El 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas, se produjo el que quizá constituya el magnicidio más relevante de la historia moderna; no solo por la relevancia del personaje asesinado, John F Kennedy, presidente de los Estados Unidos de Norte América en ese momento, sino también por las consecuencias que tuvo a nivel geopolítico. La Comisión Warren, creada ex profeso para llevar a cabo la investigación del magnicidio, concluyó que el asesinato fue cometido por un único hombre, Lee Harvey Oswald. Para ello fue necesario asumir como cierta la teoría, un tanto peregrina, de la “bala mágica”, también conocida como CE399, que diera explicación a los informes forenses a partir de la suposición de un único actor, lo que generó una gran controversia y levantó no pocas suspicacias de conspiración.
Según esta teoría, una segunda bala, distinta a la que mató a JFK, tuvo que describir un recorrido con cuatro trayectorias: atravesó el cuello de JFK, viró a la derecha unos 60 grados, avanzó volviendo a girar ahora a izquierda otros 60 grados, atravesó el pecho del Governador John Connally removiendo 4 pulgadas de costillas, viró de nuevo unos 15 grados a izquierda atravesándole la muñeca para acabar finalmente alojada en su fémur. A falta de más información, y a poco que se aplique el sentido común, uno puede fácilmente llegar a la conclusión de que la solución propuesta por la Comisión Warren con la teoría de la “bala mágica” no es más que un ejercicio de cinismo para encubrir quién sabe qué otros hechos o motivaciones de carácter más truculento por los que llevar a cabo el magnicidio.
Frente a este ejercicio mezquino de búsqueda de respuestas ajustadas a un relato con fines más bien torticeros, encontramos la versión más amable de aquellos que buscan respuesta a fenómenos que ven o experimentan y que escapan a la visión lógica del universo que les rodea, dándole una explicación, la que sea, pero que apacigüe su estado de ansiedad. Cuando pensamos en este tipo de personas solemos acudir al recurso fácil de las víctimas de avistamientos de OVNIS o de las apariciones marianas, atribuyendo al personaje una simpleza propia de la explicación que dan al fenómeno. Pero muchas veces no es este el caso. Ahí está el ejemplo de los físicos de finales del siglo XIX. Personas lúcidas dónde las haya, con un conocimiento excelso y una capacidad crítica fuera de toda sospecha, que, como último recurso, no dudaron en inventarse un medio, el éter, – el cual debía reunir unas características incompatibles entre sí, fuera de toda lógica-, para poder dar la respuesta que no tenían a fenómenos electromagnéticos que eran capaces de reproducir en el laboratorio. Suerte que posteriormente Einstein, con la Teoría de la Relatividad, pudo iluminarles el camino y mostrarles lo absurdo de su propuesta.
Toda esta disertación acerca de los caminos en busca de una explicación a unos hechos surge con motivo de una jugada que se dio en el estadio Santiago Bernabéu, en la disputa de la eliminatoria de cuartos de final de la Copa de SM El Rey, entre el Real Madrid y la Real Sociedad de San Sebastián. En el minuto 79, el jugador del Real Madrid Vinicius Jr consigue marcar un gol que posteriormente es anulado a instancias del VAR por presunto fuera de juego. Y digo bien cuando digo presunto porque, -¡vaya por Diós!-, para no faltar a la costumbre cuando de Real Madrid o FC Barcelona se trata, la realización del partido nos hurtó unas repeticiones que pudieran ser esclarecedoras. Supongo que el elevado precio que se paga por ver el fútbol en este santo país no da derecho a que te muestren esas imágenes, pero en fin.
Contra lo que nos habían informado los portavoces oficiales del CTA, ni tan siquiera se mostraron las imágenes del VAR que debían aclarar el rearbitraje de la jugada, cosa que en principio debía ser preceptiva al corregir la decisión inicial del trío arbitral sobre el terreno de juego. Hasta aquí, nada nuevo que no hayamos sufrido anteriormente. El problema viene a posteriori cuando se publica en los medios la imagen que supuestamente se ha empleado en el VAR para determinar que es fuera de juego. Y como la realización del partido y el CTA han decidido hurtar imágenes al telespectador, tenemos que asumir que ha sido ésta y solo ésta la imagen empleada para enjuiciar. Pues bien, en base a dicha imagen, la actuación del VAR no se ajustó a su propio protocolo; y me explico.
El VAR tiene la particularidad de que, fundamentalmente, es un mero órgano consultivo para el arbitraje de penaltis, tarjetas rojas directas o infracciones previas a un gol. En estos aspectos no toma ninguna decisión. Se limita a avisar al árbitro de campo de posibles infracciones cuando una jugada esté sujeta a interpretación, invitándole a que sea revisada en el monitor de campo para que sea éste quien tome la última decisión. No ocurre lo mismo en el caso de los fuera de juego. En este caso, y en virtud del empleo de una tecnología adhoc, el VAR sí que tiene poder ejecutivo, por decirlo de algún modo. En este caso tiene potestad para corregir decisiones arbitrales de conceder o denegar goles. Para ello se debe determinar si la jugada constituye o no una infracción en base a unos hechos probados: la posición del jugador atacante en relación a una línea de fuera de juego imaginaria delimitada por la parte del cuerpo del defensor que esté más cercana a su línea de meta. ¿Qué pasa si, por el motivo que fuere, el VAR no puede determinar ese hecho probado? Como ya ha ocurrido en otras ocasiones: falta de imágenes, perspectivas inapropiadas e incluso falta del propio sistema VAR, el árbitro de la sala de VOR debe abstenerse en su juicio y dar validez a la decisión tomada por los árbitros de campo. Pues esto, señores, es lo que no sucedió ayer.
