Dicen que el mejor holandés se habla en Bélgica. Que la mejor cerveza Pilsen no se hace en Pilsen. Que el mejor poeta griego nació en Egipto y que el mejor museo sobre Egipto está en Londres (o en Turín). En el Atleti pasa algo parecido. No intenten entender el concepto que representa ese Club a través de lo que sale de sus despachos porque eso tiene tanto que ver con la realidad como el nombre oficial de la plaza del Emperador Carlos V tiene que ver con el que utilizan los madrileños (Glorieta de Atocha). Cualquier aficionado con cierto bagaje rojiblanco sabe que, hoy por hoy, los mensajes y las reflexiones con contenido colchonero no salen de las oficinas o de las auto entrevistas sino que hay que ir a buscarlos a las esquinas proscritas de internet o a sitios como la isla de Kyūshū y la ribera del río de la plata. Afortunadamente, Fernando Torres y Diego Pablo Simeone, uno desde Japón y el otro desde Argentina, nos han ofrecido esta semana un buen puñado de reflexiones de las que merece la pena conservar. La mayoría han pasado de refilón por el monocolor panorama mediático, qué raro, pero me parece interesante detenerse en alguna de ellas.
Hay mucha gente que ve a Torres como la bandera del Atlético de Madrid. Como una referencia que va más allá de ser un jugador querido por la grada. Como una figura que podría representar (muy bien) a la institución en cualquier acto o en cualquier foro. Quizá por ello, el anuncio de su retirada ha provocado una reacción exotérmica en gran parte de una afición que ya lo ve como presidente. La idea no es descabellada. Es conocida la buena relación de Torres con la actual dirigencia y es obvio que sería un magnífico embajador del Club. Pero no va a ser así. Al menos no de momento. Lo ha dicho él mismo. «No voy a ser el portavoz». Interesante.
Interesante, porque eso significa que lejos de aceptar un papel relevante (pero decorativo) dentro del actual organigrama, lo que quiere Torres es cambiar el Atleti. Evolucionarlo, para ser más preciso. Hacerlo «más grande de lo que es», según dijo. ¿Cómo? ¿A qué se refiere? Es fácil deducirlo a través de sus propias palabras: «recuperar algunos valores y reforzar otros que ya se han recuperado en los últimos años». Es decir, hay valores históricos (e importantes) a los que hoy se les está dando la espalda. No puedo estar más de acuerdo, pero eso no es novedad. La novedad es que ahora no lo dice un blog clandestino, ni un exagerado como yo; lo dice Fernando Torres. Si eso no es un aviso a navegantes que venga Dios y lo vea.
Pero hay más recados. Uno es para la grada. Torres afirma que sueña con unir el sentimiento de los años duros (los que a él le tocó vivir) con ese otro sentimiento que ha surgido en los años de bonanza. Que ambos deben ser complementarios y no excluyentes. Que es muy difícil acordarse de lo que era el Atleti en los años del plomo, pero que resulta muy conveniente hacerlo precisamente hoy. El otro recado es para los jugadores que se van (y quizá también para los periodistas). A ellos les recuerda que lo que menos tolera un aficionado colchonero es la falta de respeto.
A Simeone le tocó lidiar, otra vez, con otro integrista de la única interpretación posible del fútbol y, otra vez, tuvo que volver a justificar la supuesta fealdad de su juego. Otra vez, volvió a dar una lección magistral de lo que es entender este juego. Sobre todo el actual. Apeló por ejemplo a la evidencia de que los equipos que triunfan (Francia, Liverpool…) son los que aprovechan las características individuales para potenciar el equipo. Que no es al revés. Y así, mientras el entrevistador seguía enrocado en su cantinela rapsoda, Simeone le hizo ver a aquel hombre que la disyuntiva que le estaba proponiendo no era la que él pensaba (jugar bien o jugar mal) sino otra mucho más ridícula. Jugar bien o jugar bonito.
Con todo, la mejor reflexión del argentino (para mí) llegó cuando confesó que su labor en el Atleti va mucho más allá de jugar bien o ganar un determinado torneo. Que lo que ellos están haciendo es cambiar la historia del club. Es decir, lo que también quiere hacer Fernando Torres. Lo que también quiero yo y muchos otros como yo.
Así que ya saben. Con el Atleti pasa lo mismo que con el Altar de Pérgamo. Desgraciadamente, para verlo de verdad no hay que ir a Pérgamo sino al sitio donde realmente está.
Amén.
Qué bueno, Ennio. Me alegra mucho la continuidad que estás teniendo en «A la contra». Es lo mejor que puede leerse en clave colchonera en cualquier medio, digital o papel. Opiniones originales, fundamentadas, sin un ápice de servilismo, y siempre desde la perspectiva del aficionado de grada, de a pie. Felicita a tus jefes por el buen ojo 😉
Hola, buenos días. En mi opinión este asunto tiene muchas aristas.
El Atleti como concepto dejó de tener explicación el día que dejó de pertenecer a sus socios o cómo se dice ahora “abonados”. Desde entonces es sólo una empresa. Otro asunto es que en el corazón de los atléticos, desde su sentimiento de pertenencia, se tengan miles y miles de formas de aproximarse y sentir al Atleti … doctores tenga la Iglesia …
Sin duda, la dirigencia tiene un plan. El fútbol es otro de esos “Dorados” de nuestra economía y Gil Marín gestiona, a su manera, “el sueño” de su padre: poder, dinero y corrupción por bandera. Sin duda, sentarse en la mesa de Madrid y Barsa, disponer de capacidad de presión sobre Liga y RFEF, usar un club para tapar otros “asuntos” y dinero son buenos ingredientes para “tener un plan”
Simeone habla de “hacer historia” apelando a una épica imprescindible para este plan. Torres remata hablando de llevar al Atleti “a otro nivel” y que es otro paso inevitable de este mismo plan.
¿Es que acaso alguien que no sea dueño del club puede tener algún otro plan?.
Mucho cemento vacío en el Calderón a finales de los 70 … mucho; asunto que no conocen los “nuevos” y asunto que no hemos sabido manejar y explicar bien los “viejos”.
Mientras tanto nuestro Atleti es ya sólo una empresa. El resto es humo y flores, como bien expresan Simeone y Torres.
Saludos.