sábado, diciembre 7, 2024
Google search engine
InicioFútbolfichajes de veranoIto, cuando éramos humildes

Ito, cuando éramos humildes

Créanme, jóvenes millenials, hubo un tiempo en el que seguir a tu equipo de fútbol en un partido de Liga era todo un ritual, un ejercicio de paciencia, ingenio e imaginación sin par. Nada que ver con la comodidad de hoy en día: se pone uno algo para picar, unos taquitos de queso y jamón, unos frutos secos o unos altramuces, se agarra una cervecita o un refresco de la nevera, se sienta en su sillón favorito delante de una televisión de pantalla plana, de alta definición, con más pulgadas que las piernas de Adriana Sklenaříková y, con solo apretar un botón del mando a distancia: “Voilà!” Ahí tenemos a nuestros héroes. Podemos incluso, en muchos casos, si así nos apetece, seleccionar la perspectiva desde la que queremos contemplar el encuentro e incluso escoger el narrador del mismo en el caso de que el que narra por defecto nos produzca repelús o somnolencia.

El tiempo del que os hablo era una época de gente arremolinada alrededor de un transistor o un radiocasette —seguramente traído de contrabando de Andorra, escondido entre cartones de tabaco americano, un par de botellas de whisky, azúcar, galletas holandesas y chocolate suizo—. Internet se estaba gestando en cualquier recóndito despacho del CERN y la Red Digital de Servicios Integrales (RDSI) aún estaba en pañales. El más mañoso del grupo, generalmente alguno que en su juventud se había dedicado en las frías y oscuras noches invernales a sintonizar Radio Libertad de Moscú, allá por los setenta, se hacía dueño de la ruedecilla del sintonizador y la hacía girar con mimo y sutileza, con la delicadeza y precisión con que maneja un cirujano plástico el bisturí y la sutura, hasta dar con la frecuencia exacta en que se podía escuchar algo sobresaliendo por sobre el ruido de fondo. Fue durante aquellas tardes de domingo que aprendimos de boca del gran Héctor del Mar, en Radio Intercontinental primero y en la cadena SER después, que un partido de fútbol podía ser algo más que un evento deportivo: un cuento, una novela, una epopeya, la épica historia de veintidós colosos batallando por la victoria.

En aquellos días no solo la forma de escuchar o ver el fútbol era diferente, también era diferente en sí mismo el propio fútbol, tanto en el aspecto de preparación física, como en el aspecto táctico e, incluso, en la forma de confeccionar las plantillas. El derecho de retención que podían ejercer los clubes sobre los futbolistas, junto con la normativa vigente que permitía tener únicamente dos jugadores extranjeros en la plantilla, condicionaba —¡y de qué manera!— la forma en la que los clubes se podían reforzar; la ley Bosman, que ha convertido a los equipos en pequeñas Torres de Babel, no entró en vigor hasta mucho tiempo después, dando la vuelta al fútbol como un calcetín, cambiándolo de arriba abajo .

Una vez cubiertas las plazas de extranjeros, el único mercado al que se podía acudir era al mercado local; por eso cualquier jugador nacional que destacaba mínimamente durante una temporada era rápidamente fichado por alguno de los grandes. Daba un poco igual si el jugador era del perfil necesario, si se debía cubrir un puesto que presentaba alguna debilidad o si el estilo del jugador se acomodaba al tipo de juego practicado por el equipo. Lo primordial era hacerse con la joya en ciernes para evitar que pudiera despuntar en un equipo rival; las nuevas perlas futbolísticas nacionales eran las trufas del balompié patrio.

Sólo desde esta perspectiva podemos entender, hoy en día, que un jugador como Andrés Alonso García, Ito, acabase recalando en todo un Real Madrid. Hoy, el fichaje de un jugador como él hubiera sido impensable porque, en primer lugar: ni era un jugador top, ni era determinante, ni mediático, y, porque, en segundo lugar, hubiera sido criticado hasta la saciedad por el propio madridismo desde el primer minuto. Pero en aquel tiempo, cuando todo era más sencillo y más simple, el fichaje de Ito fue motivo de alegría y regocijo para la mayor parte de aficionados del club; era lo mejor que nos podía ofrecer el mercado interno, el plato de lentejas nuestro de cada día.

Era otro tiempo, cuando casi todos éramos pobres, pero humildes, y sólo nos podíamos permitir sueños de pobre, sueños humildes. Y así era también nuestro Real Madrid, como la sociedad de esa época: pobre, humilde, honrado y abnegado, como un bocadillo de mortadela con olivas a la hora del recreo, como un señor entrado en años en mono azul, con el almuerzo bajo el brazo, envuelto en papel de periódico, en el autobús a las siete de la mañana.

