Pues sí, mis estimados. Voy a tener que remozar mi inglés para poder enterarme de las cosas, porque uno ya no se entera de nada con tanto modernismo y todo esto viene al caso de que mi nieto Dimas, el hijo de mi María Simoneta, ha venido a pasar las vacaciones al chalet de El Escorial como todos los años en verano. Él tiene su pandilla hecha aquí desde hace años y se lo pasa muy bien, de rechupete diría yo, y ya de paso lo ayudo a estudiar para ver si aprueba las tres que le han quedado en segundo, que es lo que está haciendo ahora. Pero tengo que confesárselo a ustedes con mi alma llena de gozo: ¡Qué alegría que me da tenerlo aquí y escucharlo con sus amiguitos en el jardín, con sus risas, su alegría, sus juegos y sus 26 añitos recién cumplidos!
Entrando en la cuestión, el otro día, por la noche, me pidió ver un zriler y yo no sabía dónde meterme hasta que me enteré que así se denomina a las películas que antes dábamos en llamar sucintamente “de miedo”, que no sé yo de dónde viene darle tanta enjundia a la cosa, pero allá que fuimos, y empezamos por una que yo en principio sospeché me iba a gustar ya que parecía trataba de arquitectura medieval o similar, puesto que se titulaba “Gótica”. Al final resultó que eran unas locas en un psiquiátrico que tenían visiones y recibían palizas del más allá, tal y como me sucedió a mí. Como lo oyen. Durante la película y momentos posteriores, tuve visiones y me pareció recibir golpes y es que eso mismo me está pasando todas las noches con todos los zrilers que vemos, y cuando se lo digo asombrado a Dimas y a sus amigos, que a veces se quedan con nosotros, me comentan que se debe a estas nuevas tecnologías tan realistas de hoy en día. El progreso, que no para.
Su prima Pía, la hija de mi Borja Asís, es más despistada y viste de manera más informal y a pesar de su ceño permanentemente fruncido, creo que quiere ser feliz y volver a la senda del Señor; ahora no lo es porque parece ser que ha perdido algo de su fe y le ruega a todas horas a alguna virgen de alguna ermita que no conozco, ya que constantemente ella y sus amigos repiten que quieren recuperar el espíritu de Vistalegre.
También viene a menudo, y se esmera primorosamente, con unas plantas que tiene y a las que les dedica mucho amor y mucho tiempo, como hacía mi Simoneta que Dios la tenga en su gloria con los gladiolos y las azucenas. Las de mi nieta son unas plantas que necesitan muchos cuidados y creo que deben ser tropicales ya que les ponen unos focos para mantenerlas. Yo nunca las había visto, con esas hojas alargadas y ese olor tan fuerte, pero ver a mi Pía y a sus amigos tan ilusionados con ese brillo en los ojos y una sonrisa siempre en la cara, me hace pensar que sea lo que sea eso de Vistalegre, ya está cerca.
A Dimas, vienen a verlo muchos amigos y constantemente suena el timbre de la casa que solícitamente abre, como la tenemos enseñada, Clotilde Wang, nuestra criada filipina, pero no siempre todos entran. De hecho Dimas sale, los saluda y charlan un instante en voz baja y se despiden. Deben ser las costumbres de ahora y las prisas de esta nuestra impaciente juventud ¡Oh tempora, oh mores! Nuestra Clotilde, es un amor de mujer y siempre está en todo y solícitamente y sin que nadie se lo pida, atiende y cuida las plantas de Pía cuando ella no está y, solícitamente y sin que nadie se lo pida, atiende en la puerta a los amigos de Dimas, cuando no está… ya les digo ¡Un ángel! Aunque últimamente la veo pachucha, ya que se queda mirando fijamente un punto y hay que zarandearla para que vuelva en sí. Deben ser bajadas de azúcar.
Dimas dice que sus asignaturas son francamente difíciles e inabordables por sí solo y he tenido que contratar los servicios de una afamada profesora que él mismo me recomendó, y se encierran no menos de dos horas todas las tardes en la biblioteca a estudiar, y tal y como salen de acalorados, deben de estudiar muchísimo. Es una chica de aquí del pueblo, y yo desconocía que fuese catedrática en la Carlos III, y además los escotes que usa y las minifaldas, bien sabe Dios que no son de mi agrado, pero lo que me llama más la atención es cuando dice “haiga” o frases como “en habiendo salud”, aunque siendo tan ducha en Lengua, que es lo que me aseveró mi nieto, lo normal es que se maneje en distintos registros idiomáticos que la acerquen al pueblo llano.
Y bueno, permítanme que me despida porque Clotilde, creo que debido a sus deficiencias insulínicas, prepara un bizcocho todas las noches hecho con las plantas de Pía y sus amigos y ahora me trae mi porción que me como con fruición mojado en un menta poleo mientras veo esos zrilers tan realistas que me hacen que tenga visiones y se me aparezcan figuras… ¡Que cosas tiene el progreso!
jajajajaja, ¡mis «dieses»!