Hola, Emmanuel. A las puertas de un derbi madrileño, mi mente retrocede a un amanecer de finales de julio, el mejor momento del día en esa época en la que el sol nos derrite el cerebro. Miré el móvil y vi que el Madrid había perdido 7-3 contra el Atlético. En mi duermevela, pensé si podía ser el resultado de los penaltis, pero rápidamente eché cuentas y no salían. Ese día me hice defensor de Zidane, para lo que viniera y para lo que hubo, sobre lo cual no le di en su momento el reconocimiento merecido.
Para ser sincero, ese proceso de conversión en fiel Zidanista comenzó el día que volvió al Madrid. Siempre he admirado a la gente que pone en riesgo su imagen pública, y la de Zidane no podía ser más exitosa: tres Champions y una Liga en dos años y medio. Yo no habría vuelto. Aunque es posible que él lo hiciera para convencer a gente como yo.
Quizás fue fruto de ese agarrotamiento mental del verano, pero las redes sociales, es decir, gente con nombre y apellidos, aunque los escondan, y con dedos, empezaron a dudar de Zidane por la pretemporada. Ya lo querían echar sin ni siquiera darle la oportunidad de perder en partido oficial, que es algo que el francés se ganó con su decisión de volver. Qué menos que esperar a verle derrotado para pedir su adiós.
No sé si es por la moda de enfrentarse entre grandes equipos, pero últimamente se le da mucha importancia a los amistosos con nombre de competición seria del verano. Y no la tienen. Ninguna. Pero ya sabes que la inmediatez nos obliga a emitir juicios antes de pensarlos. Como me gusta tanto llevar la contraria, desde ese día soy más de Zidane de lo que nunca fui (ni siquiera en su época de futbolista, la cual creo que está sobrevalorada, pero ése es otro tema que dejaremos para otro día), porque comprendí que Zizou siempre tiene un plan, y si cree que no saldrá bien, será el primero en despedirse en camiseta de tirantes como en 2006 o dejando a Florentino con la cara que nadie consiguió que pusiera antes en 2018. ¿Tú no te fiarías de alguien como el francés?
Me hablabas de la Copa y de cómo habían devuelto la emoción con el partido único. Hay que recordar las aciagas noches del Madrid en Toledo o del Barça en Novelda para encontrar la explicación de por qué se volvió al doble partido. Y no se impuso la modalidad al mejor de tres después del ‘Alcorconazo’ de puro milagro. Esperemos que esta vez los grandes clubes asuman la posibilidad de que David derrote a Goliat, porque el fútbol es el único ámbito de la vida en el que puede ocurrir tal proeza. ¿No sientes en esos casos un pellizco de alegría incluso si el eliminado es tu equipo?
Aunque me he retrasado en escribirte, quería contarte lo que me pasó cuando me enteré de la muerte de Kobe Bryant. Las informaciones eran tan confusas al principio que me agarré a la opción de que no fuera él uno de los cinco fallecidos de los que se hablaba en un primer momento. Me sorprendió ese pensamiento porque igualmente habrían desaparecido cinco vidas. ¿Quién era yo para desear que muriesen unos en vez de otros? ¿Valen más unas vidas que otras?
Un abrazo,
Juan Carlos.
Ovación cerrada y vuelta al ruedo!!!
[…] estela de Zidane puede ser buen ejemplo. Seis meses después de que lo quisieran echar tiene al equipo en el punto de cocción óptimo. Y aún falta por añadir la guinda de Hazard. […]