Si uno se para detenidamente y observa la imagen de la discordia da la sensación de que Vinicius Jr se encuentra ligeramente en fuera de juego; pero debemos realizar el ejercicio de abstraernos a esta percepción ya que quién debe resolver esta situación es el VAR. Podemos analizarla si queremos como meros aficionados, pero debemos tener en cuenta que, desde el punto de vista del VAR, en este tipo de jugada no vale la interpretación que cada cual le quiera dar. La tecnología está ahí para dar o no respuesta, dejando de lado las interpretaciones. Y si nos ponemos a analizar las líneas de VAR, vemos que la línea imaginaria que marca la posición de fuera de juego no está trazada basándose en hechos probados, pues el pie izquierdo del defensor, que es el que delimita la marca, está oculto tras el cuerpo del propio Vinicius Jr. A vista de esta imagen, por mucho que nos pueda parecer fuera de juego, y en virtud del supuesto uso del VAR, el árbitro de la sala VOR debía haberse abstenido de manifestarse a favor o en contra, dando validez a la decisión tomada desde el terreno de juego, como marca el protocolo, y que fue de conceder el gol.
Lejos de creer que todo se debe a una conspiración judeo-masónica y que el árbitro de la sala VOR estaba elaborando una teoría de bala mágica para invalidar el gol de Vinicius Jr, prefiero pensar que actuó de buena fe (pero con mala profesionalidad) intentando aplacar su angustia, buscando una explicación a lo que sus ojos estaban viendo: que el jugador blanco estaba en fuera de juego. Y para ello trazó una línea errónea, porque no la trazó por dónde se encontraba el pie del defensor, sino por dónde él suponía que debía estar. Y eso es un error, porque el juicio del VAR, como ya dije anteriormente, debe realizarse en base a hechos probados y no suposiciones. El principio de in dubio pro reo es primordial en cualquier sistema de arbitraje que se precie, de lo contrario, y valga la redundancia, todo parece que se enjuicie de forma un tanto arbitraria.
Y hablando de cuatro trayectorias, de ese calibre fue la cornada que le infringió ayer la Real Sociedad al Real Madrid. Un gol de Ødegaard, cumpliendo con la maldición del ex, dos del joven Isak, que apunta muy buenas maneras y tiene ese don del gol que se presupone a cualquier delantero top, y otro de Merino, desnudaron el plan propuesto por Zidane con la unidad B y demostraron unas carencias, sobre todo en el aspecto defensivo, impropias de un equipo que siempre ha de aspirar a ganarlo todo. Un equipo como el Real Madrid no se puede permitir el lujo de saltar al terreno de juego adormecido, como anestesiado por la ingesta de éter, porque luego ocurren estas desgracias. No es la primera vez que les pasa y parece ser que no será la última, como si ello formara parte de la esencia de este equipo.
Es una lástima que un empleo erróneo del VAR pueda opacar una victoria tan brillante y merecida como la que obtuvo el conjunto de Alguacil ayer noche en el Bernabéu porque, polémicas de VAR aparte, si alguien mereció la victoria, por oportunidades y control del juego, fue el equipo txuri urdin, pese a ese postrero arreón del Real Madrid, con el último toque de corneta, que casi les llevó a empatar el encuentro a base de orgullo y casta.
Al margen de esto, por aquello que se le supone a la mujer del César, ya es hora de que tanto la Federación, como la Liga y el CTA exijan a la realización del operador de televisión la exhibición de tomas que sirvan para dar respuesta a cualquier duda que pueda surgir durante el desarrollo del juego. Ocultar pruebas lo único que contribuye es a revestir con una sombra de duda la equidad del equipo arbitral y por extensión de la competición. En todo caso, ya tenemos alpiste para dar de comer al canario durante un tiempo. Que se trate de una teoría del éter o de una bala con cuatro trayectorias, eso va a gusto del consumidor.
Mientes, y lo sabes. Lo que está sujeto a interpretación es saber si mientes de manera interesada, o no. El VAR nunca tiene capacidad ejecutiva, siempre recae en el árbitro.Lon que pasa es que si hay una jugada objetiva casi por antonomasia, es el fuera de juego, y por ello el arbitro, se apoya en el VAR para tomar la decisión, pero la decisión es siempre del arbitro y si este tiene alguna duda de las tomas, lo debe valorar y solo puede decidir el árbitro. Insinuar otra cosa es hacerlo de manera interesada. Si es entrar el VAR a rearbitrar claramente, cuando una jugada vista por el árbitro, ya valorada por él y no clara y manifiesta( como indica el protocolo del VAR, que me he leído) como la falta pitada al Sevilla en su primer gol y no leí ningún comentario,ni ningún artículo.