Pues que hacía un frío de cojones. Qué les voy a contar yo. Sobre el Mundial de ciclismo, digo. Solo que esto es un medio decente (dentro de lo normal) y no podemos expresarnos así. A ver. Que la unión entre humedad reinante, abundancia de precipitaciones y bajas temperaturas regalaban a los asistentes una sensación térmica muy desagradable. Sí, mejor, oye, ni comparado.
En fin, a ver. Vamos a contar algo más, que si no estos buenos señores pensarán que me fui para allá solo a probar la deliciosa gastronomía inglesa (ja, ja) y ver bicicletas. Así que ahí va, para todos ustedes, mi crónica del Mundial de Yorkshire en diez nombres.
1. Mads Pedersen. No me sean pedantes. Pedersen era conocido, vale, era un tipo prometedor, alguien que ya había subido al pódium en todo un Flandes, que llegaba en buena forma, que tenía una bonita carrera deportiva por delante. Pero ni ustedes ni yo lo metíamos entre los, digamos, quince favoritos. Que aquí todos somos muy listos a posterior, ñi, ñi, ñi. Eso sí, fue la suya una victoria totalmente merecida. Una en la que, además, jugó papel fundamental el fondo. Carrera larga, dura, y el tipo este que destaca. Todo un aviso a navegantes. Igual no lo ven más de cuatro o cinco veces en todo 2020 porque no vuelve a encontrar esas mismas características. Así estamos, amigos…
2. Annemiek van Vleuten. La gran exhibición del Mundial llegó en la categoría femenina. Empieza a no ser noticia, porque las chicas dejan gotitas de ciclismo antiguo casi cada semana, mientras ellos se pierden demasiadas veces en tácticas que, dicen, son dignas del Mariscal Montgomery (y al final parecen dictadas por Chiquito de la Calzada). Pero vamos, que Van Vleuten atacó a más de cien kilómetros de meta e impuso su potencia atlética por encima de todas sus rivales. La imagen de la neerlandesa acoplada en su bicicleta mientras cruzaba los páramos de Yorkshire (sin aparición estelar de Heatchliff, que sepamos) es una de las fotos del Mundial.
3. La organización. Pues oigan, un poco caótica, para qué engañarnos. Bueno, bastante. Entiéndase…llovió, llovió mucho. Y las carreteras estaban, en algunos tramos, completamente impracticables, porque allí se forman unas pozas que ríase usted de la alberca que tiene en su pueblo. No me pregunten la razón porque la desconozco, pero es así, se lo digo por experiencia. Entonces, ¿esta justificado el recorte por los Yorkshire Moors? Pues sí, totalmente, por aquello de la seguridad de todos. Pero igual estas cosas tendrían que estar más previstas, ¿no? Solventar lo evitable, prevenir lo inevitable. Resulta complicado comprender que en una misma semana se produzcan cambios de recorridos, de horarios, se vean terrenos impracticables (esos que luego sirven para el solaz de los malos periodistas en las teles, que repiten docenas de veces las caídas para el jijí, jajá del imbécil) y todo ello en el evento principal del año (o uno de ellos). Incluso la fan zone acabó pareciendo un pantano de Florida (o campo de fútbol en mi pueblo, el que está al lado del Velódromo, ya saben, El Patatal, lo llaman). Supongo que toca reflexión en la UCI…
4. Peter Sagan. Me lo imagino en Zilina sin poder dormir, pensando en la inmensa oportunidad que ha tenido para convertirse en el tipo con más Mundiales de siempre. Ahí es nada. Solo que, en realidad, sé que no es así, porque lo vi después de la carrera bromeando con los fans, regalando muecas y poses, bebiendo cerveza, lanzando besitos al aire. Sagan es como es, y hay que quererlo u odiarlo de esa forma. Por piernas seguramente estaba para disputar la victoria. Solo que fue conservador. Quizá de forma obligada, porque su selección da para lo que da (eso sí, Juraj es muy majo), y ello reduce tus opciones. Tienes un solo disparo. A veces sale bien (este tipo ha ganado tres arcoíris) y otras te pilla en fuera de juego. Invierno para meditar sobre su desempeño en esta temporada…aunque sospecho que no lo hará.