Fiel reflejo de ese Real Madrid fue “el equipo de los Garcías” que, a falta de virtudes más notables, con el empeño y la honradez por bandera y un futbol rudimentario a más no poder, llegó a disputarle una final de Copa de Europa al Liverpool en el Parque de los Príncipes de Paris, en mayo del año 81. Dos meses antes de ese duelo, Ito, la joven promesa nacional del momento, había sido fichado de cara a la siguiente temporada arrebatándoselo al Barcelona, como ya ocurrió años antes con Juan Gómez Juanito.

Fijaos si era diferente el fútbol que, en un alarde de generosidad por parte de Ito para con el club que le había permitido dar el salto al estrellato, el jugador renunció a una importante cantidad de dinero para que la Unión Deportiva Salamanca pudiera paliar su precaria situación económica e intentar salir a flote. Hoy no se hubieran perdonado ni los sellos del franqueo pagado en destino de la notificación que hubieran presentado los abogados del jugador en la RFEF al pagar la cláusula de rescisión correspondiente.

En enero de ese mismo año 1981, cuando ya las especulaciones del fichaje de Ito por el Real Madrid habían pasado de ser meros chismes futboleros a realidades, tuve la fortuna de verle en directo en el Estadio Municipal de Terrassa. Para un chaval madridista el poder contemplar a uno de los futuros miembros de su equipo era un motivo de alegría sin parangón. Se enfrentaron la Unión Deportiva Salamanca y el Terrassa Fútbol Club en eliminatoria de Copa del Rey. El partido de ida en el Helmántico se había saldado con una victoria del conjunto charro por la mínima, de modo que para el partido de vuelta las espadas estaban en todo lo alto. Eso, junto con la anunciada presencia de Ito en el once salmantino, desató la locura en la ciudad y el estadio registró un lleno como pocas veces yo había visto.

Del partido no recuerdo mucho, por no decir casi nada, tal vez porque yo era muy joven o porque fue bastante soso, aunque sí que recuerdo el nerviosismo que me producía la incertidumbre del cero a cero inicial, que se mantuvo hasta el final. Recuerdo protestar alguna jugada dudosa en las postrimerías del encuentro y lamentar que siempre se beneficiara a los clubes de Primera. ¿Y de Ito? Pues de Ito recuerdo menos aún. Le recuerdo como un chavalín: menudo, apocado, frágil, de regate seco y corto, sobrio, poco dado a la filigrana pero sin mucho recorrido. Por características era más un jugador de fútbol sala que de fútbol once; pero en aquel tiempo el fútbol sala era algo que solo se jugaba en el patio del colegio. Dejó pocos detalles futbolísticos, algún intento de dribling en banda; muy poco para lo que se esperaba de él, una emergente figura en ciernes, la futura estrella del madridismo, el sucesor natural de Juanito (¡ahí es nada!).

He de reconocer que fue un tanto decepcionante mi encuentro con Ito y quién sabe si no fue un presagio de lo que estaba por llegar, puesto que su paso por el conjunto blanco no pudo ser más discreto: la misma discreción que transmitía su juego es la que, sin menospreciar a la persona o al futbolista, califica su etapa de madridista. No miento si digo que para saber qué títulos ganó el bueno de Ito con el Real Madrid he tenido que recurrir al que todo lo sabe: Mr. Google. Pero de lo que trataba este artículo era de hablar de qué fichaje recuerdo con más pasión —visto a ojos de un niño de hace cuarenta años— y no de las condiciones, del resultado final o la idoneidad del propio fichaje.

Resulta cuando menos paradójico que recuerde más su fichaje —lo tengo interiorizado como un momento de dicha suprema— que del desempeño del propio futbolista en el Real Madrid, del que, para serles sincero, no recuerdo nada; tal vez porque de niño uno vive en un sueño eterno alejado de la insípida y austera realidad cotidiana. Es como cuando ansiabas con todas tus fuerza que los Reyes Magos te trajeran un juguete al que nunca prestaste mayor atención, más allá de los cinco minutos posteriores a destrozar su envoltorio, al descubrir, no sin pesadumbre, que no tenía nada que ver con lo que te habían metido por los ojos en los anuncios de televisión.

Lo de los galácticos, los fichajes muchimillonarios, el marketing global, el naming y esas zarandajas de estos tiempos, en los que parece que los billetes violetas broten de las zarzas como las moras en verano, es algo que vino después, mucho después, y parece que llegó para quedarse eternamente, para no satisfacer nunca el ansia de posesión de una afición que nunca se conforma con nada y para la que siempre todo lo que se fiche será poco si el vecino de enfrente, en un ataque de locura irracional, ha decidido lanzar su futuro económico por la ventana.

