Edmundo Bal (Huelva, 1967) fue cesado de su puesto de jefe de la Sección Penal de la Abogacía del Estado porque se negó a modificar el escrito de acusación presentado ante el Tribunal Supremo, en el que inicialmente se acusaba a los líderes independentistas procesados de un delito de rebelión. Cuatro meses después fue fichado por Ciudadanos. Ahora es el candidato del partido para presidir la Comunidad de Madrid. A la Contra le entrevistó en 2019 para hablar sobre deporte y política.

Bal se presentó en la sede de Ciudadanos con una camiseta del Atlético de Madrid con el número 472, el artículo del Código Penal que tipifica el delito de rebelión.

—¿Por qué es más fácil entenderse en el deporte que en la política?
—Son dos escenarios que se parecen porque ambos son muy pasionales. Creo que en el deporte hay una convicción, una aceptación muy clara de cuáles son las reglas del juego. Las reglas están claras. Puede haber rivalidad y se puede ser de diferentes equipos, pero las reglas se respetan siempre. Hay mucha caballerosidad, mucha elegancia en los campos de juego. Los protagonistas son amigos unos de los otros, se cambian de equipo… Pienso que no está bien pitarlos cuando vuelven al estadio del club en el que jugaban. Yo no lo hago. Yo no pito ni a Griezmann ni a Morata, que marca unos goles magníficos… En la política no existe esa aceptación de las reglas del juego. Lo estamos viviendo ahora con un protagonismo absoluto por parte de Pedro Sánchez, que nos ha llevado, sin querer la gente ni nosotros, a unas segundas elecciones cuando podría haber formado un gobierno. Habría que ser más caballeroso, tener más claro cuáles son las reglas… Las reglas son fáciles de entender: nosotros trabajamos para los españoles y no los podemos defraudar con este tipo de patrañas y de mentiras. En el fútbol, gracias a Dios, no se da. Independientemente de algún suceso acaecido, no es la regla general. Debemos repudiar los los cantos racistas, episodios de violencia o una agresividad que no entiendo. Para mí, el fútbol es honestidad, diversión, pasión por tus colores, ganas de vencer pero no a cualquier costa: siempre limpio.

—¿Son Piqué y Ramos el símbolo de las dos Españas?
—Yo me peleé con Piqué porque escribí un artículo en El Confidencial. Después, un día nos encontramos y me dijo que él quizá había metido la pata. Nos dimos un abrazo. Ese es el símbolo de que se puede dialogar; el símbolo de la reconciliación; el símbolo de que respetando las reglas cada uno puede pensar lo que quiera. Lo que al final hay que hacer es respetar la ley y el Estado de Derecho. Independientemente de las ideas que uno tenga, hay que ser moderado, abrazarse, entender al otro. Eso es lo más importante. Sergio Ramos es un magnífico jugador de fútbol… Lamentablemente, un magnífico jugador de fútbol. Todos los atléticos tenemos esa pesadilla del minuto 93 y el maldito cabezazo cuando teníamos la Champions en nuestras manos. No obstante, mi hija es del Madrid y en mi casa tenemos una tolerancia absoluta hacia el equipo que sigue cada uno. Le pido a Ramos que no sea tan bueno si nos enfrentamos nuevamente en la Champions y que nosotros podamos levantar de una vez por todas la primera orejona.

—El único espacio en el que la bandera española se libra de prejuicios es en el deporte. ¿Por qué ocurre?
—Es verdaderamente increíble. Vamos con nuestras banderas al campo y no pasa nada. Sin embargo, llevas tu bandera en cualquier otro ambiente, sobre todo en Cataluña, y entonces te llaman facha. Luego, ves esas imágenes, que a mí me agradan, de independentistas con la bandera de España y con la camiseta de la Selección cuando ganamos el Mundial. Incluso había gente abertzale del País Vasco que estaba con la Selección. El deporte une mucho. Por eso, creo que la Selección ha desempeñado un grandísimo papel a la hora de unir este país con todos los éxitos que ha tenido; ojalá tenga muchos más. Porque, efectivamente, es un elemento de unión de los españoles en torno a un proyecto común. Eso es lo que debe ser al final la política: la unión de todos para que este país progrese. Ese símbolo de la Selección es muy relevante. También pienso que esas banderas tienen que ser las que regulan las leyes. No me gusta nada que el Barcelona haya hecho política del deporte, haya querido aliarse con el independentismo y haya dicho que hay presos políticos, que el campo esté lleno de esteladas y que hagan comunicados de prensa cuando sale la sentencia del Tribunal Supremo (TS). Ningún club debería decir nada más allá de aceptar la ley, la sentencia y de hablar de lo deportivo.

