 60 y 70. Jugó toda su carrera en el Ajax, formando una dupla de ataque con Cruyff a la que se llamó La Pareja Real. Él y Rensenbrink se disputaron la banda izquierda de la naranja mecánica durante años.

Grabowsky: Fue un portentoso extremo. Jugador rápido, de ritmo alto y buena técnica, destacaba por sus milimétricos envíos al área. Jugó toda su vida en el Eintracht. Campeón del mundo con Alemania en el 74.

Johnny Rep: El holandés era un extremo derecho vertiginoso. Futbolista de conducciones rápidas, hábil con el balón y muy vertical, tuvo un paso por el Valencia con luces y sombras.

René Houseman: Considerado uno de los más habilidosos extremos de la historia del fútbol argentino, poseedor de una explosiva aceleración, gran habilidad y un excesivo cariño por el regate, le apodaron El Hueso debido a su desgarbado físico.

Franco Causio: Il Barone fue uno de los más elegantes extremos europeos de los 70 y 80. Futbolista siempre con la cabeza alta y el cuerpo erguido, su fútbol destilaba clase. Destacaba por ser un gran asistente más que un goleador de banda. En muchos partidos le colocaron como interior y se convirtió en una especie de Iniesta ofensivo.

Enzo Ferrero: Fantástico extremo del mejor Sporting de los Quini o Churruca, a quien desplazó a la banda derecha. Velocidad, regate e inteligencia en un futbolista que, sin desmerecer a ese Sporting, era jugador de equipo más grande.

Kevin Keegan: Apodado King Keegan. Fue un futbolista contracultural para el fútbol de la Premier en los 70 y 80. Keegan más parecía más salido de la escuela holandesa o latina que del fútbol británico. Jugador explosivo, rápido y escurridizo al más puro estilo Cruyff. Igual que Johan, era capaz de jugar y destacar en varias posiciones: era veloz y desequilibrante como un extremo, entendía el juego como un centrocampista y llegaba al gol como un delantero. Es decir, un futbolista total.

Carrasco: El Lobo fue un fantástico extremo, al que el fútbol de su época no ayudó. Futbolista de notable clase y zancada larga, Carrasco desbordaba con facilidad y naturalidad, algo extraño y más en la época de los Camacho y compañía.

Oscar Valdez: El extremo ché era un jugador veloz, con técnica, que llevaba el balón pegado a su zurda. Rápido en las arrancadas y con un perfil muy parecido al sportinguista Ferrero. Tras lograr la doble internacionalidad, llegó a jugar nueve partidos con la Selección española dirigida por Kubala.

Hoeness: El que llegase a ser presidente del Bayern de Munich, por cierto un “peculiar” presidente, como futbolista fue un extremo izquierdo modernísimo. Jugador de velocidad, zancada, buena técnica y gol, sin duda era el boceto de lo que luego serian jugadores como Rummenigge o el mismísimo Cristiano Ronaldo.

Simonsen: Uno de los mejores jugadores de la historia de Dinamarca. Con apenas 1,65 de estatura, fue un extremo ágil, veloz, driblón y con una gran inteligencia para el desmarque. Fichó por el Barça en 1979, dos años después de que recibiera el Balón de Oro.

Juanito: El madridista era un jugador hábil, inteligente, rapidísimo, de ahí el mote radiofónico de Supersónico. Para muchos fue un genio. Excesivo en todo, tanto en talento como en cruzar la línea de lo aceptable, esa falta de control hizo que se precipitase su salida del Madrid

López Ufarte: Segundo goleador histórico de la Real Sociedad, apodado El pequeño diablo. Fue un futbolista que nació 30 años antes de lo debido. Hoy formaría parte de ese grupo selecto de los Silva, Iniesta o Cazorla. Fino, inteligente, con un fútbol elegante, sin duda fue un adelantado a su tiempo.

Karl-Heinz Rummenigge: Podríamos decir que Cristiano Ronaldo es un Rummenigge 2.0. Fuerte, rápido, poderoso en las disputas, con una gran técnica individual y un goleador que aparecía llegando desde la banda. Hablamos de uno de los más grandes futbolistas alemanes y europeos de siempre.

Shevchenko: El ucraniano era un futbolista con muchísimas similitudes a Rummenigge. Menos tosco de movimientos, más dúctil  y posiblemente más relacionado con el gol. Ágil, fuerte, dinámico y con muchísima llegada. Shevchenko, como algunos de los que están en esta lista, jugó en las tres posiciones del ataque.

Robert Pires: El francés fue uno de los mejores extremos franceses de la historia. Destacaba su lectura de las jugadas, su dominio del balón y su visión del juego, lo que le permitió jugar como mediapunta y segundo delantero.

Stoitchkov: El avispado ojo de Cruyff vio en él a un puñal para agredir desde la banda, cuando él había destacado como delantero centro. Balón de Oro en el 94, su fútbol era una mezcla de calidad técnica y rabia, un futbolista que parecía no disfrutar jugando al fútbol, que jugaba enfadado y regañado con el mundo. Pieza básica en el Dream Team de Cruyff.

Asprilla: El colombiano fue un futbolista poderoso, rapidísimo, explosivo, absolutamente diferencial, pero su vida fuera de las canchas le devoró. De él se dijo que «no quiso ser el mejor jugador del mundo».

Marc Overmars: Aunque en el Barça no lo demostró, el holandés fue uno de los grandes extremos de los 90. Con un fútbol vertical, era un jugador muy rápido, regateador y asistente, aunque destacaba fundamentalmente por su condición de ambidiestro. Una lesión de rodilla y alguna recaída le impidieron dar el 100% de su fútbol como culé.

Caniggia : El hijo del viento era un extremo habilidoso, pero fundamentalmente rápido, muy rápido con el balón en los pies. Sin un gran golpeo ni una técnica depurada, Caniggia imponía la ley del veloz. Gran zancada, verticalidad y mucha conducción.

Pierre Littbarski: El alemán fue uno de los mejores extremos europeos de los 80 e inicios de los 90. Su gran velocidad y excepcional habilidad para el regate le convirtieron en un muy efectivo extremo que podía jugar en ambas bandas por su condición de  ambidiestro.

Figo: Hasta la aparición de Cristiano Ronaldo, Luis Figo fue el heredero de Eusebio. Extremo rápido, habilidoso, peleón, pero sobre todo jerárquico, un futbolista ganador de los que cambian la deriva de un club, un líder. Figo es de los mejores futbolistas de su década sin duda.

Ryan Giggs: Uno de los más grandes y posiblemente menos reconocidos extremos de su generación. Extremo que lo tenía todo, calidad, técnica, elegancia, velocidad, desborde, uno de los mejores que vi. Formó parte de un grandísimo United, donde posiblemente la gran presencia mediática de Ferguson como entrenador y Beckham como jugador taparon a este fantástico futbolista.

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