Recientemente he leído en algún sitio que el inglés es la lengua con más palabras recogidas oficialmente en su diccionario. Antes de Trump y Boris Johnson contaba con más de 350.000 términos. Ahora habrá bajado, pero siguen siendo una barbaridad.
Nuestra lengua en cambio se queda en los 80.000 términos propios, más una cantidad parecida de americanismos o palabras con significado local, no general. Según donde digas “Saca el pico y coge esa cola” puedes estar buscando empleo en una obra o a punto de ingresar en prisión.
La cantidad no suele ir ligada a la calidad. En el mundo anglosajón no se andan con miramientos ni exquisiteces lingüísticas, ni se preocupan sobre la etimología, la construcción o la historia de las palabras que conforman un idioma. Cogen (toman, perdón) dos y las pegan, como caigan. El inglés es como Ikea, con las piezas de tres muebles te salen seis. Algunos ejemplos de lo que ellos llaman funcionalidad y a lo que yo añado el prefijo “dis-”:
—Bombero: Fireman. A la mierda la imaginación… Que digo yo, que eso sería pirómano, que para el que apaga el fuego es más adecuado Antifireman.
—Carpintero: Woodworker. Buen carpintero: Good Woodworker.
Dios, qué buen trabajo del buen carpintero: God, what a good work from the good woodworker.
—Destornillador: Screw driver. Aquí, si asociamos conductor con destornillador es que se nos ha roto el elevalunas y lo tenemos atravesado en la puerta.
—Ordenador portátil: Laptop. Literalmente: Parte de arriba del regazo. ¿?
—Madre: Mother, Abuela; Grandmother, Bisabuela; Grandgrandmother y así sucesivamente. Esta parte la sacaron de rincondelvago.com
—Melón: Melon. Bien. Sandía: Watermelon… En un finde se ventilaron el Diccionario completo los colegas. En una brainstorm, vamos.
—Jaqueca: Headache. Infarto: Heartache. Dolor de muelas: Teethache. Retortijones: Stomachache. Cómico malillo: Evache.
—Analgésico: Painkiller. Ponle pegas…
Con los deportes también fueron rápido. Football, Baseball, Basketball, etcball. Desbarraron un poco más al nominar su evento estrella anual. Con lo fácil que hubiera sido dejarse llevar: Superball. Pues no, apareció un creativo publicitario con sus cereales desayunando (12:00 am) y se descolgó con Superbowl.
Y luego, a todo el maravilloso e inacabable mundo de los productos derivados del cerdo lo llaman sausage. Vamos, no me digas. No hay comparación. Cuando uno escucha salchichón, chorizo, longaniza o chistorra, no puede menos que quitarse el sombrero. Qué precisión y concordancia entre el sonido y el significado, qué palabras más redondas. Se pueden saborear.
Con los verbos la simplificación llega al extremo. Usan cuatro y les cambian el significado con los complementos. Son las famosas phrasal verbs que tantos quebraderos de cabeza nos dieron en la escuela.
Son combinaciones de dieciocho-veinte elementos tomados de dos en dos y que tienen la misión de volverte loco si quieres aprender el idioma. Me explico:
—Pull: Tirar. Pero Pull off, Arrancar. Pull over; Detenerse (No jersey).
—Pay: Pagar. Pay in: Ingresar. Pay up: Pagar. Pay Pay; Abanico.
La lógica brilla por su ausencia a la hora de otorgar significado. Total log out.
Get es el comodín, vale para todo como Saúl. El significado principal es obtener, conseguir, pero según la palabra que le añadas puede llegar a tener más de quince significados. Así se entiende porqué llegan a tener tantos términos y se refuerza mi opinión sobre la calidad y la cantidad.
También tenemos otras frases en las que sí tienen alternativas para elegir, las cosas como son. Nosotros decimos; ¿Dónde están? Y ellos pueden decir: Where are they? o Understand?
Y otras palabras tienen una traducción más simple y fácil de usar: Llave inglesa: Key.
Gabino Diego decía en Amanece que no es poco: «Los americanos también tienen sus cosas buenas». La respuesta del alcalde ha pasado a la historia del cine y de la vida.
—¡Vete a la mierda, hombre!
El inglés es indudablemente el idioma de los negocios, gracias a esta funcionalidad y a su construcción de corta y pega, pero qué quieren que les diga, yo me quedo con la riqueza, la variedad, la evolución y con la historia del castellano. No hay color.
Tengo un amigo, al que de vez en cuando se le escucha desde la calle gritar:
—¡Noooo!, ¡No entreees ahí… !, ¡Huyeee…!
Le pasa cuando está viendo el vídeo de su boda.
Pues a este amigo le gusta economizar en el lenguaje y también va al grano. Por eso le encanta contar el clásico chiste del novio en el altar. (Que vale igual si es la novia la que contesta, pero como es antiguo y venimos de donde venimos se ha popularizado en la versión “patriarcal”).
—Pepín, ¿quieres a Pepina como legítima esposa, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de tu vida?
—Sí, sí, no, sí, no, sí, no, mus…
Buenísimo, me he echado unas risas.
I have lain some laughs