Permítanme que me presente como es debido, soy del Atleti. Más colchonero que el que inventó los colchones. Qué le vamos a hacer.
Lo soy porque de pequeño me gustaba más esa camiseta que la del Madrid o la del Barcelona. Lo soy porque me brillaban los ojos cuando Rubio dejaba a los contrarios sin cintura y Julio Alberto parecía correr la banda con la moto de Ángel Nieto (quizá mis primeros recuerdos del fútbol). Lo soy porque luego llegó Futre. Lo soy a pesar del descenso y de no tener ninguna Copa de Europa. Lo soy por mucho doctor Cabeza que nos presidiera y soportando las opulencias de Gil. Lo soy y, siempre lo seré, sin necesidad de relato que me haga especial.
Será por eso que me caen fatal todos los que se consideran atléticos por el don divino de no ser del Madrid. A mí me importa un comino lo que ganen o lo que pierdan los blancos. Yo es que sólo soy del Atleti. No pido perdón por serlo, así que tampoco exijo que nadie lo sea. Ni estoy más acertado que otros, ni digo que alguien se equivoque eligiendo colores. Hace años que tuve claros los míos.
Podía haber sido de la Real Sociedad (que también tenía camiseta molona) o de cualquier otro equipo. Porque primero escoges y luego amas. Y el que cuente que es al revés, ni pajolera idea de lo que pasa por la mente de un niño. Sentir unos colores es exactamente lo mismo que la atracción por el sexo opuesto. Te gusta primero, te enamoras después.
Ya he dicho que paso de relatos. Ser del Atleti no es un estilo de vida. Es más, cada uno de nosotros tiene diferente forma de verla. Caben físicos cuánticos, cantantes, obreros y pasteleros de Legazpi. Eso sí, para sentir al Atleti no hace falta presumir de vitrinas. Sólo cambian de equipo los que realmente no eran de verdad de ninguno.
Odio cuando alguien dice que somos especiales. ¿Con respecto a quién? ¿A los aficionados del Getafe o del Rayo? ¿A los del Madrid o a los del Barça? Y… ¿eso por qué? Para ser rojiblancos no hay que pasar por test de personalidad o por fundamentalismo ideológico. Repito, lo soy porque elegí serlo. No quiero que nadie me admire. No quiero tampoco que me digan que lo fácil ”era ser del Madrid». Ellos no tenían a Rubito ni a Julio.
No tengo pupas, pero tampoco complejos por fichar jugadores de 120 millones de euros. El Atleti tiene el mismo derecho a ser grande que el más grande de todos los clubes de fútbol. No somos el equipo del pueblo, sino el de una gran parte del pueblo. Y ojalá crezca cada día más. Orgullo rojiblanco.
Miro de frente a todos los rivales. Jamás usaría la excusa de que perdemos con el Madrid o el Barça por lo de los presupuestos. Porque los que esto afirman, si las pasamos mal contra el Lega, no dicen que el Cholo gana más que todos los jugadores pepineros juntos. El fútbol va de jugarlo. Las excusas jamás me gustaron.
Y doy las gracias a Simeone. Pero también le digo que yo era colchonero antes de que llegase y que lo seguiré siendo después de su marcha. Somos tan grandes que sabemos honrar la memoria de un entrenador que nos ha llevado a cotas altísimas, pero sin que eso nos haga perder la exigencia del tiempo presente.
Por todo esto soy del Atleti. Mis dos hijos también. Ellos no han visto a Rubio, Julio Alberto, Futre o Caminero, pero me han visto a mi honrando cada día la rojiblanca. Sin dármelas de intelectual, pijo, masoca, sufridor o contestatario. Simplemente, amando a mis colores con todas mis fuerzas. Es lo que hay, y habrá, hasta el fin de mis días.
Con dos cojones, por fin un discurso rojiblanco que me convence. Yo elegí el Madrid por la cara de mala hostia que tenían los jugadores en los cromos (Stilike, Benito, etc) y por el gran Carlos Alonso Santillana. Podía haber elegido el Atleti (de hecho en mi casa intentaron que yo fuera colchonero) pero elegí el blanco. Eso es lo único que nos diferencia, lo que elegimos en nuestra niñez. La poesía en los libros y el fútbol en el campo.
Yo elegí al Madrid por ser el estadio que tenía más cerca.
Fantástica carta de presentación. Qué gusto poder leer a un atlético con un discurso distinto, y desde mi punto de vista, mucho más lógico.