La Selección española ha ganado a Rumanía por 5-0 en lo que fue el último partido como seleccionador de Robert Moreno, un entrenador al que no le habíamos prestado demasiada atención hasta ahora, cuando será sustituido por Luis Enrique. Es muy nuestro eso de señalar a un ser indefenso y salir en su ayuda. Sin embargo, el regreso de quien fue primer técnico es lo natural; lo extraño es que Robert Moreno hubiera sido confirmado en el cargo el pasado mes de junio, cuando nadie reclamaba tal cosa. Su interinidad no era algo que debiera ser corregido, era la opción más sensata a la espera de que Luis Enrique estuviera preparado otra vez.
Nadie debería salir herido por este movimiento, pero habrá sangre. Otra cuestión sería que la Federación hubiese apostado de pronto por un técnico mediático sin conocimiento del grupo actual. Pero reasignar los papeles tal y como estaban el pasado mes de marzo resulta de una lógica aplastante y normaliza lo que fue una coyuntura anormal y desgraciada.
Dicho esto, Robert Moreno ha cumplido con nota. La suya ha sido una regencia tranquila, continuista en el mejor sentido de la expresión: el equipo no ha perdido la tensión y un futbolista como Fabián, la mejor noticia de los últimos meses, ha consolidado su importancia dentro del equipo titular. Salvo la extravagancia de convocar a Traoré, Moreno lo ha hecho todo bien, especialmente en su exposición ante los medios. Ni se puso medallas ni pecó de modesto. Y es obvio que este tiempo como seleccionador le dejará en buena situación para dirigir a otros equipos en el futuro.
El partido contra Rumanía, concretamente la primera parte, será de lo más lucido de su expediente. España apabulló a lso rumanos con un fútbol racheado pero efectivo. Llegaba con muchos jugadores a las posiciones de ataque y en esa concentración radica una buena parte de los misterios tácticos que nos ocultan los gurús del fútbol. No hay tantos secretos en este juego. Hay que saber presionar y salir de la presión, tocar y desmarcarse, ofrecer soluciones a quien tiene la pelota y acompañar colectivamente tanto los sistemas defensivos como los ofensivos. Si añaden un par de zurdos (mejor tres) y un buen delantero ya lo tienen todo.
En este caso fue Gerard Moreno quien ejerció de goleador. Marcó dos goles y medio, ya que en el cuarto de la noche fue ayudado, generosamente, por un defensa rumano. Pero más allá de los goles dejó sensación de delantero útil para la Selección, con instinto y movilidad, una alternativa muy interesante para el frente de ataque, ya sea centrado o tendido a una banda.
Antes de sus goles, Fabián había abierto el marcador al aprovechar un rechace; hay años en los que te sale todo (suele ocurrir a los 23, año arriba, año abajo).
Sin embargo, y como viene siendo costumbre, los goles nos empacharon más que nos jalearon y la Selección se atascó durante la segunda mitad hasta que llegó Oyarzábal, y por puro empeño, puso el quinto en el marcador. Así son los zurdos. Y así son las interinidades. Llegado el día, vuelve el dueño del sillón y toca regresar al taburete, más sabio y más maduro, pero en el taburete.
[…] Rumanía, como tres días antes Malta, no fue más que un débil sparring con el que hacer probaturas. Los rumanos son un equipo muy joven, la mayoría de sus nuevas estrellas formaban este verano el equipo que llegó a semifinales en la Eurocopa Sub-21, pero aún son jugadores de segundo o tercer nivel. Puscas, su delantero centro, juega en el Reading de la segunda división inglesa; Hagi, el hijo del mítico Maradona de los Cárpatos, juega en el Genk, noveno clasificado de la liga belga… Y ese es el listón. […]