«El precio que yo pagué por ser futbolista fue el de perder los cuatro meniscos de las rodillas. Es más, llegué a jugar siete años sin meniscos», explica Carlos Ruiz, que jugó once temporadas en el Athletic, que fue Pichichi en la temporada 74-75 por delante de Santillana y de Gárate y que, en el cuadro que está detrás de él, en la fotografía que acompaña a este artículo, acaba de marcar un gol a la Juventus en la final de la Copa de la UEFA. Hoy, aquel futbolista del Athletic es un hombre de 71 años, el médico de la selección española femenina de fútbol desde el año 2000. El mismo que hasta no hace mucho, cuando decidió traspasarla, tenía una consulta de Medicina del Deporte en la Las Arenas (Bilbao), donde a menudo recordaba que aguantó en el fútbol profesional «hasta los 34 años, los dos últimos en el Espanyol y podía haber seguido otro más porque tuve una oferta del Sabadell».
Pero entonces prefirió dedicarse a la medicina, que es lo que había estudiado. «La diferencia es que, en vez de seis años, terminé la carrera en diez». Aun siendo un futbolista popular, aun siendo padre de tres hijos pequeños, Carlos recuerda que casi todas las tardes, «de 15:30 a 21:00 horas» se iba «a la biblioteca a estudiar». Pero era su forma de pelear lo que quería ser el día de mañana. «El fútbol me ayudó a pagarme la carrera lo que en una familia como la mía, en la que éramos diez hermanos, resultó muy importante», recuerda hoy, recién llegado de París, donde ha vivido el Mundial de Francia femenino como médico de la selección, donde constata que los tiempos han cambiado. «Los primeros años estas chicas eran futbolistas por el hecho de jugar al fútbol. Pero ahora son deportistas por encima de futbolistas, porque siguen una preparación especifica en la que no dejan nada al azar: ni el gimnasio ni la alimentación siquiera».
Carlos no compara la dureza del fútbol con la de la Medicina. «Todo es duro. La dureza forma parte de la vida. Pero entonces lo importante es que te guste lo que haces y en mi caso, después de empezar a estudiar ingeniería, descubrí que mi sitio estaba en la Medicina. Por eso, una vez que dejé el fútbol, encontré con rapidez mi lugar. De hecho, podía haber seguido jugando al fútbol en Sabadell y decidí quedarme en los servicios médicos del Espanyol, porque había estudiado para eso, para ser médico, para tratar de ayudar a los demás». La diferencia es que él ya venía aprendido del fútbol. «No conozco a nadie que no se haya lesionado en este deporte. Es algo que forma parte de la profesión. Es un balón que va de un lado a otro y que se juega con botas. Por lo tanto, el factor de riesgo siempre va a existir sea en la época en la que sea. La prueba soy yo mismo, que perdí los meniscos. Pero aun así yo pude jugar «.
«¿Que si el fútbol era más duro en mi época?», se pregunta a continuación. «Hay motivos para pensar que puede ser que sí. No había moviola, no había VAR y es verdad que los defensas eran muy duros. Algunos se desenvolvían muy bien en el juego subterráneo, pero ¿quién de los que ha jugado al fútbol no ha vivido entradas duras? Un delantero nunca se puede arrugar en el campo. Es su manera de hacerse respetar», explica Carlos, que admite que en ese sentido «el fútbol femenino no es tan duro por una razón: se juega a otra velocidad. Técnica y tácticamente las chicas están preparadísimas, pero no tienen esa fuerza muscular por razones obvias».
Carlos fue un hombre gol, una sorpresa para sí mismo. «Yo empecé en Segunda Regional con 19 años. Recuerdo que llegué un viernes y el domingo ya estaba jugando». Pero descubrió una facilidad para el gol que provocó que creciese como la espuma, que lo fichase el Guetxo para Tercera División y después el Bilbao Athletic. Allí el gol le abrió las puertas del primer equipo, donde dejó un recuerdo imborrable. De hecho, después de 45 años, sigue siendo el último Pichichi del Athletic, algo que él no achaca a nada en especial, «pero la realidad es que sí, que iba bien de cabeza y que me gustaba moverme en el área», añade Carlos Ruiz, el tercero de diez hermanos (cinco chicos y cinco chicas), el mismo delantero que nos traslada a una época que ya no existe.
Guisasola, Igartua,Chechu Rojo, Carlos, Aitor Aguirre, Churruca, Irureta, el Chopo…. Que nostalgia, un saludo Doctor.
Getxo, sin «u»