Ya tenía algunas nociones de lo que iba pasando en el mundo del futbol, pero la llegada del Mundial 82′ fue el golpe definitivo y la fascinación por este deporte ya nunca me abandonó. Las primeras experiencias marcan y quizá por ello mi equipo de fútbol favorito de todos los tiempos tendría al menos en consideración a muchos de los jugadores de aquel mundial: Maradona, Kaltz, Gerets, Pfaff, Stielike, Tigana, Giresse, Eder, Sócrates, Rossi, Zoff, Madjer, Littbarski… En mi memoria, el Mundial 82′ dejó grandes partidos para el recuerdo, entre ellos el Brasil-Italia (2-3) jugado en la fase de cuartos de final, donde a Brasil bastaba empatar, y una locura de semifinal entre Alemania Federal (el mapa de Europa cambiaría mucho en los siguientes 10 años) y Francia, que acabó 3-3 y con Alemania de finalista en la tanda de penaltis, con una de las entradas mas escalofriantes del fútbol incluida, del portero alemán Schumacher (nada que ver con el piloto de F1) sobre el francés Battiston.
La final entre Italia y Alemania fue un buen partido claramente dominado por los italianos y con una celebración, la de Marco Tardelli, también para el recuerdo, cuando los goles se celebraban espontáneamente y no con coreografía. Con todo, creo que una final entre la Francia de Platini, Giresse y Tigana frente al Brasil de Zico, Sócrates y Falcao pudiera haber sido la mejor final jamás vista; o un 0-0 arruinado por el miedo, pero no pensemos así.
Madrid, 11 de julio de 1982. “Cada Mundial, cada disputa de unos Juegos Olímpicos, escuchamos la misma canción: Esta edición será la mejor de la historia. Y créanme que, antes del partido, querría haberme alejado del tópico. Pero no queda más remedio que rendirse a la evidencia, y admitir que Brasil y Francia nos han regalado la mejor final del Mundial de todos los tiempos, por lo menos hasta la próxima edición».
El partido tuvo de todo, ya lo verán. Ambos equipos practicaron un fútbol exquisito hasta llegar hasta el día de la final y nadie pensaría que Platini, Zico y sus compañeros a ambos lados del terreno de juego nos iban a decepcionar. No lo hicieron. Hubo mucho fútbol, pocas faltas, algunos errores, porteros algo inseguros, ocasiones y, por supuesto, goles. Los primeros aparecieron en el partido como invitados sorpresa, sin llamar a la puerta y sin avisar.
Primero fue Eder, el extremo brasileño, quien demostró la potencia de su disparo al recoger un balón unos metros fuera del área francesa. También hizo gala Ettori, portero francés, de lo bien que queda su pose haciendo la estatua. Saldrá guapo en las fotos de los periódicos, a la vez que poco favorecido por la falta de movimiento. Apenas iniciaban los aficionados brasileños sus bailes de celebración cuando Waldir Peres escogió agarrar el pie de Tigana en lugar de proteger un balón que salía mansamente por la línea de fondo. Platini batió a Peres desde el punto de penalti y tras 9 minutos el marcador reflejaba empate: 1-1. Volvemos a empezar.
Eso hubiera ocurrido en otros partidos. Marcamos una línea en lo que ha pasado hasta ahora y comenzamos un encuentro nuevo, eliminamos los errores propios e incidimos en lo que funciona. Hoy no era el día para eso; Francia y Brasil decidieron que, llegados a este punto, sería absurdo volver atrás. Y así ganamos todos, o casi, porque alguien tendría que perder la final. Aun habría 80 minutos más antes de saber el desenlace.
El fútbol y el destino a veces tienen un momento reservado para un jugador. Cuando Serginho, delantero de Brasil, había fallado dos buenas ocasiones de gol, parecía justificar su fama del jugador más débil de la verdeamarelha y haber dejado pasar la oportunidad de poner su nombre entre los pocos elegidos capaces de marcar gol en una final de un Mundial. O simplemente todo era un truco para que los centrales de los blues le dejaran sin marca. Un pase extraordinario de Zico le dejó solo ante Ettori y a la tercera fue la vencida: 2-1.