—Los hermanos Gasol, dos símbolos del deporte español, se han declarado partidarios del derecho a decidir. ¿Existe alguna contradicción entre defender a España y apoyar un referéndum en Cataluña?
—No, las ideas en este país no se juzgan. Todo el mundo es libre para opinar lo que quiera. En este país lo que se juzgan son delitos. Cuando alguien comete uno, se le lleva delante de un juez, que analiza el caso, las pruebas, el derecho y finalmente absuelve o condena con una pena que sea adecuada. Cuando eres un personaje público, tanto en tu vida pública como privada, puedes manifestar las ideas que quieras. Este un país que reconoce los derechos fundamentales: la libertad de expresión, la libertad de opinión política… Por supuesto que los hermanos Gasol y el señor Guardiola pueden decir lo que les dé la gana y después de hacerlo tienen que cumplir con la ley. Si algún día decidieran dar el paso a la política podrían tratar de cambiar la ley de acuerdo con los procedimientos que la propia ley establece, siempre dentro de las instituciones.

—¿Manda más el presidente del Madrid que un ministro?
—Como atlético que soy, comprenderás que le tengo poca simpatía a Florentino. Esto es un discurso con el que me quedo alucinado cuando lo oigo constantemente en boca de los líderes de Podemos. Cuando fui a un debate a Telemadrid, el representante de Podemos, cuando estábamos hablando del cambio climático y de la sostenibilidad del medio ambiente, me sacó a Florentino Pérez. Y creo que no tenía nada que ver. Se les llena la boca al hablar de Ana Patricia Botín, de Florentino Pérez… Los tienen como si fueran los iconos del capitalismo y los enemigos del pueblo español o algo parecido. Entonces, en ese debate, tengo que salir en defensa de Florentino. ¡Cómo un presidente de un club de fútbol va a ser el que más manda en la política! ¡Cómo va a mandar más que un ministro o que el presidente del Gobierno! Eso es ridículo. Es un mensaje populista. Yo me enfadé con Piqué al término de un partido de la Selección. Dijo que la abogacía del Estado había dirigido la acusación por delito fiscal contra su compañero Leo Messi porque la abogada general del Estado, que fue secretaria de la Junta Directiva del Real Madrid, estaba en el palco con Florentino Pérez. Vamos, que Florentino era el que le mandaba a Hacienda que inspeccionase a Messi. Después, resulta que la inspección también fue contra Cristiano Ronaldo, caso que yo llevé.

—¿Manda más Messi que el presidente del Barcelona?
—No lo sé porque no conozco el Barcelona por dentro. La verdad que tengo una deuda con el Barcelona: no he estado nunca en el Camp Nou. Todo el mundo me dice que es un estadio espectacular y tengo muchas ganas de ir para ver un buen partido. Independientemente de lo que he dicho antes del Barcelona, la verdad es que este equipo no es el mismo que el que entrenaba Guardiola, que era una máquina de jugar al fútbol; era una maravilla verlo jugar. De Messi no sé decir si es mejor el jugador de fútbol del mundo, pero las cosas que hace en el área pocos saben hacerlas. Lleva la pelota prácticamente pegada al pie y hace lo que quiere. No creo que el Barça quiera perder a Messi y por tanto el argentino en su capacidad negociadora con el club no es cualquier jugador: puede pedir más cosas. Pero no creo que sea Messi quien mande.

—¿Es el Atlético de Madrid el equipo del pueblo y el Madrid el del régimen?
—Creo que nos hacemos de un equipo o de otro en función de nuestro carácter. Durante muchos años, en la época de la dictadura, como el general Franco decía que él era del Madrid parecía que era el equipo del régimen. El Barcelona le dio también la insignia de oro y diamantes a Franco, así que muy rebeldes tampoco eran. En ese sentido, creo que tenemos un carácter diferente. La gente del Madrid quiere ver ganar a su equipo y cuando su equipo no gana le silban y se enfadan, incluso se dan de baja algunos abonados. Eso en el Atleti es imposible. Estamos con nuestro equipo cuando gana, cuando pierde, cuando baja a Segunda… Porque cuando eres del Atlético de Madrid te vas a morir del Atlético de Madrid. Por tanto, disfrutas con tu equipo y lo que quieres es que el equipo lo dé todo, sude la camiseta, sienta los colores, haga feliz a la afición… Aunque luego pierda. Lo importante es ver al equipo jugando bien y dándolo todo. También le tengo cariño al Rayo Vallecano. Son sufridores, gente que apoya mucho a su equipo… En el Madrid, si ganan son muy del Madrid, pero si pierden no hacen más que meterse con su club. Eso no parece una buena política por parte del aficionado.

