El Madrid debutaba en el Bernabeu ante el Valladolid y Zidane nos sorprendía a casi todos con la presencia de James en el once titular, en una alineación similar a la de Vigo en la que Carvajal volvía a su lateral derecho, Isco sustituía al sancionado Modric y el inédito colombiano entraba por Vinicius.
De entrada el dibujo se podía entender como un 4-3-3, pero si pensamos en un Isco extremo izquierdo y en un James volante derecho, pues la realidad es la que es y fue otra muy distinta; el malagueño tardó cinco minutos en empezar a jugar por dentro para dejarle toda la banda a Marcelo y James se acomodó en la media punta jugando por detrás de Benzema; o sea que por momentos y dependiendo de donde estuviese Kroos el dibujo era un 4-1-4-1 o un 4-2-3-1, algo que de todas formas tenía una importancia relativa ya que el Valladolid saltó al campo con un bloque defensivo medio bajo sin presionar la salida del Madrid, con lo que blancos y morados se ubicaron dentro de campo vallisoletano.
El Madrid comenzó moviendo bien la pelota, con ritmo lento, pero sin pérdidas, apoyándose en toques cortos y al pie gracias a lo juntos que se colocaban Isco, James, Marcelo, Kroos y Benzema. Solo Bale, muy abierto en banda derecha, intentaba alguna carrera. De ese dominio de la pelota y del espacio escénico surgieron algunos remates en balones colgados y varios disparos desde fuera del área en los que alguno puedo acabar en gol, pero que ninguno fue una ocasión clara. El 0-0 en el descanso, desde luego, no era injusto, aunque un 1-0 tampoco lo habría sido.
La segunda parte comenzó diferente, el Valladolid dio un pequeño paso al frente y al Madrid se le empezaron a descoser las costuras; el viejo Madrid, el del año pasado y el del año anterior comenzó a aparecer con claridad, sobre todo en esa falsa ilusión defensiva que mostró en Vigo, porque a Marcelo, Isco, Bale y James se les olvido el balance defensivo y en la segunda parte se les olvido volver tras las pérdidas; menos mal que Casemiro, Varane y un gran Ramos tapaban vías de agua, porque el decorado empezaba a ser muy reconocible.
Al equipo le hacía falta orden, volver a dominar el balón y el espacio, necesitaba activar el medio campo, pero Zidane lo vio de otra manera y decidió jugarse el partido a un intercambio de golpes, a un ida y vuelta. Retiró a Isco y James y puso en el campo a Jovic y a Vinicius; el Madrid pasó a jugar con cuatro delanteros más Marcelo, que como tantas otras veces ya había decidió que lo de la defensa no va con él.
Al Valladolid se le abrieron —Zidane le abrió— mil huecos por los que atacar al Madrid; solo con un buen control o un buen pase generaban fáciles superioridades ante los desprotegidos defensas blancos. A cada embarullado ataque madridista respondían los pucelanos con otro, en los que siempre había en el peor de los casos igualdad de atacantes y defensores, cuando no había superioridad morada, minutos en los que Ramos, Varane y Casemiro se ganaron el sueldo.
De un balón más al área, otro de esos sin gran peligro, Benzema se inventó un golazo, un 1-0 que sabía a gloria. Era el minuto 82 y todo parecía visto para sentencia, pero de nuevo la realidad es tozuda. Minuto 88, Kroos perdió un balón en medio campo, en la posición de interior izquierdo, lo suficientemente lejos del área del Madrid para que la perdida no fuese un desastre, pero el equipo era un sin sentido táctico, nadie balanceó, nadie salió a tapar a Anuar. Carvajal corrió a lo ancho para hacerlo, buen gesto, pero mala idea, porque con ello dejó desnudo su lado, por el que se coló solo Guardiola para recibir el pase y hacer el 1-1.
Poco duró la actitud defensiva de Vigo, donde mucho taparon los tres paradones de Courtois. No puedes tirar diez veces una moneda al aire y esperar que las diez salga cara, aunque Zizou crea que sí.
Es dificil de entender lo que le pasa por la cabeza a Zidane y cuál es su idea de juego; debuta en Vigo con dos extremos como Vinicius y Bale, gana 1-3, y al partido siguiente cambia y sale con Casemiro y tres volantes como Isco, James y Kroos. ¿La razón? Yo no la entiendo. Hoy comenzó el partido con una decisión más que cuestionable: la titularidad de James, un futbolista con el que no contaba y al que hasta hace diez días tenía apartado de las prácticas. Lo dicho, no lo entiendo.
En la segunda parte y a falta de más de veinte minutos, con 0-0 y el Madrid descosiéndose en medio campo sin apenas balance defensivo, en vez de intentar organizar al equipo, darle cuerpo, decidió convertir el partido en un correcalles, en un reparto de golpes metiendo cuatro delanteros y permitiendo a Marcelo jugar a una altura imposible, una de esas decisiones tácticas incomprensibles para mí: cuatro delanteros no atacan más que dos si no tienes medio campo.
