La mirada de Romelu Lukaku bien podría ser la de cualquiera de nosotros un lunes por la mañana. Pero esos ojos encendidos y ese rictus desafiante no hay madrugón alguno que lo provoque. Y, sin embargo, la alarma volvió a saltar. La alarma del racismo y de los gritos xenófobos que acuden puntuales al Calcio y más concretamente al Arena Sardegna de Cagliari, como una cantinela que el fútbol italiano no termina de erradicar. El balompié, reflejo de la sociedad, siempre a vueltas con las contradicciones, encuentra últimamente más zancadillas en Italia que en cualquier otro sitio. Solo hay que escuchar a Salvini, a Conte (Giussepe) y compañía para descargar toda tu ira contra el blanco fácil: un negro. Poco importa que el que provoca el éxtasis del estadio e iguala la contienda sea también de color, emigrante y sudamericano.
Todo ocurrió sobrepasada la hora de partido. En ese momento el flamante fichaje del Inter de Milán, el delantero belga de origen congoleño, Romelu Lukaku se disponía a patear un penalti contra el equipo local, el Cagliari. El fondo sobre el que se situaba la portería era la guarida de los seguidores ultras del conjunto sardo. Como si de un coro gregoriano se tratara, al unísono, comenzaron a emitir sonidos simiescos, en un gesto que vuelve a manchar la grada rossoblú. Y es que esos gritos racistas ya los sufrió la pasada temporada Moise Kean, ex delantero de la Juventus de Turín, y anteriormente Blaise Matuidi, cuando visitaron en el Arena Sardegna. No terminan de reconducirse los sardos, cuyos antecedentes racistas se remontan hasta 2010. Entonces fue Eto’o, también con el Inter, quien sufrió los insultos de la grada y la liga italiana multó al club con 25.000 euros.
Una vez más las condenas no han sido (en algunos caso) tan contundentes como cabría esperar. «No escuché nada, así que no puedo comentar» dijo Antonio Conte, entrenador de Lukaku, aunque luego añadió: «hablo en general y pienso que en Italia tenemos que mejorar. Hay que respetar a todos. Cuando uno está en el extranjero, se da cuenta de que hay más respeto». También hizo oídos sordos el presidente del Cagliari, Tommaso Giulini, quien negó que los abucheos tuvieran un tinte racista. La tibieza mezcla mal en estos asuntos, por eso se agradecen gestos como los de Skriniar, eslovaco del Inter, que negó con el dedo ante la grada mientras el resto de sus compañeros celebraba el gol de Lukaku. Luego puso palabras a su gesto: «Hay cosas que no tienen cabida en el fútbol, aunque desgraciadamente las hay».
Queda por ver si la Serie A o la Federación Italiana de fútbol (FIGC) miran nuevamente para otro lado o empiezan a tomar cartas en el asunto. Si como parece quieren recuperar el esplendor deportivo de épocas pasadas tendrán también que extirpar esta lacra y acorralar a los racistas hasta expulsarlos del Calcio. En esa lucha contarán también con la ayuda de Lukaku, quien seguirá marcando goles dentro y fuera del terreno de juego para que la piel no sea motivo de burla. El belga ya ha intentado movilizar a los futbolistas del Calcio para marcar el gol más importante. Ese que celebraremos todos.
El mensaje de Lukaku: «Unámonos y limpiemos el fútbol»
[…] Una mirada contra el racismo (02-09-2019) […]
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