Era otra época, otro tiempo, cuando éramos pobres y humildes. Nunca fuimos tan felices como cuando no teníamos nada, nunca seremos tan desdichados como cuando lo hemos tenido todo.

RELATED ARTICLES

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisment -
Google search engine

Most Popular

Recent Comments

Perikorro en Con contundencia
Alberto Patiño Varela en Los antimadridistas
Xavi Verger en Vinicius saca el cañón
Perikorro en Vivos con Fati-ga
Diego en Los sufridores
Diego en Viva el rey
Juan De Dios Luna Cijanes en La posesión y los tulipanes
Perikorro en Minority Report
Dr en Las viudas
Diego en Las viudas
Perikorro en Las viudas
Perikorro en Gaspartismo Reloaded
Diego en Viva la Vuelta
Dr en Viva Irlanda
Diego en Viva Irlanda
Diego en Decíamos ayer
Diego en Paz y amor
Dr en Paz y amor
Diego en Paz y amor
Diego en Vuela Supermán
Diego en Vuela Supermán
Diego en El trampolín
Perikorro en Salvar a Barrabás
Coral en Truman
Jose Avellaneda Perez en Los ídolos
María en Calles vacías
Amiguel en El pendejo de turno
Silvia Nebreda en Palabras y lágrimas
Manitu69 en This is Atleti
Alejandro Rincón Rubio en ¿Es Jovic un mediapunta?
Diego A. en Elogio de la locura
Juan De Dios Luna Cijanes en Efectividad máxima
Alfrez en Oda al populismo
Alfrez en Oda al populismo
Diego en Oda al populismo
Manitu69 en Oda al populismo
Fiodor Dostoievski en ¿Suerte o talento?
EUGENIO JORDAN en El cisne blanco
Frank Terraces en Historia del segundo Atleti
Hassandudeim en Historia del segundo Atleti
Perikorro en Aquí un Zidanista
Hassansudeim en Fichar a Descartes
Frank Terraces en Fichar a Descartes
Michael en Nacho y la tristeza
Irene García en Entre cero y nada
Roberto Gómez González en Entre cero y nada
Hassansudeim en Primeras impresiones
Rafael Sánchez Sánchez en Correa, Oblak y feliz año nuevo
Juanma Jiménez en Sólo fútbol
Jules en Sólo fútbol
Che en Trigo limpio
Gracias Faubert en Trigo limpio
Hassansudeim en Trigo limpio
Xabier en Trigo limpio
Juan carlos en Trigo limpio
Óscar Laguna en Ansiedad
Juan De Dios Luna Cijanes en El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos
Joan Del Valle en El tamaño importa (y mucho)
Jose Carlos Torrenova Lozano en Mucho más importante que todo eso
Pascual Vicente Martínez Gimeno en Dos años A La Contra
Vicente Martin-Pozuelo Cantos en Good Bye, Lenin!
yerry en Don Cenizo
IGWT en Relatividad
Manitu69 en Hacerse viejo
Tony en Don Cenizo
Juan De Dios Luna Cijanes en Grandes éxitos de ayer y hoy
Esuardo en Don Cenizo
Juan De Dios Luna Cijanes en Victoria sin identidad
Frank Terraces en Bendita normalidad
Francisco en Victoria sin identidad
Julián Martín Fernández en Rodrygo hace viejo a Vinicius
J. J. Creamer en Los héroes de Bowie
Joselito en Éxito sin cimientos
Juan de Dios Luna Cijanes en Ansufatización
Juan De Dios Luna Cijanes en El ciclismo se ablanda
Frank Terraces en Desapego
Juan De Dios Luna Cijanes en Movistar no se rinde
Juan de Dios Luna Cijanes en Queremos tanto a Roglic
Frank Terraces en Hace dos meses
Juan De Dios Luna Cijanes en Nada por aquí, Neymar por allá
Juan De Dios Luna Cijanes en Hoy me he acordado de Lucho Herrera
Juan De Dios Luna Cijanes en Un colombiano en la luna
Juan De Dios Luna Cijanes en El Tour se achica ante Bernal
Juan de Dios Luna Cijanes en Bernal rompe el cielo
Juan De Dios Luna Cijanes en Bernal quiere el Tour
Eberhard Torres Calderón en Cuarenta años de La vida de Brian
Juan De Dios Luna Cijanes en Pinot quiere el Tour y Mikel Landa no se rinde
Frank Terraces en El Atlético más merengue
Juan De Dios Luna Cijanes en La suerte dispara contra Landa
Diego en El fugitivo
Diego en Sopor de France
Juan De Dios Luna Cijanes en El Talento Desperdiciado I: George Best