5. Mathieu van der Poel. No habrá corrido ni cien días en carretera durante toda su vida profesional y llegaba al Mundial como favorito unánime. Casi único, podría pensarse al ver la prensa. Pero es que tiene algo. Varias cosas, en realidad. Que es muy bueno. Que es cool. Que plantea el ciclismo de una manera diferente. Siempre al ataque, sin guardarse nada. ¿Un soplo de aire fresco? Más bien un vendaval. En Yorkshire hizo lo que se esperaba de él… hasta que se quedó vacío. Le sobraron veinte minutos y le faltaron dos geles para llevar el arcoíris. No importa (bueno, a él sí le importa, solo había que ver su rostro cuando terminó, cuarto por la cola finalmente), todo lo que ocurrió en el circuito de Harrogate giró en torno a él. Volverá y ganará esta carrera, no tengan ninguna duda.
6. Matteo Trentin. A falta de dos kilómetros todos le veían Campeón. Periodistas, espectadores, su propio coche de equipo. Seguramente él mismo. Y luego perdió el sprint. Su rostro en el pódium era el de Hannibal Lecter después de asistir a un cumpleaños vegano. Hizo todo lo que debía hacer pero hubo alguien más fuerte. No hay más. Gran trabajo de Italia, con menos mimbres que otros pero mucho más tino para mover sus piezas.
7. Remco Evenepoel. No ha cumplido veinte años. Para contemplar ejemplo de precocidad similar habría que irse a Saronni (a otro nivel) y Jacques Anquetil. Nada menos, no está mal. Hizo plata en la crono, con rostro contrariado al perder el primer puesto. Luego, durante la prueba en línea, fue el único belga que se quedó a esperar a su líder, Gilbert, cuando éste sufrió una caída. Los Mundiales son así, competiciones sin pinganillo que permiten ampararse en el “no sé, yo no vi nada raro, siempre saludaba en el ascensor”, para justificar que se pasen cuentas atrasadas. Aquí lo parecía. Pero esa es otra historia. La de Evenepoel promete ser mucho más brillante. Y está aun por escribir. Por ahora tiene un prólogo magnífico. No le quiten ojo al chaval.
8. Los españoles. ¿Quiénes?
9. Rohan Dennis. Un outsider. Doble campeón contra el crono. Este año estaba enfadado con su equipo, el Bahrain-Merida, y llevaba sin competir desde el Tour de Francia (donde su abandono tuvo, por momentos, trazas de los Monty Python). En Yorkshire pedaleó sobre una bici distinta a la de su conjunto, la marca tapada con cinta negra, una cosa muy loca. No le importó demasiado. Salió e hizo su trabajo aplastando a todos. Nadie le felicitó desde Bahrain-Merida, en una agradable muestra de buen rollito. Parece un tipo bastante raro, conflictivo a veces, pero obtiene resultados. Patata caliente para la temporada entrante.
10. Ambiente. Pues eso. Increíble, toda una experiencia. Me llevaría todo un artículo contárselo, en serio. De hecho…creo que me lo voy a guardar para otro día. No quiero dejarme nada en el tintero. ¿Quieren un adelanto? Hay perros temblando, la música de la Cantina de Mos Eisley y un belga ebrio que, en una foto, confunde su rostro con… bueno, con otra parte de su cuerpo sin aparente similitud. En fin. Pero eso, todo eso…ya se lo cuento más adelante, no se me vayan a cansar.
Concisa, entretenida y muy realista.
La buena prensa esta aquí.
Muy bueno
Llevo viviendo en Yorkshire 15 a#os y puedo confirmar que llueve, y llueve frecuentemente. Pero rara vez llueve como la semana del Mundial. Las carreteras, sobre todo las comarcales, tienen charcos con frecuencia, aunque nunca he visto salir del agua a un ciclista con bici y todo. Incluso la autopista que lleva a Liverpool y Manchetser (M62) aun desprende agua horas despues de llover. Pero lo del otro dia fue excepcional.