A comienzos de la década de los 90 yo era un gran aficionado a la NBA; tenía un puñado de conocidos que seguían la liga americana con interés e incluso nos juntábamos por la noche para ver algunos partidos. Mi mejor amigo de entonces era seguidor de los 76ers y también muy fan de un jugador llamado Charles Barkley; un tipo apodado «el gordo» (porque pesaba 115 kilos), que a pesar de medir 1,98 m jugaba de cuatro (lo que viene siendo un ala-pivot). Barkley era uno de los jugadores más queridos y carismáticos del equipo. Era emocionante verle suplir su falta de altura a base de pundonor, personalidad e inteligencia. Pero no sólo era un deportista admirable que compensaba su desventaja con talento; también era muy bueno. Estuvo varias veces dentro del mejor quinteto de la NBA, e incluso, cuando ya estaba en los Suns, llegó a ser el MVP de la Liga. Ayer, viendo el Juventus-Atlético de Madrid, me acordé de Charles Barkley y de lo que decía mi amigo cuando le veíamos jugar: «ay, si tuviera más centímetros». Creo honestamente que si el equipo de Simeone volvió ayer de Turín sin puntos fue exclusivamente porque, queramos o no, el Atleti es un ala-pivot de 1,98 m jugando en la NBA. Es decir, hay que asumir que a veces, y sobre todo en una jugada puntual, el pundonor, la personalidad y la inteligencia no es suficiente para ganarle el rebote a un tipo de 2,15 m.
Creo que el Atlético de Madrid hizo un buen partido en el Allianz Stadium. Lo creo de verdad. Uno de los mejores de la temporada, de hecho. Imagino que muchos de los críticos habituales no lo verán así, pero es muy probable que la mayoría de ellos ni siquiera viesen el partido porque a esa misma hora estaban viendo otro que les interesaba más. Ya me entienden. En cualquier caso el equipo de Simeone perdió los tres puntos y eso condiciona obligatoriamente cualquier análisis sensato. No se puede decir que todo está bien cuando has perdido.
El equipo colchonero salió al campo con la valentía que no ha tenido durante la mayor parte de lo que llevamos de temporada; intenso, comprometido y adelantando la presión hasta el área pequeña del contrario. Esa actitud lleva implícito un riesgo evidente de que el rival, que no era cualquiera, supere la línea del frente y se encuentre con todo un estadio por recorrer en superioridad numérica, pero rara vez ocurrió. La presión era buena y el repliegue todavía mejor. No contentos con eso, los de Simeone también trataron de manejar con criterio el balón; o al menos, con más criterio de lo habitual. Con las dificultades obvias de enfrentarse a un rival compacto y bien trabajado, pero sin abusar de soluciones excesivamente rupestres.
Hasta el final de la primera parte el Atleti había tenidos dos ocasiones de gol (una clarísima de Saúl rematando fuera de cabeza y otro disparo lejano del mismo canterano) por una de la Juventus; un disparo esquinado en una de las pocas llegadas que tuvo el equipo trasalpino durante esos diez minutos de dominio, al filo de la media hora, que llegaron cuando Dybala decidió abandonar la delantera para sumarse a jugar en el centro del campo.
El tópico dice que en Champions los pequeños errores se pagan caros y creo que es verdad; el colegiado tuvo un pequeño error y el Atleti lo pagó muy caro. Pasados dos minutos el árbitro pitó una falta que no era (Hermoso volvió a pecar de ingenuo) y la Juventus ganó el partido. Es ese tipo de cosas que pasan en estadios como el de la Juventus. Es ese tipo de cosas que le pasan a los pivots de 2,15 m. El disparo de Dybala es espectacular, pero ese gol debe incluirse en la categoría de error del portero. Jamás puede entrar un disparo a puerta desde esa posición.
La segunda parte fue un ejercicio de pundonor, personalidad e inteligencia por parte del Atleti; dominaron el juego, el ritmo, la posesión y las estadísticas. El problema es que seguía midiendo 1,98 m. Los centímetros que faltan se tradujeron en esa desesperante (y preocupante) falta de gol que cada día es más patente. Y claro que el Atleti tuvo ocasiones de gol, más del doble que la Juventus para ser exactos, así que el problema no fue ese; el problema fue (y es) que de las dos que tuvo la Juventus una fue dentro y la otra al palo, mientras que las del Atleti fueron todas fuera.
El sistema defensivo estuvo bien, Thomas sigue imperial, Herrera se convierte poco a poco en un pilar importante, los laterales desatascan, se circuló el balón con más velocidad que otras veces, João Félix tiene pinta de crack, el equipo tuvo intensidad, jugó toda la segunda parte en campo contrario y se vaciaron físicamente. Sí, pero no metieron gol.
Como resumen del partido bastaría fijarse en Morata. Su trabajo táctico fue perfecto; estuvo en todo el campo y no ahorro un átomo de energía o de compromiso. Lo hizo prácticamente todo bien, pero en el minuto 90, después de una jugada maravillosa de la delantera rojiblanca, se tropezó a un metro de la portería justo antes de golpear, a puerta vacía, un balón que valía un empate.
La única forma que se me ocurre para acabar de forma optimista esta crónica de la frustración es utilizar la misma frase que usaba con mi amigo cuando éste se quejaba de las limitaciones de su jugador favorito. Piensa que si Charles Barkley tuviese más centímetros no sería Charles Barkley. Piensa que quizá Charles Barkley es tu jugador favorito precisamente por eso.
Pues el gol de Dybala tanto en directo como en diferido me parece imparable. Impresionante el pepino
No hay que identificar valentía con juego al ataque, (ni su inverso, cobardía con juego defensivo). La mayoría de los partidos se ganan por eficacia. Diego Simeone demostró, con otros jugadores, que se pueden ganar muchos partidos teniendo, además, una de las mejores defensas del mundo.
Ahora, con jugadores de otras características, hay que readaptar el sistema, y es ahí, efectivamente, donde se ve la falta de centímetros del Atleti. Joao Félix no puede seguir apuntando maneras, debe disparar cuanto antes porque es una de las nuevas armas con que contamos para suplir la pérdida de seguridad defensiva.