Hace un par de días, Valdano, definió a Zidane como un entrenador simplista. Sólo el argentino es capaz de convertir un eufemismo en elogio (si es que de verdad de eso se trataba). Pero acertó.
Sobre el Zizou entrenador corren mil teorías. La más extendida es la del caos. Una alineación para cada partido, diferentes dibujos en cada encuentro y un enorme trasvase en todas las convocatorias. Obviamente, el purismo del fútbol le tiene como un ente extraño al que sorprendentemente siempre le ponen de pie los resultados. Flor, chamba o ese sitio donde la espalda da paso a la hucha, suelen ser términos que conviven asociados a la trayectoria del francés.
Digamos que Zizou es al fútbol lo que el Amenábar de Tesis al cine, un heterodoxo sin oficio que un día se encontró un buen guión. Lo protagonizaban Ramos, Modric, Kroos y Cristiano.
Reconozcamos también en el fútbol moderno eso que en las comidas se llama umami, o sea, ese quinto sabor que convierte un plato en sabroso y que en el fútbol siempre se transmite del entrenador a la plantilla y jamás al revés. Klopp, Pep, Mourinho, Pochettino… son los maestros del método. Todos saben a qué van a jugar sus equipos y ellos saben contarlo, porque sin una buena táctica y un gran don de lenguas para explicarla esto se reduce a diez tíos corriendo en calzoncillos y otro con guantes que la puede tocar con la mano. El fútbol simple no tiene umami.
Pero yo creo que desentrañar a Zidane no es tan difícil. Es el único entrenador de élite (porque así le considero) capaz de primar a sus jugadores por encima de una determinada manera de jugar. Zizou no piensa en un esquema y luego busca intérpretes para el mismo; simplemente elige actores, según les ve entrenando en Valdebebas, y luego construye el esquema. Cinco medios, cuatro, tres, un delantero, dos, tres… todo depende de cómo estén. Modric, Kroos, Lucas, Rodrygo, Vinicius o Isco. Casi como en los años 70 y 80, cuando nadie hablaba de bloques de presión, transiciones y fases del fútbol, y el entrenador siempre era más invisible que los jugadores. A ver, sin mirar… ¿Quién entrenaba a la Francia de Platini y quién la definía como un equipo posicional?
Desentrañar a Zidane no es tan difícil. Es el único entrenador de élite capaz de primar a sus jugadores por encima de una determinada manera de jugar
Esta manera de ver el fútbol —la de Zizou— tiene el efecto de tener siempre al grupo motivado. Todo el mundo se siente importante y sabe que quizá la camiseta le espera en el partido siguiente. ¿Y es que eso no es un método también? Un entrenador que no sepa manejar y motivar a un grupo es candidato a no tocar el pelo del éxito. Mucho menos en un sistema de competición tan difícil como el de la Champions.
Sin motivación, y trabajo en los entrenos, no te conviertes en el equipo menos goleado de las cinco principales ligas de Europa y en uno de los que más balones roba en campo contrario. Sin sapiencia futbolística, en el Madrid estarían antes Llorente y Ceballos que el Pajarito Valverde.
Que nos den entrenadores simplistas para plantarle cara a las vedettes del ADN o a los de la metodología del “siempre sabrás a qué juega mi equipo». Yo me quedo con “mira los que elijo y verás cómo juego». Lo segundo me parece mas lógico y la verdadera demostración de que crees en tu plantilla.
Porque el verdadero umami está en paladear el éxito y no en que nos expliquen los sesudos caminos que te llevan a conseguirlo mientras se dan de narices, una y otra vez, cuando salen a Europa.
Desentrañar a Zidane no es tan difícil. Sólo consiste en creértelo.
Desentrañar a Dios y la Santisima Trinidad no es tan difícil. Sólo consiste en creértelo.
Es mejor equivocarse siguiendo tu propio camino que tener razón siguiendo el de otro