Cielo Drive 10050, LA, 9 de agosto de 1969. «Reinaba un silencio tal —diría más tarde uno de los asesinos— que podía oírse el tintineo del hielo de los vasos de cóctel en los chalets situados en la parte baja del cañón». En el libro Helter Skelter, Vincent Bugliosi y Curt Gentry introducen el relato de una pesadilla con una frase que eriza la piel mientras se lee. No es casualidad que la primera película basada en hechos reales de la carrera de Tarantino tenga como fondo uno de los crímenes más atroces en la historia de Hollywood, aquel por el que se llora y se rinde culto a partes iguales en la meca del cine.
Desde hace ya tiempo, Tarantino provoca una sensación parecida cada vez que presenta una película —y casi siempre pensamos que podría ser la última—. El silencio de la sala solo se rompe para el aplauso o para la crítica más enfermiza, pasando por alto muchas veces que ante nosotros se presenta uno de esos mitos al que echaremos mucho de menos cuando ya no camine entre nosotros. Su huella en la historia del cine y en la memoria colectiva es casi tan profunda como la que dejaron los asesinatos de Sharon Tate, Jay Sebring, Abigail Folger, Voityck Frykowski y Steve Earl Parent. Los años de la libertad, el verano del amor, Woodstock, el espíritu hippie, todo lo que suponía lo mejor de aquella década murió de repente por varias puñaladas en las tripas. La decadencia en Hollywood ya empezase a olerse, la cocaína sustituía al speed por las calles de Haight-Ashbury. «Fue el final de los 60», dice Richard Sylbert en el libro Moteros tranquilos, toros salvaje, de Peter Biskind. «Por toda la ciudad se oía a la gente tirar de la cadena».
Ese trauma real que todavía acongoja a los vecinos en las colinas de LA como si el fantasma de la familia Manson campase a sus anchas en cada aniversario, se mezcla con toda una iconografía y una campaña de marketing surrealista pensada para el uso y disfrute del espectador. La realidad se mezcla con el morbo ficcionado, otra de las claves en la filmografía de un director que, precisamente, visitó Hollywood por primera vez en 1969. En una entrevista para la revista Fotogramas, Tarantino comenta: «Sigo creyendo que el cine puede cambiar cualquier historia, pero es cosa mía que funcione en pantalla. Eso no quita que no sea consciente de que, al lidiar con personajes reales, con sucesos reales, también trato con emociones reales. Por eso, sí, me marco una línea que sé que no debo pasar […] Parte del juego es dejarte llevar, ir donde la trama te lleve. Aquí juego con unos personajes ficticios, a los que hago arrastrar, de forma consciente y deliberada, el peso moral y social de esa era, y los mezclo con personajes históricos. Es un cóctel en el que es difícil dar con el equilibrio perfecto, es cierto…, pero si lo consigues… Me encantaría que el público no distinguiera entre lo que es real y lo que no, que buscaran a Rick en Imdb».
Tarantino hace frente a su ocaso con su película más íntima, más personal. «Todas mis películas son más o menos autobiográficas, pero esta es la más evocadora», comenta el director en Fotogramas. Y es que Érase una vez…en Hollywood es un canto a los sueños. Pero también es su homenaje a los finales, al tiempo que se agota y que nos lleva por delante, toda una oda a los cambios que conlleva la modernidad y que tantos muertos deja en el armario. El final del ciclo tarantiniano también se acerca sigilosamente, el director se retirará con su décima película o al cumplir los 60 años (tiene 56). Al menos, esa era su profecía.
«Me he pasado la vida respondiendo a la pregunta: ¿Y ahora qué?. Y en este momento siento que la pregunta es más pertinente que nunca, porque, realmente, no tengo respuesta. Quizá por primera vez. No hay otros géneros cinematográficos esperando a que me haga cargo de ellos. Yo mismo siento que he cerrado una etapa».
Tampoco quiero dejar pasar la ocasión para gritar a los cuatro vientos que Tarantino es uno de los directores más feministas que existen y así acallo algunas acusaciones acerca del tratamiento que da a las mujeres en sus películas. Es más, encuentro ciertas similitudes entre el cine de Tarantino y el de Almodóvar por el protagonismo indiscutible que le entregan a las mujeres. Sus personajes femeninos suelen estar en posiciones de poder y actúan desde el empoderamiento, aunque eso no las hace ser invulnerables a la violencia. Cosa que ocurre de igual manera con los personajes masculinos. Es sumamente importante que sepamos interpretar el arte y separarlo de cierta demagogia y radicalismo imperante en esta nuestra sociedad actual.
Si cerramos los ojos y solo vemos aquello que queremos ver de manera literal, no seremos capaces de juzgar ninguna obra sin animadversión ni prejuicios que nos nublan con demasiada frecuencia el resto de los sentidos. Y si no, que se lo pregunten a Woody Allen. Coincido plenamente con las declaraciones en el diario.es de Barbara Zecchi, Doctora por la Universidad de California Los Angeles (UCLA) y autora del libro Desenfocadas: cineastas españolas y discursos de género, donde comenta que el cine de Tarantino es feminista por tres razones: «Porque no son meros cuerpos pasivos sexualizados, porque se desmarca de la representación tradicional de la mujer como víctima impotente frente a la agresión masculina y porque su cine nunca nos oculta que la representación es una construcción».
«Hace 20 años que me veo obligado a responder por la violencia en mis películas. Digamos que hace tiempo que desistí de intentar explicarlo. Quien lo quiera entender, bien…»
No hay mejor manera de morir que en una película de Tarantino, porque nadie entiende cómo él lo que es el cine, lo que es la vida misma. Si Sharon Tate levantase la cabeza, estaría contenta de haber dejado de ser solo la mujer de Polanski, aquella que fue brutalmente asesinada cuando estaba embarazada de ocho meses y medio, para pasar a ser, gracias a Érase una vez… En Hollywood, una mujer a la que se le arrebató su propia historia. Una historia que Tarantino ha entendido y ha representado como nadie.
LAS IMPRESCINDIBLES DE QUENTIN TARANTINO
Reservoir Dogs (1992)
Pulp fiction (1994)
Jackie Brown (1997)
Kill Bill I, II (2003-2004)
Death Proof (2007)
Malditos Bastardos (2009)
Django desencadenado (2012)
Los odiosos ocho (2015)
Érase una vez en Hollywood (2019)
[…] cine, solo que adicto a la sangre en lugar de a las copas. El director de cine estrena esta semana Érase una vez… en Hollywood, a la que muchos califican de su película más redonda y personal. Será la penúltima película […]
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