Fue idea de uno de los entrenadores del club, pero la ejecución define perfectamente a Matthew Paul Le Tissier, Le Tiss abreviado, Le God para los hinchas del Southampton: falta frente a la media luna del Wimbledon, un compañero la toca hacia atrás, Le Tiss la levanta un palmo con un toque suave y antes de que vuelva al suelo conecta una volea que entra por la escuadra. ¿Casualidad? No.
Matt Le Tissier jugó 540 partidos con el Southampton en los que consiguió 209 goles, 47 de penalti (de 48 intentos), un gol por error del portero del United en Old Trafford y podríamos decir sin equivocarnos mucho que, del resto, 161, la mayoría fueron golazos. Para los aficionados, elegir un gol como el mejor es muy difícil —¿y por qué hacerlo, cuando se pueden disfrutar todos?— pero Le God escoge sin dudar el que le metió al Blackburn Rovers, con su excompañero Tim Flowers de portero. Antes del encuentro le dijo algo parecido a “te conozco, no vas a ser capaz de meterme uno de tus goles”. Ya…
Le Tissier era un jugador ofensivo, que se movía —despacio— por donde le daba la gana. Su fútbol fue siempre mejor con entrenadores que le daban libertad y no le exigían defensa, porque defender, lo que se dice defender, Le Tissier no defendía un pimiento, lo cual le hizo ganarse fama de vago. Es el primero en admitir que odiaba entrenar, que ponerse en forma era muy duro, y sabía que era capaz de influir los partidos con su técnica individual sin mantener el mismo nivel de forma que sus rivales; comer baked beans y fish and chips el día antes del partido no era lo normal en aquellos días y mucho menos en el mundo super-profesional de hoy en día.
Pero su fútbol no trataba de correr y ser más fuerte que el resto, su fútbol era una técnica exquisita. Ponía el balón donde quería, era especial, marcaba la diferencia en un club que luchaba año tras año por no descender. Southampton y Le Tissier fueron sinónimos, y así, en el último minuto del estadio de The Dell, en el último minuto de la carrera de Le God y con 2-2 en el marcador el balón cayó a sus pies. En el tiempo de descuento un compañero estuvo a punto de marcar el 4-2 y arruinar el final de Hollywood. Le Tissier quería ese momento mágico tan para sí mismo, el último gol en The Dell, que casi felicitó al portero por la parada.
Nunca se fue, claro. Para algunos esa es la razón de su escasa presencia en la selección inglesa (ocho partidos) aunque en opinión de Le Tissier sus números en Southampton deberían haber tenido el efecto contrario. Si lo haces bien en un equipo pequeño, ¿hasta dónde llegarías con mejores compañeros? Terry Venables le dejó fuera de la Eurocopa del 96, cuando curiosamente el propio Venables intentó ficharle para el Tottenham seis años antes. Le Tissier era hincha del Tottenham, había llegado a un acuerdo para el traspaso y, sin embargo, no llegó a firmar. Por un lado, el Southampton le igualó la oferta y, por otro, su prometida no quería vivir en Londres.
Más dolorosa fue la baja del Mundial 98. El seleccionador era Glenn Hoddle, el ídolo de Le Tissier, el jugador que le hizo hincha del Tottenham, el entrenador que quiso llevarle al Chelsea (de nuevo Le God dijo no). Jugando con una selección B de Inglaterra Le Tissier hizo un hat-trick contra Rusia y esperaba verse al menos en la preselección de 30 jugadores, pero no fue así. Su lugar lo ocupó Gascoigne. Parecía que él sería el jugador diferente de Hoddle, aunque finalmente Gazza tampoco acudió al Mundial. Desde entonces, la relación entre Hoddle y Le Tissier fue fría muchos años, incluso cuando Hoddle fue entrenador del Southampton dos temporadas después.
Ser un one club man ofrece, como siempre, dos puntos de vista. ¿Se aplaude la lealtad al club o se critica la falta de ambición? ¿No debería un jugador buscar la mejora continua y por ello jugar al mayor nivel posible? ¿O se trata simplemente de ser feliz y tener un equilibrio justo? Le Tissier nunca aspiró a jugar en el extranjero ni en uno de los grandes clubes de la liga inglesa —cuesta imaginarlo en Milán cuando no quería ir a Londres— ni a lograr más que jugar con Inglaterra.
Nacido en las islas del Canal de La Mancha, en Guernsey, y no estrictamente Inglaterra, podría haber jugado con Escocia, Gales o Irlanda del Norte, y haber sido fácilmente cien veces internacional. Incluso Francia indagó si podía ser convocado con Les Blues, pero su sueño era jugar con Inglaterra, aunque fuera solo ocho partidos, aunque nunca jugase una Eurocopa, aunque el ídolo de su infancia le dejara fuera del Mundial.
Le God es el último mohicano porque hizo lo que quiso, lo que le gustaba. Insiste en que no lamenta ninguna de sus decisiones, no haber ido al Tottenham o al Chelsea, no haber forzado su fichaje por el Liverpool cuando preguntaron por él, no haber escogido otra selección.
Tratar de imaginar a Le Tissier en el mundo de hoy es como poner un cowboy en 2001, un auténtico anacronismo. Le Tissier era prácticamente un jugador de otra época dentro de su propia época, cuando apareció la clase del 92 del Manchester United, la generación de Beckham, Scholes y Giggs, los jugadores super-profesionales que ya empezaban a guardar una imagen pública y física, impulsados por el crecimiento comercial de la Premier League.
Le Tiss era un jugador que se sentaba a beber con los aficionados y eso, hoy en día, aparecería en demasiadas fotos en medios sociales, fotos que no sentarían bien a sus aficionados, que haría que el entrenador tomase medidas disciplinarias. Un mundo en el que agentes ambiciosos no aceptarían tan fácilmente que el jugador rechazase al Tottenham o al Chelsea cuando hay una comisión a cobrar sobre la mesa, un mundo mucho más profesional donde quizá su juego hubiera sido limitado. Por todo eso, para mí, fue el último de una estirpe, el último mohicano de otro futbol.
Hoy en día es directivo de su club local, Guernsey FC, comentarista en Sky y se dio el gusto de participar como un concursante más en Countdown, la versión británica de Cifras y Letras, ganando tres veces y demostrando que no sólo tenía inteligencia en el campo de fútbol.
Un jugador diferente, una colección de goles imprescindible. Y después de todo esto y tratándose A LA CONTRA no podemos dejar de enlazar un vídeo. Damas y caballeros, con ustedes para su disfrute Matthew Paul Le Tissier, Le God:
[…] Le Tissier. Quizá el caso más meritorio. Toda su vida metiendo goles con el Southampton, un club de la Premier que oscilaba entre la mitad de la tabla y el coqueteo con el descenso. Lo quisieron fichar unos cuantos, pero a él lo que le motivaba no era jugar en un grande, sino colarle chicharros a esos grandes con la camiseta de un pequeño. […]