Algo le pasó a Brasil en el descanso, o quizá solo le pasó Francia y sus centrocampistas, que empezaron a hacerse dueños del balón y del partido. Así, una combinación de los franceses concluyó en un pase de Tigana, desde la banda y hacia el punto de penalti. Allí llegaban Giresse y Platini, pero antes llegó su delantero Rochetau para hacer el 2-2 sin que Peres pudiese hacer nada. Ese gol fue una bofetada para Brasil, que quedó un poco aturdido. Pudo haber quedado KO cuando dos minutos después, tras perder un balón simple en el centro del campo y permitir la contra de Giresse. Six, el otro delantero, hizo un desmarque que aclaró la frontal de defensas brasileños y el pequeño centrocampista francés chutó desde la frontal, con mucha rosca y aún más precisión, junto a la cepa del poste. 3-2 para Francia.
Allí se pudo acabar el partido, pero Zico aún se reservaba su momento. Brasil llevaba unos minutos acosando con cierto desorden mientras Francia esperaba la oportunidad de salir otra vez al contraataque. Y el momento de Zico llegó: falta a unos 5 metros del área. Eder ya había demostrado disparo y colocación en este mismo partido y se preparaba para lanzar. Zico le hizo un gesto con la mano y casi sin carrera puso el balón en la escuadra de Ettori, que esta vez sí hizo todo lo posible para llegar al balón y mejorar la foto. Una vez más el partido estaba empatado; en otras ocasiones los equipos habrían aceptado tácitamente ir a la prórroga y tomarse un respiro. Pero el partido no siguió ese guion, como si los jugadores entendiesen que las fuerzas no llegarían tan lejos. El partido acabaría en el minuto 90; cara o cruz, ahora o nunca.
Todo tiene que tener un final. Zico recogió un balón suelto en la línea de medios y puso el balón al desmarque de Eder en la banda izquierda. Su centro al área pasó por detrás de Serginho y parecía que la ocasión se perdía… hasta que apareció la figura de Sócrates, llegando al punto de penalti y rematando con tanta potencia como precisión. Fue el 4-3, el ultimo gol de un partido inigualable, la mejor final de siempre – al menos hasta el próximo Mundial.
Aquella selección francesa, el equipo capitaneado por Platini, ganaría la Eurocopa de 1984 – en Paris y contra España – y llegaría a semifinales del Mundial 86 (tras eliminar en un gran partido precisamente a Brasil) donde perdería, sin controversias esa vez, contra Alemania por 2-0. Brasil solo pudo ser subcampeón de América en 1983.
Yo tenía 7 años en aquel mundial y sin embargo recuerdo todo el mundial, con la visión de un niño que empieza a ver fútbol, y que gracias al incipiente marketing, estaba emocionado por ver a quienes patrocinaban como las foguras de las selecciones poderosas: Zico, Maradona, Kempes, Rummenigge, Paolo Rossi, etc. De Inglaterra y España no recuerdo mucho, pero si de un calvo jugador de Polonia que en aquella época se estaba despidiendo, y que yo, como imberbe que asocia la calvicie con la vejez, no podía entender como jugaba aquel «viejo» grzegorz lato. Tampoco olvido al inigualable arquero de Camerún Nkono, cuyo único error en aquella copa mundo le costaría la clasificación en aquel resbalón que dio el gol a Italia para pasar por mayor número de goles marcados. Pero sin duda mis imágenes más inolvidables son aquellas de la Brasil de Zico, Socrates, Toninho Cerezo, Falcao, Eder y Junior, atacando y destrozando rivales, con aquel jogo bonito de Tele Santana que infortunadamente no tuvo el premio mayor en ese ni en el siguiente mundial, pero que tiene uno de consolación de tipo moral: el ser recordada por niños como yo que luego se fueron haciendo hombres, como la mejor selección que han visto sus ojos, y sí, soy un romántico del fútbol, hubiese preferido que hubiesen ganado aquel mundial, pero aún en la pérdida sigue siendo mi selección preferida. PD: Dentro de lo bueno, tampoco olvido lo malo, tampoco olvido a Serginho, ese delantero grandote y torpe que me parecía una mancha de café en una prístina pared, y que tanta rabia me daba cada vez que botaba un gol cantado.
Que nostalgia…. El marcaje de Gentile a Maradona, un tal Mágico González en El Salvador, la URSS que era el Dínamo de Kiev con Dasaev de portero, menudos peloteros había entonces.
Gracias por los comentarios.
Creo que las primeras experiencias suelen marcar y así, en el fútbol, mis primeros jugadores favoritos se han mantenido ahí para siempre, en el recuerdo. Quizá algo mitificados, puede que no fueran todo lo buenos que yo recuerdo.., pero da igual. Las memorias y las preferencias son caprichosas
Los primeros futbolista a los que admiramos son como los primeros amores que no se materializaron. Quizá estén sobrevalorados, pero los recordamos con gran cariño y eso es lo que queda.