Hola, Juancar.
Hace años que en los estadios no se puede gritar. Gritar sin dejarte la voz, quiero decir. Gritar a través de una pancarta, de esas que se hacían con una sábana vieja y a base de brochazos. Enjoy Laudrup, Presidente dimisión o El escudo no se toca son ya reliquias del pasado. Para acabar con la posible crítica se han creado los grupos de animación que emiten un mensaje unidireccional y donde se alimenta el pensamiento único. El monopolio de las pancartas también ha llegado a esos reductos de los estadios donde la naturalidad brilla por su ausencia.
No hay gradas de animación en Gales, por lo visto esta semana. Allí todavía pueden verse pancartas (o banderas) que indignan o provocan la carcajada según seas galés o madridista. La celebración de Bale, tras la ya famosa bandera, nada más clasificar a su país para la próxima Eurocopa, no ha sentado nada bien entre los aficionados blancos. La falta de sensibilidad es evidente porque llueve sobre mojado con el galés, pero ¿cuántos futbolistas no han cambiado su orden de prioridades en función de si hablan para su país o para su club?
Otros no salen detrás de pancarta alguna pero se les pone una sonrisa de oreja a oreja nada más vestirse de bleu. Me refiero como puedes imaginar a Antoine Griezmann. Igual algo tendrá que ver ser el gallo del corral en su Selección y jugar en su posición habitual, por detrás de un punta y pisando los terrenos que en Can Barça pertenecen a Messi. Hace tiempo que las necesidades del equipo y las decisiones de la secretaría técnica llevan caminos distintos. Hay máximas que no siempre se cumplen en el fútbol: «Los buenos en el campo siempre», sí pero con una idea detrás, ¿no crees?
Esa secretaría técnica, comandada por Patrick Kluivert, sigue recomendando la cesión de Riqui Puig y muchos se llevan las manos a la cabeza. La paciencia del canterano va a ser clave en todo esto, porque desde el club no parece que tengan muy claro la hoja de ruta con el centrocampista. Riqui anda curtiéndose a base de patadas en la complicada Segunda B, aunque tampoco le habrá venido nada mal el baño de realidad que Jacinto Elá le dio en forma de carta hace unas semanas.
Por último, abordamos ya esas segundas partes que se quedaron en el tintero. Siempre me quedé con las ganas de una segunda vuelta de Johan Cruyff en el Camp Nou, pero el holandés volador, más listo que ninguno prefirió convertirse en el entorno antes que volver a ser devorado por él. Guardiola tomó buenos apuntes de su maestro. Aunque siempre será preferible una segunda parte abortada que ver a ese entrenador que te lo dio todo sentando en el banquillo de tu eterno rival.
Eso sí que daría para hacer más de una pancarta.
Un fuerte abrazo.
Emmanuel.