El Real Madrid no tendrá un bonsai en su sala de trofeos, exotismo que hubiera sido muy apreciado por los turistas japoneses y jardineros en general. El peculiar trofeo se queda en Roma porque Marcelo falló el quinto penalti de una tanda que fue lo más emocionante de un partido que no sirve para aclarar nada. El Madrid sigue pendiente de definición.
Zidane dispuso un sistema con tres centrales (Militao, Varane y Nacho) y dos pivotes defensivos (Casemiro y Valverde) y la Roma marcó dos goles en 39 minutos, y hubieran sido más de no ser por las facultades arácnidas de Courtois. Parece evidente que el sistema no funciona, o no del todo. Que los laterales se conviertan en carrileros es algo que agradece especialmente Marcelo, porque se libera de la responsabilidad defensiva y se dedica a atacar sin remordimientos; suyo fue el primer gol, excelente. El problema es que también lo agradece el equipo contrario. Los tres centrales no dan para cubrir las bandas si el rival abre el juego por los costados, y eso es precisamente lo que hizo la Roma, ya fuera por vocación natural o por responder a la amable invitación del Madrid. Su primer gol llegó por la banda de Marcelo sin que esta vez se le pueda culpar a él, más bien a Nacho y a su annus horribilis.
Nos encontramos, por tanto, ante un planteamiento estratégico (Salvemos a Marcelo) que descubre una grieta mayor que la que se pretende tapar: el equipo se rompe con una facilidad clamorosa. Cada línea es una región autónoma con sus propias competencias e incompetencias. Y si algo requiere cualquier dibujo, y más aún con tres centrales, es un compromiso defensivo general. Que todos bailen la misma música. Coreografía, vamos. Eso falta aún y la pretemporada se agota: el siguiente partido será contra el Celta en el debut liguero.
Quien salió más dañado de los desajustes defensivos fue Militao. Perotti le desbordó por velocidad en una de esas jugadas que dejan cicatriz y Dzeko le ganó la posición en el segundo gol romano. Uno espera de los nuevos fichajes promesas de amor y de momento Militao resulta escasamente poético.
En la segunda mitad entraron Vinicius y Jovic por Valverde y Nacho, lo que devolvió al equipo a la defensa de cuatro. El juego ganó efervescencia con el brasileño y no se vio afectado por la presencia del serbio, al que se podría comparar por movilidad y temperatura con un iceberg. No se me ocurre nadie mejor para compartir habitación, incluso cama, con Neymar.
A la hora de juego, Kroos y Bale sustituyeron a Benzema y Casemiro, un cambio serio y sin gaseosa que podría indicar que el galés se queda una temporada más a pesar de los esfuerzos del entrenador para que explore nuevos campos de golf. Personalmente, me agrada esa resistencia ante el rechazo. Es un acto de rebeldía en un jugador muy poco rebelde al que también habría que meter en la habitación de Neymar.
2 goles, no 3.
Juanma Trueba no defrauda en sus crónicas, siempre deja frases para el recuerdo, aunque a algunos no le gusten: «Cada línea es una región autónoma con sus propias competencias e incompetencias»