—¿Le gustaría que Guardiola fuese seleccionador español?
—Siempre he dicho que Guardiola ha sido uno de los mejores entrenadores de fútbol que yo he visto. Jugando un fútbol que es el que a mí me gusta, el del centro del campo. Ese fútbol que el Madrid se ha empeñado en muchas ocasiones en no hacer: trataba de saltarse la línea con pases largos de banda a banda para que el balón llegara lo antes posible a Cristiano. Me parecería fenomenal que Guardiola fuese seleccionador y que diga lo que quiera en cuanto a sus posiciones políticas. Pero que ganemos el siguiente Mundial y la Eurocopa.

—¿Le gusta el fútbol de Simeone?
—Me gusta el fútbol del centro del campo, la rapidez en abandonar las líneas centrales y el juego a través de carrileros. El juego bonito que hacía el Barcelona con sus triángulos en el centro del campo, esperando la ocasión para encontrar un hueco con esa jugada prácticamente de tablero, a mí me encanta. Pero eso no quiere decir que no me guste Simeone, todos estamos con El Cholo.

—Se dice que el fútbol es de lo poco que funciona en España, pero el presidente Rubiales y Tebas están en guerra. ¿Llevamos la discordia en la sangre?
—No entiendo por qué se llevan tan mal. Cuando escucho las grescas que tienen, normalmente en la radio, me recuerda un poco a la política. No se ponen de acuerdo por cosas que parecen mínimas. Hay que pensar en el aficionado que va al campo a disfrutar de un partido de fútbol o que lo ve en la televisión o con sus amigos en el bar. Ellos son para el fútbol lo que los políticos son para el pueblo español. Por ellos tenemos que trabajar, ponernos de acuerdo y poner España en marcha.

—¿Estaría a favor de recuperar la Ley Beckham para atraer el talento deportivo a cambio de una menor carga fiscal para los deportistas?
—No es solamente el talento deportivo, también el científico. La Ley Beckham, llamada así por el jugador de fútbol, se llama técnicamente, en la Ley del IRPF, régimen de impatriados. Ese régimen lleva tres reformas, desde que se le aplicó a Beckham. Las reformas han sido en sentido restrictivo. Tengo mis dudas al respecto con esta ley. Son personas que ganan mucho dinero y me parece un poco inmoral que ganando tanto se encuentren en un régimen fiscal privilegiado. ¿Por qué tengo yo que pagar mis impuestos de acuerdo con el tipo medio del IRPF y un señor que gana decenas de millones de euros al año tiene que pagar menos? Es un elemento que creo que la gente no entiende bien. La gente no entiende que haya personas que porque jueguen bien al fútbol tengan un régimen insolidario con el resto de españoles. Porque luego con sus cochazos utilizan las carreteras pagadas por todos los españoles, utilizan los servicios públicos y si les roban en su casa acude la policía… Creo que tendrían que contribuir igual. Y luego que lleguen a acuerdos con sus clubes. Porque eso es lo que hacen. Porque cuando se pactan los fichajes se fija el sueldo neto. La carga fiscal se desplaza del jugador al club. Que el club pague esa parte y no lo paguemos los ciudadanos.

—La filosofía del Athletic de Bilbao de fichar sólo vascos, vascos-franceses, navarros o jugadores formados en el País Vasco, ¿es discriminatoria con el resto de jugadores españoles?
—Últimamente han relajado un poco la política de ser vasco. Cualquiera que tuviera un contacto con la escuela del Athletic, aunque no hubiera nacido allí, lo consideraban vasco a efectos de poder ficharlo. Cada club hace lo que quiere. El club pertenece a sus socios y abonados y a la gente que contribuye al sostenimiento del club. Ellos son soberanos para determinar cuál es la política de fichajes y, si no les gusta, cambiarán al presidente, a la Junta Directiva… A mí me gusta poco esa filosofía. Le tengo un cariño enorme al Athletic porque es el club del que nace el Atlético de Madrid cuando los vascos vienen a Madrid y se ponen a jugar al fútbol. Éramos una sucursal del Athletic. La camiseta que llevo puesta es procedente de la del Athletic. La historia es que en un momento determinado el Athletic va a comprar camisetas, creo que en 1920. Se habían agotado las que llevaban y le hicieron una oferta por unas camisetas colchoneras. Finalmente, el que tenía que comprarlas las compró para los dos clubes.

