La tarea más difícil a la hora de cambiar cualquier rasgo de una persona es que ésta reconozca que necesita hacerlo. Que se lo digan a alguien que haya padecido algún tipo de adicción. Que se lo digan a cualquiera, de hecho. Es imposible terminar con eso de dejarse las puertas de los armarios abiertas si cada vez que ocurre pones una excusa, le echas las culpa a otros o te defiendes argumentando que en realidad no es algo tan grave. Grave o no, te estás dejando las puertas abiertas y no deberías hacerlo.
El partido del Atleti en Leverkusen no hay por donde cogerlo. Y es mejor entenderlo así, con esa crudeza, porque cualquier otra lectura nos llevaría a las excusas, los desvíos de intenciones y a una falsa melancolía que no nos hace ningún bien. No se trata de sacar el fusil y eliminar a los culpables, sino de ser honestos y tratar de analizar lo que está pasando. Y no es fácil de ver, porque creo sinceramente que el problema del Atleti ahora mismo no es lineal ni evidente, sino poliédrico, complicado y mucho más fácil de diagnosticar que de resolver.
La primera parte del partido de Alemania fue un calco, todavía más descafeinado, de lo que ya vienen siendo las primeras partes de la actual temporada; un equipo plano, carente por completo de ambición, extremadamente lento, timorato, frío e incapaz de combinar dos pases seguidos. Es imposible jugar en la élite moviendo el balón a la velocidad que lo mueve el Atleti durante esa fase del partido. Es imposible crear algo de fútbol (de cualquier clase) desde un planteamiento tan mediocre. Desconozco si es una opción forzada desde el banquillo (me cuesta creerlo) o si es la consecuencia de otras carencias del equipo. Sinceramente, a estas alturas, me da absolutamente igual. Sea lo que sea, no funciona. Y no, no es casualidad, ni coyuntural. Ha pasado demasiadas veces como para agarrarse a ese mito. Necesitamos empezar a asumir la realidad.
Cuando en otras temporadas aparecía un bajón en el juego, o un periodo de mala racha futbolística, el equipo se sujetaba en otros pilares: el carácter, la intensidad, la contundencia… Todo eso, hoy en día, son postales del pasado. No veo nada de todo ello. Nada. Cuando el Bayer Leverkusen se ha adelantado en el marcador tras una jugada desgraciada terminando la primera parte, las caras de los jugadores eran de terror. Había pánico. La imagen a cámara lenta de Koke gritando «vamos, vamos», daba más lástima que confort. Y sí, es cierto que la jugada fue desgraciada, pero el equipo llevaba coqueteando con la desgracia desde que había comenzado el encuentro. ¿Por qué? ¿Dónde quedó aquello del Coraje y Corazón?
Cualquier equipo en la élite del fútbol es capaz de oler la sangre hoy en día. El Bayer, un equipo que se ha quedado sin jugadores relevantes y que no ha empezado bien su competición local, también. Salieron al campo infinitamente más enchufados que sus rivales. Durante 70 minutos fueron los únicos que quisieron realmente ganar el partido y no les costó mucho atacar las vulnerabilidades de su contrincante; básicamente, porque todas las facetas del juego de su contrincante eran vulnerabilidades. El Atleti fue tan incapaz de hacer una presión decente como de salir de la que le hacían a él. Esto último empieza a ser un drama de proporciones galácticas. No recuerdo más de tres pases seguidos de los rojiblancos, pero sí recuerdo un buen puñado de errores en la salida de balón. Todo lo que no era un pelotazo hacía la nada, acaba en contrataque.
Simeone sigue con sus extrañas probaturas tácticas (hoy tocó jugar un tiempo con un alicaído 4-3-3), pero no sale ninguna. Quizá porque no sea una cuestión de posición de los jugadores sino de otra cosa. Ni una sola combinación de centrocampista de las que ha probado, y las ha probado ya todas, ha funcionado. ¿Por qué? Diego Costa es un poema (su velocidad de reacción parece de pretemporada), pero es que tampoco llega un solo balón de calidad a los delanteros. El equipo se limita a buscar la banda, a ritmo cansino, para intentar colgar un balón desde allí; uno que rara vez llega a algún sitio. Dicen que la mayoría de goles del Atleti han llegado por las bandas, pero es que es imposible que lleguen desde otro sitio porque no existe otra forma de jugar. Ningún futbolista está a buen y eso es sospechoso. Insisto, cuando todas las combinaciones fallan, lo mismo es que nos estamos equivocando de candado.
La derrota en tierras germanas es desoladora porque, aunque la clasificación para la siguiente fase todavía no peligra, impide vivir tranquilamente el tramo final de las fase de grupos, y complica de manera importante la posibilidad de liderar el grupo para evitar los rivales más difíciles. En otras circunstancias podría asumirse como un mal menor; en estas, resulta prácticamente imperdonable.
La única parte positiva de una derrota es que ésta pueda servir para mejorar; para diagnosticar la enfermedad y para corregir los errores. Espero que sea así; que el equipo sea capaz de contener la ira (y aislar la de los cazarecompensas) para encontrar la fórmula salvadora con las piezas que ya tiene. Ahora bien, si seguimos pensando que tenemos una salud de hierro y que los errores son simplemente fruto de la coyuntura o de la mala suerte, como decía Jose Luis Perales, quizá para mañana sea tarde.
Has dado en el clavo. Es una radiografía exacta del momento que vive el equipo. Los aludidos ya lo saben perfectamente, aunque muchas veces traten de maquillarlo. Cuando empiezas a estar a la defensiva, negando lo evidente y ves fantasmas y persecuciones, es cuando hay que preocuparse porque rara vez se traduce en propósitos y acciones de enmienda.
Hecho en falta un apunte de solución. En mi caso apunto a, una vez terminada la temporada, valorar un cambio de ciclo. El bloqueo mental no veo que se pueda vencer, aunque sí soy optimista porque esta es una plantilla de calidad q lo único que está buscando es una idea clara de juego que se adapte a sus características.
Toda la razon