Juan De Dios Luna Cijanes en Friedenreich: Pelé antes de Pelé
Frank Terraces en La Feria de la Carne
Frank Terraces en El altar de Pérgamo
Juan De Dios Luna Cijanes en Ni cinco de bola
José Antonio Gutiérrez en No cambies tus sueños, cambia el mundo
Antonio Lopez Lobeto en Los doce trabajos de Hércules
Francisco Pedrajas Raya en Ramos-Florentino: Pimpinela en el Madrid
Antonio Lopez Lobeto en Mi pájaro es mejor que el tuyo
Stockton en Bon voyage
Juan De Dios Luna Cijanes en El problema del Barça es el relato
Perikorro en Tantas mareas, marean
Perikorro en No me gusta el cricket
Carmelo en La venda ya cayó
Antonio Jesús Zarza Moreno en ¿Marino o submarino?
Lorenzo Dominguez Sanchez en Gracias, Florentino
Joaquín en Camino a Vitoria
Robert Lee en El que se va, ya no es
victor martín marron en Quiten de ahí a esa loca
Martín Vallejo platero en El borde de la piscina
Diego en Gracias, Johan
jose antonio medrano en Gracias, Johan
Jorge Florido en Gracias, Johan
Javier en Gracias, Johan
Esteban en Gracias, Johan
Fran en Gracias, Johan
5contraelcalvo en Esperando a Zidane
Perikorro en Esperando a Zidane
Elaine Cristina en Casillas, el homenaje pendiente
Tomás Luis de Victoria en No, lo ponemos todo al centro
Tomás Luís de Victoria en Casillas, el homenaje pendiente
Lucas en Benzema FC
Carlos Antonio Suárez fornelino en Jugarse «nada»
Antonio Lopez Lobeto en Siete equipos para tres descensos
Víctor Raúl Valladares en El Real Madrid se queda solo
IÑAKI ASENSIO CALATAYUD en Ter Stegen, el portero de la T-10
José Ramón García en Ilusión en el nuevo White Hart Lane
JOSE ANTONIO FERNANDEZ PLAZA en Héctor del Mar, tal como éramos
Lucas en Oh, capitán
José Luis Heras en Usted tiene el faro roto
Juan J Rodriguez en Usted tiene el faro roto
Jairo Castillo en El Madrid de la triste figura
Rod en Au revoir
Cristian Galván en Motociclismo e hipocresía
Hassansudeim en La trampa perfecta
Juan De Dios Luna Cijanes en La trampa perfecta
Antonio Lopez Lobeto en Cuestión de fe
Martín Vallejo platero en Marcó Isco, ganó Zidane
Eliseo en Vuelve Zidane
Juan De Dios Luna Cijanes en La esperanza
Juan de Dios Luna Cijanes en La muerte del emperador
Maria Jose en Tropismo
María Jesús en Tropismo
Antonio Lopez Lobeto en El amor no siempre gana
SanEmeterio For Atle en Bienvenidos al espectáculo de minstrel
Elaine Cristina en El empate perfecto
Sergio Alberruche en Bienvenidos al mágico mundo de Oz
Sergio Alberruche en Bienvenidos al mágico mundo de Oz
Sergio Alberruche en La revancha perpetua
Antonio Lopez Lobeto en Al límite de la filosofía
Juan de Dios Luna Cijanes en La ley del mínimo esfuerzo
Antonio Lopez Lobeto en Milagro Kvitova
Carlos Leo Castellanos en Cristiano ya no va de farol
Marcos Da Silva en El tamaño importa (y mucho)
Antonio Lopez Lobeto en Promesas que todavía lo son
Gustavo Del río manzano en Quince años sin el mejor: Chava Jiménez
ROSA MARIA cuesta guerrero en A propósito de Laura
Irene García en Vidrio roto
AA - Rod en Vidrio roto
Juan Luna Cijanes en Solari y la teoría del melón
Antonio Lopez Lobeto en El valor de las palabras
Raúl Ávila en El traje de toda la vida
Miguel Morán en Godín es El Cid Campeador
Ricardo Moreno Castillo en La adolescencia duele
Aminie Filippi en La adolescencia duele
Miguel Angel Hidalgo Mena en Historia de un superviviente
Alfrez en Por los cojones
Paulino en Por los cojones
ROSA MARIA cuesta guerrero en La adolescencia duele
Luis Miguel en Y el presidente, ¿qué?
Oscar Redondo Callado en Tour 2019: Un espanto de recorrido
Santiago Peraza en A LA CONTRA, primer aniversario
Teddy Sagarrasantos@hotmail.com en Bienvenidos al mágico mundo de Oz
Conchita Minguez en Cinco apuntes para seis carreras