—En 2013, la UEFA reconoció a Gibraltar como miembro de pleno derecho, pero por petición de España no pueden enfrentarse. ¿Tiene sentido todo eso?
—Tiene todo el sentido. Tenemos una reivindicación histórica e internacional contra Gran Bretaña sobre la hispanidad, la propiedad de España de Gibraltar. Esa política del Ministerio de Exteriores no se ha quebrado gobernara un partido u otro, aunque con el PSOE tuvo algunos despistes que posteriormente se corrigieron. España en el mundo internacional no puede hacer ningún acto de reconocimiento de la soberanía de Gibraltar porque tiene que seguir manteniendo viva la reivindicación de que Gibraltar es español.

—España suspende en igualdad de género en el deporte. Un 41% de los hombres practica al menos 150 minutos de deportes a la semana, por el 27’4% de las mujeres. ¿Cómo se arregla eso?
—Se arregla teniendo una hija como la que tengo. Una hija que desde los doce años juega al fútbol, que tiene ahora 18 y que se ha dado un año de descanso para dedicarse al pádel y al tenis, pero que hasta el año pasado jugaba en un pequeño equipo de fútbol, el Adarve. Sale a correr y se sube en la elíptica de casa. Mi hijo practica el boxeo. En su casa, han visto que su padre hace deporte todos los días y que es absolutamente esencial para tener la mente clara practicarlo. Cuesta mucho más obviar la brecha de género entre personas de mi edad. Tengo 52 años y en mi ámbito de amigos somos más los hombres los que hacemos ejercicio y menos las mujeres. Creo que es un problema de educación y con nuestros jóvenes, gente a la que le gusta mucho el deporte, tiene que superarse. No me resigno a esperar a la siguiente generación a que esto se subsane. Desde las Administraciones Públicas, sobre todo desde las más cercanas al ciudadano, desde el Ayuntamiento y desde la Comunidad de Madrid se tienen que realizar actos positivos para que esa igualdad pueda ser real. Nuestra concejala de deportes en el Ayuntamiento de Madrid se ha dado cuenta de que las mujeres corren siempre carreras de 10 kilómetros, pero no se atreven con la media maratón. Ella se ha puesto como objetivo terminar, sin ningún tiempo como meta, esa media maratón. Medidas como la carrera de la mujer son muy buenas para que las mujeres se den cuenta de que el deporte es de todos.

—En las dos últimas ediciones de los JJOO, las mujeres consiguieron más medallas para España que los hombres. Pero las audiencias no respaldan al deporte femenino. ¿Por qué?
—El problema es de las cadenas de televisión, que hacen todo el hincapié en el deporte masculino. Cuando hay eventos como las olimpiadas o competiciones europeas, sí vemos las pruebas tanto masculinas como femeninas. No solamente es un problema de las cadenas, también de las empresas. Al final, las cadenas necesitan anuncios y los patrocinadores deben apostar decididamente por el deporte femenino, sobre todo por el fútbol. Da gusto ver a las chicas jugar al fútbol. Es un deporte mucho más plástico, con muchísimas menos faltas, un juego mucho más limpio… Juegan igual de bien al fútbol que los hombres. He visto muchísimos partidos de mi hija y era una maravilla ver cómo juegan las chicas.

—¿Quién ha hecho más por la marca España, Nadal o Almodóvar?
—Los dos. Me gusta mucho el cine, la cultura y soy fan de Almodóvar. Creo que somos un país culturalmente muy rico, con una diversidad que algunos se empeñan en establecer como diferencia. Pero es diversidad y es riqueza, que se ve en las diferentes lenguas que se hablan en España y con muchos parámetros culturales diversos. Es una cultura que llega a todo el mundo y es lo mismo que hace el deporte: unir a la gente.

—¿Para cuándo un ministerio del deporte?
—Tenemos que evitar duplicidades. Lo que no podemos hacer es incrementar el gasto público con medidas populistas, que es lo que hacen otros partidos. Por ejemplo, el PSOE con el Ministerio de Vivienda, cuando resulta que la vivienda es una de las competencias que se ejecuta por las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Te gastas mucho dinero en montar una estructura que luego prácticamente no va a hacer nada. Antes de decir que sí o que no a un ministerio del Deporte habrá que analizarlo: cuáles son las competencias que ejecutan las comunidades autónomas y los ayuntamiento y ver si las competencias que le quedan al Estado son suficientes como para justificar la existencia de una estructura tan grande como un ministerio o si nos basta con el Consejo Superior de Deportes (CSD), cuyo máximo representante tiene rango de secretario de Estado. Hay que valorarlo porque no podemos derrochar el dinero de todos los ciudadanos.

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