Dicen que tener el síndrome de Peter Pan te impide crecer en todo lo que no sea físico, te incapacita para madurar y te convierte en un niño perenne incapaz de afrontar cualquier reto. Un candidato al fracaso con todas las papeletas para llevarlo siempre a la espalda.
Creo que los que acusaban al Madrid de Zidane de tener estos síntomas se precipitaron de mala manera. Los últimos doce partidos de la temporada pasada no eran ningún referente.
A principio de este curso, apostar por el Madrid para la Liga parecía una mezcla de dos partes de inconsciencia con otra de poco sentido común. Todo lo sucedido en la temporada anterior, más lo que vimos en pretemporada, invitaba a cualquier cosa menos al optimismo. Mucho más después de que el Barcelona se reforzase con De Jong y Griezmann, y el Atleti (quizá con la mejor plantilla de los últimos 20 años) empitonara siete veces al equipo merengue. El Madrid de Zidane seguía siendo un Peter Pan que no despertaba ni con mil campanillas.
Un equipo triste, con jugadores exhalando sus últimas bocanadas deportivas y con un entrenador al que parecía que le habían tocado tres Champions en un sobre de Nescafé. Si Zidane sufría la soledad del corredor de fondo, sus pupilos, eran candidatos a correr menos que cualquiera de sus rivales en cualquier partido. Aderecemos esto con el corto libreto táctico del míster (más simple que las instrucciones de cómo comerse un donut), y tendremos dos imposibilidades más, la física y la química. Apañado iba este equipo.
Pero en fútbol hay dos errores tremendos que no se deben cometer cuando hablamos del Madrid: levantarse antes del minuto 90 y enterrarles antes de tiempo (a veces coinciden los dos). Mucho más cuando el Barcelona no es tan fiero como apuntaba la teoría, y Simeone siempre entenderá mejor a Juanfran y Godin, que a Joao Félix y Lemar. De repente, los favoritismos de agosto se han transformado en las dudas del mes de noviembre. Ahora el Madrid juega mejor que ellos.
Zidane ha encontrado el dinamismo en Valverde y Mendy. Ha aparecido la magia de Hazard, y el contexto actual permite al entrenador rotar a Modric y Kroos. Si unimos a esto al salto de calidad de Casemiro (a un paso de consolidarse como el mejor mediocentro defensivo de Europa) y el estado de forma de Karim, el Madrid un firme candidato a la Liga. Incluso a jugar bien, algo que no había necesitado para la conquista de Europa.
La conclusión es que el Madrid crece y madura. Los que pensaban en Peter Pan, quizá vieron demasiado garfio y poco polvo de estrellas. Pero hay una cosa cierta, con el Madrid no digas nunca… Nunca Jamás.