UNO POR UNO
-Courtois. Hoy no pudo ser el salvador del equipo como en Vigo. El Valladolid tuvo ocasiones claras pero nunca llegaron a ser rematadas. Mostró autoridad por alto.
-Carvajal. En la primera parte se entendió bien con Bale y participó con acierto en la circulación del balón, aunque la presencia del galés tan pegado a banda no le permitió tener llegadas hasta la línea y fue más un acompañante, un apoyo en la jugada, que un estilete. En la segunda y en el despiporre táctico intentó tapar su zona en defensa, algo que le costó ya que no tenía un interior que le ayudase en los 2×1.
-Varane. Estuvo serio y concentrado, no tuvo acciones brillantes, pero si mantuvo un dominio sobre su zona de influencia en las contras de los vallisoletanos. Como el Valladolid no presionó la salida del balón, el francés pudo salir jugando sin apenas apuros. Buen partido como siempre que su protagonismo con el balón no se ve cuestionado.
-Ramos. Al final fue junto a Benzema el mejor jugador del Madrid. Formó con Varane una firme pareja de centrales y dominó en defensa cortando todo lo que le llegó. Más intuitivo que rápido, destacó en algunas acciones defensivas en inferioridad cuando Zizou desprotegió la defensa. En la primera parte dejó una serie de cambios de juego muy notables sobre Bale marca de la casa.
-Marcelo. Volvió el Marcelo de siempre, el futbolista anárquico, despreocupado en defensa. Marcelo jugó a una altura imposible, siempre por delante de la línea del balón y dejando a su espalda un mundo para ser aprovechado. Zidane no lo corrige, por lo que entiendo que está a favor de ese desequilibrio defensivo para mi incomprensible.
-Casemiro. En la primera parte y ante un Valladolid que esperaba al Madrid en su campo, Casemiro vivió 45 minutos en su salsa, donde solo tenía que robar ya que nadie le inquietaba cuando tenía el baló. La segunda parte fue la otra cara de la moneda: Zidane montó un equipo sin medio campo donde él era el único sostén. El brasileño hizo lo que pudo para equilibrar algo imposible de equilibrar.
-Kroos. Como todo el medio campo en la primera parte, el alemán se dedicó a hacer circular el balón a base de apoyos en cortos, lo que le dio el dominio del juego, aunque al hacerlo sin una gran velocidad ese dominio no se tradujo en jugadas de gol. En la segunda se perdió en un sistema sin pies ni cabeza, con 4 delanteros más Marcelo y nadie corriendo hacia atrás. No tuvo peso en las ayudas a Casemiro y los centrales.
-Isco. El malagueño no es ni la sombra del jugador llamado a liderar al Madrid y a la Selección. Comenzó como falso extremo izquierdo, posición de la que poco a poco fue desapareciendo para ocupar zonas más centradas. Como todos los centrocampistas, disfrutó de mucho balón, apoyándose en múltiples toques y paredes con James, Marcelo, Kroos y Benzema, pero sin un orden posicional, su juego se perdió en goyerías más efectistas que efectivas sin aportar verticalidad, desborde o remate.
-James. De inicio era el volante derecho, pero como Isco, poco duró en la posición, colocándose por detrás de Benzema como media punta e intentando llegar desde la segunda línea para cargar el área. Para ser sus primeros minutos de la temporada su partido fue aceptable. Dispuso de tres remates relativamente claros como para que hubiese hecho gol. Su debut fue una sorpresa, ya que hace diez días ni contaba ni participaba en las sesiones técnicas.
-Bale. Sin duda fue el jugador más disciplinado tácticamente de todo el Madrid y, sobre todo, de toda la delantera. Pegado a la banda derecha, el galés fue el único que intentó cambiar de velocidad el juego blanco en la primera parte. En la segunda comenzó por la derecha para pasar a la izquierda con la salida de Jovic y convertirse en extremo asistente y terminó el partido como delantero centro junto al serbio en busca de un remate de cabeza.
-Benzema. En la primera parte dio un curso de cómo se debe mover un nueve que juega sin espacios. No paró de moverse para crear zonas donde los demás pudiesen atacar, pero solo James, y en alguna ocasión Bale, lo entendieron. En la segunda se vio envuelto en ese plan de ataque de cuatro delanteros apoyando a Jovic. Se inventó un gol de la nada.
-Vinicius. Cuanto más juega menos ilusiona su juego. Atropellado y nervioso, sus acciones parecen siempre equivocadas. No aportó nada con su salida.
-Jovic. Salió para cazar un remate, pero tan solo pudo intentar uno de cabeza. Se le vio desubicado.
-Lucas Vázquez. Dos minutos para no tocar el balón.
[…] descanso del partido mi atención se centraba en el Bernabéu, donde se jugaba a otra velocidad, más lenta. Y no creo que todo fuera por los esfuerzos de mi […]
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