Bernal recortó tiempo, Thomas enseñó los dientes y Alaphilippe superó una etapa más; solo le quedan dos para proclamarse vencedor del Tour. Para el resto de favoritos, la jornada solo sirve por el cansancio acumulado, que mañana podría afectar a otros. El podio está asignado salvo que Pinot, Kruijiswijk, Buchmann y los Movistar sacudan la carrera y terreno hay para ello. Mañana mismo, la etapa plantea una ascensión continua durante los primeros 89 kilómetros que culmina en el puerto del Iserán a 2.770 metros, tras cuyo descenso todavía habrá que escalar hasta Tignes. Dan mareos de solo pensarlo.
En principio, Egan Bernal es quien sale más favorecido de la primera etapa alpina. Pero con mordiscos de treinta segundos no ganará el Tour. Tampoco lo conseguirá Geraint Thomas con pellizcos de monja; su ataque en el Galibier fue más efectista que efectivo. Quien pretenda desplazar a Alaphilippe tiene que soltarlo antes de la última subida. Y eso nos lleva, con el mapa en la mano, a las rampas del terrible Iserán, 13 kilómetros al 7’5% de desnivel. Fiarlo todo a la jornada del sábado (otra bestialidad montañosa) se antoja demasiado riesgo. Qué bonito está el Tour, por cierto.
Vayamos ahora a los asuntos domésticos. La mala suerte de Mikel Landa ya ofrece contenido para una tesis doctoral. En lo que debía ser el primer capítulo de su remontada (o del intento), Landa se vio condicionado por la escapada de Nairo Quintana, que ahora le adelanta en la clasificación general y pone en duda su liderato en el Movistar. No es la primera vez que le sucede algo así. Le ocurrió en el pasado Giro con Richard Carapaz, escudero convertido en líder, y le ha pasado antes y en diferentes situaciones, frenado por las órdenes del coche o sometido a la jerarquía del equipo. Al final, los astros (los cósmicos y los otros) siempre se confabulan contra Landa.
Lo siguiente es una pregunta: ¿cuál será ahora la estrategia del Movistar, caso de que tenga una? Es imposible adivinar la respuesta. Camino de Valloire, el equipo azul desarrolló una estrategia y la contraria. En un primer momento, dio la sensación de que trabajaba para Landa; la presencia en la fuga de Nairo y Amador parecía anunciar un ataque del alavés que sería lanzado luego por las unidades avanzadas. Sólo así se podía explicar el esfuerzo de Marc Soler, purasangre en tareas de percherón. El catalán comandó el grupo de favoritos durante la ascensión al Izoard. Sin embargo, llegado el momento, Landa no atacó. Porque no tenía fuerzas o porque la posibilidad de un triunfo de Nairo era cada vez más cierta, también se admiten las hipótesis combinadas.
El caso es que Movistar ya ha ganado una etapa y es posible que deje de considerarlo prioritario y focalice su atención en aspiraciones más elevadas. El asalto al Tour sigue pendiente y con tres ciclistas entre los diez primeros las opciones deberían ser diversas.
Para Nairo queda la gloria después de no haber tenido un comportamiento precisamente edificante. El podio ya no aparece tan lejos para él, aunque todavía le debe una ronda a sus compañeros. A Valverde solo le queda sufrir y a Landa inmolarse. Tal vez sus enemigos confíen en su mala suerte y le dejen marchar, qué importa, que tome tiempo, ya le pasará algo, quizá un alud. Es mucho suponer, lo sé, pero les recuerdo que hemos venido a jugar.
La estrategia que no han tenido clara durante todo el tour debe ser la de las dos próximas etapas: mandar uno de los dos líderes a la fuga y el otro a cuidar al líder, cuyo equipo asi como el ineos, deben tirar de carrera u hacer el gasto. No queda otra y porque no, en un reventón de estos que dan las etapas montañosas, poder incluso aspirar a ganar el Tour. Eso sí, nada de esperar al sábado, uno a salir a la fuga pronto, y otro a esperar para atacar cuando los otros hayan hecho el gasto.